/ martes 2 de marzo de 2021

Ciudadanos de primera y de segunda

“Cuando la ley y la moral se contradicen una a otra, el ciudadano confronta la cruel alternativa de perder su sentido moral o perder su respeto por la ley”: F. Bastiat

Sin duda la responsabilidad asignada para el manejo del poder lo constituyen los ciudadanos, y muy a nuestro pesar, hay que reconocer que existen ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.

La etiqueta de “Ciudadanos de Primera” le corresponde a empresarios, funcionarios, políticos, comunicadores y todos aquellos que, de alguna forma, se encuentran ligados a la línea del poder donde también se dan diferentes divisiones pero sólo ante la lucha por alcanzar o retener el reino.

La de “Ciudadanos de Segunda” le corresponde al pueblo, al ciudadano común y corriente que analiza el actuar de sus gobernantes, que siente su desdén, que escucha los medios, que lee las columnas y que en poca medida participa con sus opiniones en las redes sociales, pero que tiene un panorama claro de lo que en materia política y como pueblo pretende, y está dispuesto a expresarlo, ya que tiene el poder para actuar, con más fortaleza, sabiendo que de su participación depende el resultado de las urnas.

Y claro que recibe las presiones que se le brindan desde los diferentes niveles de poder; los obsequios, las canonjías, las promesas y hasta las amenazas, observa y analiza el batidero en que se desenvuelven los políticos, se da cuenta de que las instituciones encargadas de impartir justicia se han convertido en órganos dependientes del poder, que muchos medios y comunicadores se inclinan y arrodillan para su conveniencia y que el insulto, la diatriba y la mentira se han convertido en los elementos más comunes para expresar opiniones del adversario, pero también sabe que llegado el momento, tiene unos minutos y secrecía para expresar libremente su decisión ante las urnas que finalmente tendrá que respetarse como resultado final.

Por ello, quienes participan en política deben tener suficientemente claro que los más importantes son ellos, los ciudadanos de segunda, los que esperan que desde el poder actúen a su favor, que los actores políticos no se llenen de riquezas y que sus acciones sean encaminadas al bien público, no de su partido, de su grupo o de su gobernante.

Porque el día de hoy, los ciudadanos de primera están involucrados en un lodazal que arrastra mucha basura que llaman “ideología, coherencia, búsqueda del bien común” pero con una visión muy miope de lo que esto significa y sólo aspiran a la permanencia o al arribo al poder por cualquier medio y sin el menor respeto.

Y eso que todavía no llegan las campañas, para abril o para mayo sin duda crecerá el “amor” entre los participantes en la contienda electoral. ¡Ojalá aflore la cordura!

Correo: vicmedina@hotmail.com

“Cuando la ley y la moral se contradicen una a otra, el ciudadano confronta la cruel alternativa de perder su sentido moral o perder su respeto por la ley”: F. Bastiat

Sin duda la responsabilidad asignada para el manejo del poder lo constituyen los ciudadanos, y muy a nuestro pesar, hay que reconocer que existen ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda.

La etiqueta de “Ciudadanos de Primera” le corresponde a empresarios, funcionarios, políticos, comunicadores y todos aquellos que, de alguna forma, se encuentran ligados a la línea del poder donde también se dan diferentes divisiones pero sólo ante la lucha por alcanzar o retener el reino.

La de “Ciudadanos de Segunda” le corresponde al pueblo, al ciudadano común y corriente que analiza el actuar de sus gobernantes, que siente su desdén, que escucha los medios, que lee las columnas y que en poca medida participa con sus opiniones en las redes sociales, pero que tiene un panorama claro de lo que en materia política y como pueblo pretende, y está dispuesto a expresarlo, ya que tiene el poder para actuar, con más fortaleza, sabiendo que de su participación depende el resultado de las urnas.

Y claro que recibe las presiones que se le brindan desde los diferentes niveles de poder; los obsequios, las canonjías, las promesas y hasta las amenazas, observa y analiza el batidero en que se desenvuelven los políticos, se da cuenta de que las instituciones encargadas de impartir justicia se han convertido en órganos dependientes del poder, que muchos medios y comunicadores se inclinan y arrodillan para su conveniencia y que el insulto, la diatriba y la mentira se han convertido en los elementos más comunes para expresar opiniones del adversario, pero también sabe que llegado el momento, tiene unos minutos y secrecía para expresar libremente su decisión ante las urnas que finalmente tendrá que respetarse como resultado final.

Por ello, quienes participan en política deben tener suficientemente claro que los más importantes son ellos, los ciudadanos de segunda, los que esperan que desde el poder actúen a su favor, que los actores políticos no se llenen de riquezas y que sus acciones sean encaminadas al bien público, no de su partido, de su grupo o de su gobernante.

Porque el día de hoy, los ciudadanos de primera están involucrados en un lodazal que arrastra mucha basura que llaman “ideología, coherencia, búsqueda del bien común” pero con una visión muy miope de lo que esto significa y sólo aspiran a la permanencia o al arribo al poder por cualquier medio y sin el menor respeto.

Y eso que todavía no llegan las campañas, para abril o para mayo sin duda crecerá el “amor” entre los participantes en la contienda electoral. ¡Ojalá aflore la cordura!

Correo: vicmedina@hotmail.com