/ jueves 31 de marzo de 2022

Cartucheras al cañón…  ¿Feministas o feminazis?

“Es la mujer feminista: prócer que busca igualdad; o feminazi en maldad… que agrede en lucha egoísta”.

El feminismo original tuvo un desarrollo ejemplar; la lucha por los derechos ciudadanos, buscando la equidad de género. Era un movimiento positivo; enriquecedor y justo para la sociedad contemporánea; pero bastó que el marxismo encabezara el feminismo, para que configurara y difundiera el concepto ideológico de que: “el hombre es el burgués y la mujer el proletariado (Engels); generando la noción de un conflicto irresoluble entre los sexos. Así arribaron las “feministas de género”, o “feministas radicales”, que fueron designadas como “feminazis”. Cuánta distancia entre el feminismo constructivo y positivo, respecto del feminismo desconstructor; ariete para la subversión social; el desequilibrio y el golpismo político manipulador. Es un feminismo ficticio, vehículo para elevar a activistas feministas en las políticas, al ser confundidas por la sociedad, como luchadoras sociales de las “causas justas”. Este “hembrismo nocivo” ha proyectado su anarquía manifiesta. Fue George Soros, judío húngaro, nacionalizado norteamericano, hoy en etapa senil –mayor de 90 años- dueño de una de las mayores fortunas del mundo, quien financió a través de sus “Open Society Foundations”, de perfil pseudofilantrópico y junto con otros potentados y políticos, el plan globalizador mundial; a través de impulsar el movimiento radical feminista; el movimiento homosexual y todas su filias, llamado “inclusión de la diversidad sexual”; el “derecho-humanismo” deformado; la pedofilia como alternativa; el aborto como “libre disposición del cuerpo” y todo tipo de hábitos autodestructivos, como forma de rebelión ante “la tradición heterocapitalista” de Occidente. ¿Pero por qué permearon estos absurdos por sobre los aspectos jurídicos, sociales, religiosos y filosóficos tradicionales? La respuesta es que George Soros ha inyectado más de 18,000 millones de dólares a las ONG(s) Organizaciones no gubernamentales, en todo el planeta; con las que adquirió incondicionales para su causa. Soros es acusado de comprar el partido Demócrata de los EU; todo para imponer su propia visión mundial. La muestra la ha dado el gobierno de EU al imponer “esas políticas sociales “, a los diversos países; so pena de no recibir préstamos del Fondo Monetario Internacional, o facilidades de pago para su deuda. Kamala Harris estuvo a ver a AMLO, para “exigir” pidiera préstamos al F.M.I.; AMLO no aceptó –las deudas someten-. En nuestro medio, feministas radicales como Delia. A. Ortiz, dice: “El patriarcado en decadencia, es un modelo insostenible que sólo fomenta violencia”. O como Brenda Ríos, que dice respecto al vandalismo colectivo femenino: “Para mí jamás va a tener más valor algo material que la vida perdida de tantas niñas y mujeres en manos de un ‘sistema’ que no funciona para nosotras”. Sin proponer alternativa racional alguna, para la convivencia equitativa de ambos sexos. Anarquía feminista radical, en boca de dos de sus exponentes.


“Es la mujer feminista: prócer que busca igualdad; o feminazi en maldad… que agrede en lucha egoísta”.

El feminismo original tuvo un desarrollo ejemplar; la lucha por los derechos ciudadanos, buscando la equidad de género. Era un movimiento positivo; enriquecedor y justo para la sociedad contemporánea; pero bastó que el marxismo encabezara el feminismo, para que configurara y difundiera el concepto ideológico de que: “el hombre es el burgués y la mujer el proletariado (Engels); generando la noción de un conflicto irresoluble entre los sexos. Así arribaron las “feministas de género”, o “feministas radicales”, que fueron designadas como “feminazis”. Cuánta distancia entre el feminismo constructivo y positivo, respecto del feminismo desconstructor; ariete para la subversión social; el desequilibrio y el golpismo político manipulador. Es un feminismo ficticio, vehículo para elevar a activistas feministas en las políticas, al ser confundidas por la sociedad, como luchadoras sociales de las “causas justas”. Este “hembrismo nocivo” ha proyectado su anarquía manifiesta. Fue George Soros, judío húngaro, nacionalizado norteamericano, hoy en etapa senil –mayor de 90 años- dueño de una de las mayores fortunas del mundo, quien financió a través de sus “Open Society Foundations”, de perfil pseudofilantrópico y junto con otros potentados y políticos, el plan globalizador mundial; a través de impulsar el movimiento radical feminista; el movimiento homosexual y todas su filias, llamado “inclusión de la diversidad sexual”; el “derecho-humanismo” deformado; la pedofilia como alternativa; el aborto como “libre disposición del cuerpo” y todo tipo de hábitos autodestructivos, como forma de rebelión ante “la tradición heterocapitalista” de Occidente. ¿Pero por qué permearon estos absurdos por sobre los aspectos jurídicos, sociales, religiosos y filosóficos tradicionales? La respuesta es que George Soros ha inyectado más de 18,000 millones de dólares a las ONG(s) Organizaciones no gubernamentales, en todo el planeta; con las que adquirió incondicionales para su causa. Soros es acusado de comprar el partido Demócrata de los EU; todo para imponer su propia visión mundial. La muestra la ha dado el gobierno de EU al imponer “esas políticas sociales “, a los diversos países; so pena de no recibir préstamos del Fondo Monetario Internacional, o facilidades de pago para su deuda. Kamala Harris estuvo a ver a AMLO, para “exigir” pidiera préstamos al F.M.I.; AMLO no aceptó –las deudas someten-. En nuestro medio, feministas radicales como Delia. A. Ortiz, dice: “El patriarcado en decadencia, es un modelo insostenible que sólo fomenta violencia”. O como Brenda Ríos, que dice respecto al vandalismo colectivo femenino: “Para mí jamás va a tener más valor algo material que la vida perdida de tantas niñas y mujeres en manos de un ‘sistema’ que no funciona para nosotras”. Sin proponer alternativa racional alguna, para la convivencia equitativa de ambos sexos. Anarquía feminista radical, en boca de dos de sus exponentes.