/ jueves 23 de diciembre de 2021

Cartucheras al cañón… | Querido Santa…

“No me lo tomes a mal, mi querido ‘Santa Clos’, mas considero anormal… siempre me la hagas de tos”.

¡Pa´ su mecha!, ya no recuerdo cuántas veces me has fallado –de adulto digo- porque de niño rememoro con frecuencia aquella cartita que te envió un niño pobre reclamándote tu indiferencia; se quejaba de sacar buenas calificaciones y comportarse bien, y nunca le llevabas nada, en cambio a los malos alumnos de comportamiento negativo, y que sus padres tenían dinero, ahí sí te esmerabas; recuerdo concluyó el niño diciéndote que si alguna vez decidías llevarle algo, mejor te lo guardaras en el costal –lo decía más fuerte- y quedaban en paz. Por supuesto no es mi caso; conmigo siempre fuiste benevolente y me llevaste mucho y de todo; y hasta volvía a recibir con los Reyes Magos, siempre muy generosos; pero lo que sí recuerdo con desagrado es que siempre me llevabas lo que a ti se te ocurría y casi nunca lo que yo te pedía –y todavía-. A mis hijitos siempre les llevaste –no lo que se merecían- pero “ai” salías del paso con ellos. Pero a mí, me empezaste a fallar muy feo… ropa de tallas reducidas y poca; y siempre fuiste “agarradito” con el dinero, nunca dabas lo suficiente para un buen carro, o unas alegres vacaciones. Mis amigos y mi familia me motejaron con el término de “el apenitas”, porque apenitas completaba para los gastos decembrinos y de principio de año.

Como puedes ver, hay amargura en mis palabras, a unos les das mucho, a otros apenas y otros no les das nada. Eres un “méndigo personaje de fantasía”; ¿Cuándo le has llevado un regalo al Niño Dios?, ni lo “pelas”; eres sólo una comparsa para apoyar al comercio; y sin duda inventado por el mercantilismo judío; y eso lo confirmo cuando ahora, siendo un viejito, te pido lo que ya sabes y nunca me lo traes; te pongo cartitas con fotos hasta del Playboy, nada más para que te des una idea de cómo la quiero, y nunca “me pelas”.

¿Qué te cuesta dejármela en la planta alta de mi casa?, ahí nunca sube mi mujer; y yo hasta te he dejado la puerta abierta; si no pido una lozana joven; no le hace que ya esté vieja; de entre 30 y 35 años de edad, no le hace; nada más que esté bien proporcionada; porque casi todas las de esa edad están muy mal proporcionadas; esto es, a mí nunca se me proporcionan.

Y no vayas a pensar, Santa, que la quiero para recreaciones sicalípticas y libertinas; ¡no!, para nada; la quiero nada más para platicar, porque yo ya nada más platico y poco tiento. –Y es que mi mujer después de 52 años poco caso me hace; por eso tengo que hacerte públicamente esta comprometedora petición. No me hagas confirmar que sólo eres un símbolo comercial y no un santo bondadoso; estaré esperando con ansias mi regalo y mientras, te deseo a ti y a todos tus empleados -no sindicalizados- del Polo Norte, una Feliz Navidad. A ver si no sales otra vez con “una batea de babas”, y te pases de jocoso.


“No me lo tomes a mal, mi querido ‘Santa Clos’, mas considero anormal… siempre me la hagas de tos”.

¡Pa´ su mecha!, ya no recuerdo cuántas veces me has fallado –de adulto digo- porque de niño rememoro con frecuencia aquella cartita que te envió un niño pobre reclamándote tu indiferencia; se quejaba de sacar buenas calificaciones y comportarse bien, y nunca le llevabas nada, en cambio a los malos alumnos de comportamiento negativo, y que sus padres tenían dinero, ahí sí te esmerabas; recuerdo concluyó el niño diciéndote que si alguna vez decidías llevarle algo, mejor te lo guardaras en el costal –lo decía más fuerte- y quedaban en paz. Por supuesto no es mi caso; conmigo siempre fuiste benevolente y me llevaste mucho y de todo; y hasta volvía a recibir con los Reyes Magos, siempre muy generosos; pero lo que sí recuerdo con desagrado es que siempre me llevabas lo que a ti se te ocurría y casi nunca lo que yo te pedía –y todavía-. A mis hijitos siempre les llevaste –no lo que se merecían- pero “ai” salías del paso con ellos. Pero a mí, me empezaste a fallar muy feo… ropa de tallas reducidas y poca; y siempre fuiste “agarradito” con el dinero, nunca dabas lo suficiente para un buen carro, o unas alegres vacaciones. Mis amigos y mi familia me motejaron con el término de “el apenitas”, porque apenitas completaba para los gastos decembrinos y de principio de año.

Como puedes ver, hay amargura en mis palabras, a unos les das mucho, a otros apenas y otros no les das nada. Eres un “méndigo personaje de fantasía”; ¿Cuándo le has llevado un regalo al Niño Dios?, ni lo “pelas”; eres sólo una comparsa para apoyar al comercio; y sin duda inventado por el mercantilismo judío; y eso lo confirmo cuando ahora, siendo un viejito, te pido lo que ya sabes y nunca me lo traes; te pongo cartitas con fotos hasta del Playboy, nada más para que te des una idea de cómo la quiero, y nunca “me pelas”.

¿Qué te cuesta dejármela en la planta alta de mi casa?, ahí nunca sube mi mujer; y yo hasta te he dejado la puerta abierta; si no pido una lozana joven; no le hace que ya esté vieja; de entre 30 y 35 años de edad, no le hace; nada más que esté bien proporcionada; porque casi todas las de esa edad están muy mal proporcionadas; esto es, a mí nunca se me proporcionan.

Y no vayas a pensar, Santa, que la quiero para recreaciones sicalípticas y libertinas; ¡no!, para nada; la quiero nada más para platicar, porque yo ya nada más platico y poco tiento. –Y es que mi mujer después de 52 años poco caso me hace; por eso tengo que hacerte públicamente esta comprometedora petición. No me hagas confirmar que sólo eres un símbolo comercial y no un santo bondadoso; estaré esperando con ansias mi regalo y mientras, te deseo a ti y a todos tus empleados -no sindicalizados- del Polo Norte, una Feliz Navidad. A ver si no sales otra vez con “una batea de babas”, y te pases de jocoso.