/ sábado 31 de octubre de 2020

Comemos, bebemos y reímos con la muerte

Una de las fechas en las que nos aflora la mexicanidad es, precisamente, en las celebraciones del Día de Muertos que tanto fascinan a los extranjeros por su colorido, ambiente y gran sabor. Son miles de cementerios en el país los que organizan festejos majestuosos, memorables y llenos de personas que construyen ofrendas para que sus queridos difuntos puedan volver del más allá a convivir con ellos.

Una de esas tradiciones que nutren nuestro muy tradicional Día de Muertos, la cual es catalogada por expertos como una tradición única en el mundo y uno de los productos consentidos en la panadería mexicana.

La gran mayoría lo comienza a consumir cada vez más lejano el 2 de noviembre, ya que panaderías y supermercados lo comienzan a producir en el ocaso del verano. Su producción aumenta significativamente con la llegada del otoño y alcanza su punto máximo a la mitad del otoño, cuando las calabazas y las calaveras de azúcar comparten alegrías

El pan de muerto se utiliza al menos para las ofrendas del Día de Muertos en cada familia y para consumo.

En los últimos años, gracias al auge de carreras como Gastronomía, se ha innovado en la elaboración del pan de muerto: hay distintas formas, colores y rellenos de lo más tentadores.

En el centro del país, suele ser un pan redondo y con huesitos que se cruzan y los sabores básicos son naranja, azahar y anís.

El pan de muerto tiene mucha simbología. Según los estudiosos de esta celebración, el pan está orientado hacia los cuatro puntos cardinales y la bolita que se encuentra en la parte de arriba representa el cráneo, según algunas versiones.

En ningún lugar del mundo se celebra la muerte como en México: bebemos con ella, cantamos con ella, hacemos chistes y burlas con ella y hasta nos la comemos. Mientras otras culturas la lloran, nosotros nos reímos de ella.

Celebramos la muerte a mordidas dulces de suculento pan de muerto.

Nuestra tradición del Día de Muertos coincide con la celebración de Todos los Santos y con el Halloween de los Estados Unidos. Este último parecía dominar en el norte de nuestro México, sin embargo, desde hace más de una década ha ganado más terreno, compitiendo con la estadounidense de pedir dulce o truco.

Expertos de la UNAM aclaran que la tradición del pan de muerto es muy arraigada, con la que se ha formado la identidad gastronómica mexicana, la cual para las nuevas generaciones es una aventura gracias a toda la información disponible sobre la misma y la globalización que el cine ha hecho de nuestro Día de los Muertos.

El pan de muerto, tradición tan nuestra, en la que a mordidas celebramos a la muerte, compartimos con ella y recordamos a todos aquellos que se nos han adelantado en el camino.

Aprovecho el espacio para reconocer a todos los héroes de la salud que han dado su vida en la lucha contra el Covid-19. Dios los bendiga siempre.

Una de las fechas en las que nos aflora la mexicanidad es, precisamente, en las celebraciones del Día de Muertos que tanto fascinan a los extranjeros por su colorido, ambiente y gran sabor. Son miles de cementerios en el país los que organizan festejos majestuosos, memorables y llenos de personas que construyen ofrendas para que sus queridos difuntos puedan volver del más allá a convivir con ellos.

Una de esas tradiciones que nutren nuestro muy tradicional Día de Muertos, la cual es catalogada por expertos como una tradición única en el mundo y uno de los productos consentidos en la panadería mexicana.

La gran mayoría lo comienza a consumir cada vez más lejano el 2 de noviembre, ya que panaderías y supermercados lo comienzan a producir en el ocaso del verano. Su producción aumenta significativamente con la llegada del otoño y alcanza su punto máximo a la mitad del otoño, cuando las calabazas y las calaveras de azúcar comparten alegrías

El pan de muerto se utiliza al menos para las ofrendas del Día de Muertos en cada familia y para consumo.

En los últimos años, gracias al auge de carreras como Gastronomía, se ha innovado en la elaboración del pan de muerto: hay distintas formas, colores y rellenos de lo más tentadores.

En el centro del país, suele ser un pan redondo y con huesitos que se cruzan y los sabores básicos son naranja, azahar y anís.

El pan de muerto tiene mucha simbología. Según los estudiosos de esta celebración, el pan está orientado hacia los cuatro puntos cardinales y la bolita que se encuentra en la parte de arriba representa el cráneo, según algunas versiones.

En ningún lugar del mundo se celebra la muerte como en México: bebemos con ella, cantamos con ella, hacemos chistes y burlas con ella y hasta nos la comemos. Mientras otras culturas la lloran, nosotros nos reímos de ella.

Celebramos la muerte a mordidas dulces de suculento pan de muerto.

Nuestra tradición del Día de Muertos coincide con la celebración de Todos los Santos y con el Halloween de los Estados Unidos. Este último parecía dominar en el norte de nuestro México, sin embargo, desde hace más de una década ha ganado más terreno, compitiendo con la estadounidense de pedir dulce o truco.

Expertos de la UNAM aclaran que la tradición del pan de muerto es muy arraigada, con la que se ha formado la identidad gastronómica mexicana, la cual para las nuevas generaciones es una aventura gracias a toda la información disponible sobre la misma y la globalización que el cine ha hecho de nuestro Día de los Muertos.

El pan de muerto, tradición tan nuestra, en la que a mordidas celebramos a la muerte, compartimos con ella y recordamos a todos aquellos que se nos han adelantado en el camino.

Aprovecho el espacio para reconocer a todos los héroes de la salud que han dado su vida en la lucha contra el Covid-19. Dios los bendiga siempre.