/ miércoles 30 de mayo de 2018

Cláusula de conciencia

Nuestro más sentido pésame por el lamentable fallecimiento del colega periodista Guillermo Terrazas Villanueva. Descanse en paz.

La línea editorial de un medio de comunicación se presenta como una instrucción férrea e inalterable del sentido en que se debe publicar información.

Existe una cierta verdad en ello.

Los medios de comunicación tienen una línea editorial y esperan que sus colaboradores la asuman de manera total.

Un periodista que es contratado en un medio de comunicación conservador sabe que difícilmente podrá publicar información que vaya en contra de esa manera de pensar. Por el contrario, un periodista que labora en un medio con línea liberal, sabe que difícilmente podrá difundir información conservadora. Lo mismo ocurre en términos políticos o económicos.

La línea editorial del medio de comunicación es previsible, desde la contratación, -incluso en aquellos casos de línea editorial pragmática- y por tanto, el periodista debe decidir si continúa o no prestando sus servicios en dicho medio de comunicación.

Sin embargo, esto es parcialmente cierto. Nadie puede ser obligado, virtud a la cláusula de conciencia, a publicar algo con lo cual no esté de acuerdo. Hay un derecho tutelado a la libre expresión de las ideas y al libre pensamiento.

Empero, una relación laboral o profesional, donde el medio de comunicación demanda cierta información y el periodista se niega a asumirla, se convierte en algo muy difícil de sobrellevar.

El periodista, en cualquiera de las funciones que desarrolla, es un empleado de confianza de la empresa, que realiza una función intelectual compleja, que involucra libertades como el derecho a la información y la libre expresión, pero que a la vez requiere compromiso y lealtad hacia el medio de comunicación.

¿Cómo resolver el problema ético que ello implica? No es sencillo. Por lo regular el periodista cambia de medio de comunicación a uno que le acomode ética y profesionalmente, con lo cual está en posibilidad de desarrollar sus capacidades y aptitudes. Acomodarse de manera momentánea y realizar un trabajo con el cual no se está conforme, es muy complicado. Modificar de fondo paradigmas éticos es muy poco probable que ocurra realmente.

La solución es ética y profesional. No hay receta mágica, será el profesional quien la enfrente y resuelva en cada caso. Al final, con una decisión congruente, el periodista contribuye a la pluralidad de pensamiento, y con ello, a la libre expresión de las ideas, porque se encuentra frente a una línea editorial que acepta, contribuyendo a su fortalecimiento y profundización, en aras del indispensable derecho a la información.

http://robertopinon.blogspot.com/

Nuestro más sentido pésame por el lamentable fallecimiento del colega periodista Guillermo Terrazas Villanueva. Descanse en paz.

La línea editorial de un medio de comunicación se presenta como una instrucción férrea e inalterable del sentido en que se debe publicar información.

Existe una cierta verdad en ello.

Los medios de comunicación tienen una línea editorial y esperan que sus colaboradores la asuman de manera total.

Un periodista que es contratado en un medio de comunicación conservador sabe que difícilmente podrá publicar información que vaya en contra de esa manera de pensar. Por el contrario, un periodista que labora en un medio con línea liberal, sabe que difícilmente podrá difundir información conservadora. Lo mismo ocurre en términos políticos o económicos.

La línea editorial del medio de comunicación es previsible, desde la contratación, -incluso en aquellos casos de línea editorial pragmática- y por tanto, el periodista debe decidir si continúa o no prestando sus servicios en dicho medio de comunicación.

Sin embargo, esto es parcialmente cierto. Nadie puede ser obligado, virtud a la cláusula de conciencia, a publicar algo con lo cual no esté de acuerdo. Hay un derecho tutelado a la libre expresión de las ideas y al libre pensamiento.

Empero, una relación laboral o profesional, donde el medio de comunicación demanda cierta información y el periodista se niega a asumirla, se convierte en algo muy difícil de sobrellevar.

El periodista, en cualquiera de las funciones que desarrolla, es un empleado de confianza de la empresa, que realiza una función intelectual compleja, que involucra libertades como el derecho a la información y la libre expresión, pero que a la vez requiere compromiso y lealtad hacia el medio de comunicación.

¿Cómo resolver el problema ético que ello implica? No es sencillo. Por lo regular el periodista cambia de medio de comunicación a uno que le acomode ética y profesionalmente, con lo cual está en posibilidad de desarrollar sus capacidades y aptitudes. Acomodarse de manera momentánea y realizar un trabajo con el cual no se está conforme, es muy complicado. Modificar de fondo paradigmas éticos es muy poco probable que ocurra realmente.

La solución es ética y profesional. No hay receta mágica, será el profesional quien la enfrente y resuelva en cada caso. Al final, con una decisión congruente, el periodista contribuye a la pluralidad de pensamiento, y con ello, a la libre expresión de las ideas, porque se encuentra frente a una línea editorial que acepta, contribuyendo a su fortalecimiento y profundización, en aras del indispensable derecho a la información.

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