/ lunes 14 de marzo de 2022

Chihuahua, educadora de la paz

Por: Marco Bonilla

El mundo hoy sufre por causa de la guerra. Movidos por el poder, algunos líderes políticos llaman a filas a jóvenes inocentes que son carne de cañón en el frente, influenciados por ideologías extremistas, son llevados ante enemigos que en verdad son víctimas de un deseo irracional de expansión.

Esto no sólo pasa en Europa del Este, a veces sucede más cerca, incluso en un estadio de futbol, cuando la cultura y el deporte debieran ser zonas de encuentro y sano esparcimiento. México sufre los extremos de la negación en un partido de “fut”, lo que debe llevarnos a reflexionar sobre qué es lo que estamos haciendo mal.

Volver la vista, primero como familia, también como ciudadanos, como personas se reconocen unos a otros. Reconocernos como habitantes de una misma casa, darnos cuenta que el otro también sufre, también sueña, busca y trabaja para transformar su contexto. Ese reconocimiento es la base de la empatía, que debe ser un valor promovido desde los hogares, porque la primera escuela de paz es la familia.

Desde nuestros hogares, padres y madres tenemos la obligación de educar en el respeto, reconociendo en todas y todos, hombres y mujeres, personas cada una con dignidad, con necesidades propias. El llamado es a las familias de Chihuahua capital, de Chihuahua como ciudad educadora de la paz.

Ser educadores en la paz, la unidad, el encuentro entre todas y todos, de la concordia. Estamos llamados a ser agentes de paz, a compartir un mensaje de unidad y sobre todo a trabajar porque sean más nuestros puntos de unión que de división. Nosotros, papás y mamás, somos quienes debemos inspirar el diálogo como primera herramienta para la resolución de conflictos; somos nosotros quienes, en el amor a nuestros hijos e hijas, les mostramos las bases para una vida en armonía, en donde el primer esfuerzo es la lucha pacífica del bien común.

Por su parte, los profesionales de la educación, maestras y maestros de todos los niveles, desde el preescolar hasta la universidad, deben ser aliados de las familias en el trabajo con sus alumnas y alumnos por practicar la escucha y el razonamiento, que les permitan tomar decisiones sin causar daños a terceros o poner en riesgo la dignidad de la persona.

Chihuahua capital debe ser ejemplo de unidad. Hoy más que nunca, cuando intenten dividirnos con etiquetas, debemos unirnos más. Hoy más que nunca debemos exigirnos trabajar por la paz y conquistarla. No demos lugar a las divisiones promovidas por quienes desconocen el respeto como valor fundamental. Todas y todos, sin importar nuestro origen, residencia, afición, credo o ideología, debemos trabajar por la paz de Chihuahua y de México.

A mis colegas alcaldes y alcaldesas de los municipios del estado de Chihuahua: como líderes de nuestras comunidades, trabajemos cada una y cada uno porque la paz sea restablecida en nuestras calles, para que las familias se desarrollen de manera plena e integral. Que niñas y niños crezcan en espacios libres de violencia, que crezcan con la certeza de pertenecer a una generación que sabe arreglar las diferencias dialogando.

En palabras de Bergoglio: “la paz no es la ausencia de conflicto, sino la capacidad de hacerlo evolucionar hacia una nueva forma de encuentro y convivencia con el otro”. Y con este mensaje, reconozcamos que como presidentas y presidentes municipales, somos la autoridad de mayor cercanía con las familias, y que tenemos el deber de ser los primeros en abanderar la noble causa de la paz. Y que de esa forma, hombro con hombro, codo con codo, de la mano, Chihuahua siga dando norte a todo México.

Por: Marco Bonilla

El mundo hoy sufre por causa de la guerra. Movidos por el poder, algunos líderes políticos llaman a filas a jóvenes inocentes que son carne de cañón en el frente, influenciados por ideologías extremistas, son llevados ante enemigos que en verdad son víctimas de un deseo irracional de expansión.

Esto no sólo pasa en Europa del Este, a veces sucede más cerca, incluso en un estadio de futbol, cuando la cultura y el deporte debieran ser zonas de encuentro y sano esparcimiento. México sufre los extremos de la negación en un partido de “fut”, lo que debe llevarnos a reflexionar sobre qué es lo que estamos haciendo mal.

Volver la vista, primero como familia, también como ciudadanos, como personas se reconocen unos a otros. Reconocernos como habitantes de una misma casa, darnos cuenta que el otro también sufre, también sueña, busca y trabaja para transformar su contexto. Ese reconocimiento es la base de la empatía, que debe ser un valor promovido desde los hogares, porque la primera escuela de paz es la familia.

Desde nuestros hogares, padres y madres tenemos la obligación de educar en el respeto, reconociendo en todas y todos, hombres y mujeres, personas cada una con dignidad, con necesidades propias. El llamado es a las familias de Chihuahua capital, de Chihuahua como ciudad educadora de la paz.

Ser educadores en la paz, la unidad, el encuentro entre todas y todos, de la concordia. Estamos llamados a ser agentes de paz, a compartir un mensaje de unidad y sobre todo a trabajar porque sean más nuestros puntos de unión que de división. Nosotros, papás y mamás, somos quienes debemos inspirar el diálogo como primera herramienta para la resolución de conflictos; somos nosotros quienes, en el amor a nuestros hijos e hijas, les mostramos las bases para una vida en armonía, en donde el primer esfuerzo es la lucha pacífica del bien común.

Por su parte, los profesionales de la educación, maestras y maestros de todos los niveles, desde el preescolar hasta la universidad, deben ser aliados de las familias en el trabajo con sus alumnas y alumnos por practicar la escucha y el razonamiento, que les permitan tomar decisiones sin causar daños a terceros o poner en riesgo la dignidad de la persona.

Chihuahua capital debe ser ejemplo de unidad. Hoy más que nunca, cuando intenten dividirnos con etiquetas, debemos unirnos más. Hoy más que nunca debemos exigirnos trabajar por la paz y conquistarla. No demos lugar a las divisiones promovidas por quienes desconocen el respeto como valor fundamental. Todas y todos, sin importar nuestro origen, residencia, afición, credo o ideología, debemos trabajar por la paz de Chihuahua y de México.

A mis colegas alcaldes y alcaldesas de los municipios del estado de Chihuahua: como líderes de nuestras comunidades, trabajemos cada una y cada uno porque la paz sea restablecida en nuestras calles, para que las familias se desarrollen de manera plena e integral. Que niñas y niños crezcan en espacios libres de violencia, que crezcan con la certeza de pertenecer a una generación que sabe arreglar las diferencias dialogando.

En palabras de Bergoglio: “la paz no es la ausencia de conflicto, sino la capacidad de hacerlo evolucionar hacia una nueva forma de encuentro y convivencia con el otro”. Y con este mensaje, reconozcamos que como presidentas y presidentes municipales, somos la autoridad de mayor cercanía con las familias, y que tenemos el deber de ser los primeros en abanderar la noble causa de la paz. Y que de esa forma, hombro con hombro, codo con codo, de la mano, Chihuahua siga dando norte a todo México.