/ viernes 3 de septiembre de 2021

Cartucheras al cañón… | El tatuaje agresión autoinfligida  (ensayo)

Por: Ernesto Visconti Elizalde

“Es el tatuaje modal…agresión autoinfligida; por los simplones sufrida, con daño colateral”.

El tema del tatuaje requiere un ensayo prolijo; sólo que el espacio me limita, pero bosquejaré los arquetipos de usuarios según su motivación y la personalidad de los mismos; excluyendo del tema a los tatuadores y su oficio artístico. Esta afición ancestral obedece fundamentalmente a las siguientes causas: a) Ritual: mágica o mística; b) Grupal, o de identidad de grupo: tribal, de oficio, o de carácter mafioso; etc. c) Intimidatoria o agresiva: que busca impresionar al ciudadano conservador; d) De unicidad rebelde: que busca demostrar ser diferente al individuo común; ser “único” y demostrar la inconformidad del tatuado, a la homogeneidad del conglomerado tradicional; e) Modal o por imitación: que busca estar en la corriente que marca la moda; f) Patológico: el tatuaje excesivo para reafirmar la autoestima, como único medio de distinguirse ostensiblemente, aunque deforme agresivamente el físico del individuo. Todas estas causas o modelos se entremezclan en características, en diferente proporción, según la causa dominante. El intimidatorio y el patológico, demuestran una marcada inestabilidad emocional del individuo; que conlleva un peligro potencial para la sociedad -recuerden los tatuajes de los Mara Salvatruchas, o los de los presidiarios- y todos los modelos entremezclan factores de causalidad, con mayor o menor intensidad, al estereotipo más destacado que presente un individuo determinado. La atracción por el “tatuaje modal” o de imitación se da en individuos –mujeres y hombres- de criterio y educación elemental o simplista, que al igual que los infantes y los adolescentes, no resisten la atracción de, a través de ellos, distinguirse sobre los demás o como los demás; con bonitos o llamativos dibujos, sin medir consecuencias o inconvenientes negativos - laborales o familiares- que se presentarán a tiempo mediato, o en la edad adulta. Difícilmente una persona madura, con personalidad y criterio definido, caerá en la burda moda de imitación de los tatuajes; pues casi siempre cuenta con sólidas bases familiares, religiosas y morales, que le exigen tratar su cuerpo como al templo que se debe preservar. Generalmente son los jóvenes de ambos sexos, que consideran no tienen méritos especiales con que destacar sobre los demás, los que convierten la piel de sus cuerpos en pizarrones para el tatuaje, lo que les permitirá apartarse de su condición de “jóvenes ordinarios” y asombrar a otros. Podemos concluir que descartando los tatuajes de sectas mágicas, o los de identidad de grupo, o los que definen jerarquías en sociedades secretas y que son de requerimiento indispensable para los miembros de esos grupos, los tatuajes de moda o de imitación, denotan a primera vista: baja cultura del tatuado, inmadurez, vulgaridad y de suyo, un carácter débil y muy influenciable. Será con el tiempo, que su propia familia y sus futuros empleadores, le pasarán factura por sus juveniles deslices. Si los jóvenes se advierten patéticos con sus tatuajes, los viejos… lucen vulgares y dignos de poca confianza; como personas de baja ralea. No permitamos que nuestros jóvenes se tatúen, orientémoslos. Esta práctica denigra mayormente a la mujer, ya que antiguamente muchos gobiernos marcaban mediante tatuajes a las prostitutas y era, y es, de uso común entre ellas.

Por: Ernesto Visconti Elizalde

“Es el tatuaje modal…agresión autoinfligida; por los simplones sufrida, con daño colateral”.

El tema del tatuaje requiere un ensayo prolijo; sólo que el espacio me limita, pero bosquejaré los arquetipos de usuarios según su motivación y la personalidad de los mismos; excluyendo del tema a los tatuadores y su oficio artístico. Esta afición ancestral obedece fundamentalmente a las siguientes causas: a) Ritual: mágica o mística; b) Grupal, o de identidad de grupo: tribal, de oficio, o de carácter mafioso; etc. c) Intimidatoria o agresiva: que busca impresionar al ciudadano conservador; d) De unicidad rebelde: que busca demostrar ser diferente al individuo común; ser “único” y demostrar la inconformidad del tatuado, a la homogeneidad del conglomerado tradicional; e) Modal o por imitación: que busca estar en la corriente que marca la moda; f) Patológico: el tatuaje excesivo para reafirmar la autoestima, como único medio de distinguirse ostensiblemente, aunque deforme agresivamente el físico del individuo. Todas estas causas o modelos se entremezclan en características, en diferente proporción, según la causa dominante. El intimidatorio y el patológico, demuestran una marcada inestabilidad emocional del individuo; que conlleva un peligro potencial para la sociedad -recuerden los tatuajes de los Mara Salvatruchas, o los de los presidiarios- y todos los modelos entremezclan factores de causalidad, con mayor o menor intensidad, al estereotipo más destacado que presente un individuo determinado. La atracción por el “tatuaje modal” o de imitación se da en individuos –mujeres y hombres- de criterio y educación elemental o simplista, que al igual que los infantes y los adolescentes, no resisten la atracción de, a través de ellos, distinguirse sobre los demás o como los demás; con bonitos o llamativos dibujos, sin medir consecuencias o inconvenientes negativos - laborales o familiares- que se presentarán a tiempo mediato, o en la edad adulta. Difícilmente una persona madura, con personalidad y criterio definido, caerá en la burda moda de imitación de los tatuajes; pues casi siempre cuenta con sólidas bases familiares, religiosas y morales, que le exigen tratar su cuerpo como al templo que se debe preservar. Generalmente son los jóvenes de ambos sexos, que consideran no tienen méritos especiales con que destacar sobre los demás, los que convierten la piel de sus cuerpos en pizarrones para el tatuaje, lo que les permitirá apartarse de su condición de “jóvenes ordinarios” y asombrar a otros. Podemos concluir que descartando los tatuajes de sectas mágicas, o los de identidad de grupo, o los que definen jerarquías en sociedades secretas y que son de requerimiento indispensable para los miembros de esos grupos, los tatuajes de moda o de imitación, denotan a primera vista: baja cultura del tatuado, inmadurez, vulgaridad y de suyo, un carácter débil y muy influenciable. Será con el tiempo, que su propia familia y sus futuros empleadores, le pasarán factura por sus juveniles deslices. Si los jóvenes se advierten patéticos con sus tatuajes, los viejos… lucen vulgares y dignos de poca confianza; como personas de baja ralea. No permitamos que nuestros jóvenes se tatúen, orientémoslos. Esta práctica denigra mayormente a la mujer, ya que antiguamente muchos gobiernos marcaban mediante tatuajes a las prostitutas y era, y es, de uso común entre ellas.