/ viernes 4 de mayo de 2018

Cap. I Banda de malhechores

Resulta muy contundente

Andrés Manuel, en su libro;

“son malhechores – y vibro-

gobierno y su presidente”



“Estado que no procura la justicia, no es más que una banda de malhechores”. Tolstoi.

“En México, los gobernantes forman parte de la principal pandilla de saqueadores que opera el país. La descomunal deshonestidad del periodo neoliberal (de 1983 a la fecha) supera con mucho lo antes visto y no tiene precedente. Constituye un cambio cualitativo en la descomposición institucional. El poder político y económico se han alimentado y nutrido mutuamente, y se ha implementado como modus operandi, el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación. La corrupción ya no es un conjunto de prácticas aisladas e inconexas entre sí, sino un ejercicio sistemático y sistémico. La política económica elitista conocida como el ‘consenso de Washington’, comenzó a impulsarse desde el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) y se profundizó durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). En esos tiempos se hizo un ajuste al marco jurídico para legalizar el pillaje, encubierto con el eufemismo de la ‘desincorporación de entidades paraestatales no estratégicas ni prioritarias para el desarrollo nacional’. Es cosa de recordar que Salinas, su hermano Raúl y el secretario de Hacienda Pedro Aspe, eran los encargados de palomear, acomodar y alinear a todos los apuntados que participaron en el reparto de empresas y bancos, los cuales hasta entonces, pertenecían a la nación. Así en 13 meses, del 14 de junio de 1991 al 13 de julio de 1992, con un promedio de 20 días hábiles por banco, fueron rematadas 18 instituciones de crédito. En sólo cinco años, del 31 de diciembre de 1993, se enajenaron 251 empresas del sector público; es decir se privatizaron compañías como Telmex, Mexicana de Aviación, TV Azteca, Siderúrgica Lázaro Cárdenas, etc. Durante los gobiernos de Zedillo, Fox y Calderón, el grupo original (compacto) salinista que se benefició en el remate de bienes públicos no sólo continuó acumulando riquezas, sino también fue concentrando influencia política, hasta que llegó a ser un poder fáctico situado por encima de las instituciones constitucionales. En tan sólo dos años Peña Nieto logró imponer de manera burda y bárbara, en acatamiento servil de la agenda dictada desde el extranjero y en contubernio de los grupos de poder en México, las llamadas reformas laboral, educativa, fiscal y energética. Se socavó la convivencia pacífica, y se alimentaron la frustración, el caos y la violencia”. Sinopsis del libro “2018 La salida”, de AMLO. Próximamente… “Cap. II Privatizar, sinónimo de robar”.


Resulta muy contundente

Andrés Manuel, en su libro;

“son malhechores – y vibro-

gobierno y su presidente”



“Estado que no procura la justicia, no es más que una banda de malhechores”. Tolstoi.

“En México, los gobernantes forman parte de la principal pandilla de saqueadores que opera el país. La descomunal deshonestidad del periodo neoliberal (de 1983 a la fecha) supera con mucho lo antes visto y no tiene precedente. Constituye un cambio cualitativo en la descomposición institucional. El poder político y económico se han alimentado y nutrido mutuamente, y se ha implementado como modus operandi, el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación. La corrupción ya no es un conjunto de prácticas aisladas e inconexas entre sí, sino un ejercicio sistemático y sistémico. La política económica elitista conocida como el ‘consenso de Washington’, comenzó a impulsarse desde el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) y se profundizó durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). En esos tiempos se hizo un ajuste al marco jurídico para legalizar el pillaje, encubierto con el eufemismo de la ‘desincorporación de entidades paraestatales no estratégicas ni prioritarias para el desarrollo nacional’. Es cosa de recordar que Salinas, su hermano Raúl y el secretario de Hacienda Pedro Aspe, eran los encargados de palomear, acomodar y alinear a todos los apuntados que participaron en el reparto de empresas y bancos, los cuales hasta entonces, pertenecían a la nación. Así en 13 meses, del 14 de junio de 1991 al 13 de julio de 1992, con un promedio de 20 días hábiles por banco, fueron rematadas 18 instituciones de crédito. En sólo cinco años, del 31 de diciembre de 1993, se enajenaron 251 empresas del sector público; es decir se privatizaron compañías como Telmex, Mexicana de Aviación, TV Azteca, Siderúrgica Lázaro Cárdenas, etc. Durante los gobiernos de Zedillo, Fox y Calderón, el grupo original (compacto) salinista que se benefició en el remate de bienes públicos no sólo continuó acumulando riquezas, sino también fue concentrando influencia política, hasta que llegó a ser un poder fáctico situado por encima de las instituciones constitucionales. En tan sólo dos años Peña Nieto logró imponer de manera burda y bárbara, en acatamiento servil de la agenda dictada desde el extranjero y en contubernio de los grupos de poder en México, las llamadas reformas laboral, educativa, fiscal y energética. Se socavó la convivencia pacífica, y se alimentaron la frustración, el caos y la violencia”. Sinopsis del libro “2018 La salida”, de AMLO. Próximamente… “Cap. II Privatizar, sinónimo de robar”.