/ viernes 4 de enero de 2019

Cenas de Navidad y Año Nuevo

José García Rivas


Me parece que los “quedes” hablan de una abundancia en las dos cenas de fin de año. Ambas cenas son abundantes. Siempre quedan sobrantes para varios días. En Navidad la cena es el pavo, y la noche de fin de año se cena con tamales, y ha de haber en ambas, vinos para los brindis. Varios son los platillos que se sirven. Se come opíparamente, hasta una satisfacción total.

Pero mientras en la república unas familias cenan abundantemente, hay en México 54 millones de mexicanos que no tienen nada que cenar. El 46.3 de los mexicanos viven en miseria. En la misma ciudad de Chihuahua, mientras unos chihuahuenses se dan las grandes cenotas, hay muchas familias carentes de alimentos para hacer una cena de Navidad, o para hacerse una cena de fin de año.

Yo viví una niñez en la miseria. No había para cenar diariamente, menos en la Navidad. Yo no supe que el año nuevo se celebraba con otra cena. No supe de juguetes ni de regalos. En mi pueblo, una Navidad, a través del vidrio de una ventana, vi a una mujer cenando pavo, me imaginé que el ave que estaba en la bandeja era un pavo. Y me dije a mí mismo: “Si cuando crezca, yo una Navidad tengo qué cenar, yo no cenaré pavo, porque hay muchas familias que no tienen qué cenar”.

Hoy mi familia cena pavo en Navidad Pero yo fiel a mi promesa, no pruebo el pavo. Y recuerdo que hay muchas gentes que no tienen qué cenar. En Navidad hay regalos. Sólo un año no los hubo. Quise que mis hijos supieran lo que es tener una Navidad sin regalos. A alguno de los hijos le afectó. Ya siendo mi hijo adulto me lo comentó: “Yo me sentí muy mal, viendo que todos los otros niños tenían sus juguetes, y nosotros nada”.

En casa siempre hay tamales el último día del año, y no faltan los brindis. Hoy, después de sesenta años de matrimonio, ya todos los hijos formaron su propio hogar. Ellos saben cómo celebran su Navidad y su año nuevo. Pero yo siempre tengo presentes a los miserables que carecen de todo. Algo hago por ellos. Ojalá y todos hiciéramos algo por mitigar sus carencias.

Deseo a mis lectores un año de crecimiento, un año de correcciones, un año de enmiendas. La vida se acaba pronto, y no tenemos otra vida para hacer el bien, que vivir desde el nacimiento hasta la muerte. Que la pasen bien.


José García Rivas


Me parece que los “quedes” hablan de una abundancia en las dos cenas de fin de año. Ambas cenas son abundantes. Siempre quedan sobrantes para varios días. En Navidad la cena es el pavo, y la noche de fin de año se cena con tamales, y ha de haber en ambas, vinos para los brindis. Varios son los platillos que se sirven. Se come opíparamente, hasta una satisfacción total.

Pero mientras en la república unas familias cenan abundantemente, hay en México 54 millones de mexicanos que no tienen nada que cenar. El 46.3 de los mexicanos viven en miseria. En la misma ciudad de Chihuahua, mientras unos chihuahuenses se dan las grandes cenotas, hay muchas familias carentes de alimentos para hacer una cena de Navidad, o para hacerse una cena de fin de año.

Yo viví una niñez en la miseria. No había para cenar diariamente, menos en la Navidad. Yo no supe que el año nuevo se celebraba con otra cena. No supe de juguetes ni de regalos. En mi pueblo, una Navidad, a través del vidrio de una ventana, vi a una mujer cenando pavo, me imaginé que el ave que estaba en la bandeja era un pavo. Y me dije a mí mismo: “Si cuando crezca, yo una Navidad tengo qué cenar, yo no cenaré pavo, porque hay muchas familias que no tienen qué cenar”.

Hoy mi familia cena pavo en Navidad Pero yo fiel a mi promesa, no pruebo el pavo. Y recuerdo que hay muchas gentes que no tienen qué cenar. En Navidad hay regalos. Sólo un año no los hubo. Quise que mis hijos supieran lo que es tener una Navidad sin regalos. A alguno de los hijos le afectó. Ya siendo mi hijo adulto me lo comentó: “Yo me sentí muy mal, viendo que todos los otros niños tenían sus juguetes, y nosotros nada”.

En casa siempre hay tamales el último día del año, y no faltan los brindis. Hoy, después de sesenta años de matrimonio, ya todos los hijos formaron su propio hogar. Ellos saben cómo celebran su Navidad y su año nuevo. Pero yo siempre tengo presentes a los miserables que carecen de todo. Algo hago por ellos. Ojalá y todos hiciéramos algo por mitigar sus carencias.

Deseo a mis lectores un año de crecimiento, un año de correcciones, un año de enmiendas. La vida se acaba pronto, y no tenemos otra vida para hacer el bien, que vivir desde el nacimiento hasta la muerte. Que la pasen bien.