/ jueves 12 de mayo de 2022

¿Cómo construir un mejor futuro para México?

El Premio Nobel de Economía Paul Krugman le recomendó a México hace tiempo que se dejara de distraer en otros asuntos y se concentrara en dos temas fundamentales para construir un futuro mejor: educación e infraestructura. Krugman es uno de los grandes sabios de la economía mundial, de modo que haríamos bien en tomarnos en serio sus consejos, sobre todo porque desde que los formuló nadie parece habérselos tomado como guía para construir políticas públicas efectivas y contundentes en ambos temas.

En particular, todo parece indicar que el futuro de México depende de que construyamos una educación incluyente y de calidad, de la que hoy en día estamos bastante alejados.

Y no se trata solamente, como dicen los análisis más simplistas, de invertir más dinero. Hace falta más dinero, sí; pero eso no basta.

Necesitamos imaginar y poner en marcha un sistema educativo más abierto a la innovación y que capacite a los alumnos para el uso de las nuevas tecnologías.

Pese a que la economía mexicana está entre las 17 más grandes del mundo, el país está en posiciones muy bajas en competitividad global y en capacidad para innovar.

En buena medida, la mediocridad que refleja nuestra realidad nacional tiene que ver con que invertimos poco en ciencia, tecnología e innovación: solamente el 0.35% del PIB. Países como Suecia invierten el 3.60% de su PIB (diez veces más que nosotros), igual que lo hacen Corea del Sur (3.49%), Finlandia (3.48%), China (2.64%) y Singapur (2.61%) entre otros muchos.

A partir de lo anterior, no debe resultar sorprendente que un país como Corea del Sur, que tiene apenas 49 millones de habitantes, registre a nivel mundial casi 80 mil patentes anualmente, mientras que México con sus 120 millones de habitantes registra apenas 600.

Nuestros estudiantes se quedan mayoritariamente en la formación de nivel básico. En México hay 1.5 investigadores por cada 10 mil habitantes, mientras que en Estados Unidos hay 68 y en Francia 59 ¿Así cómo esperan que podamos ser un país competitivo?

Para remontar tantas y tan evidentes dificultades debemos modificar a profundidad el modelo educativo, generalizando el uso de las nuevas tecnologías y las aplicaciones que aumentan nuestro rendimiento académico en la escuela y en el hogar, para que nuestros niños y jóvenes aprendan a abrir su mente a la tecnología y se formen en un entorno global que los haga competitivos el día de mañana. Para ello, sin embargo, es del todo necesario una actualización igualmente profunda del cuerpo docente. Los maestros deben estar al tanto de las nuevas tecnologías, de la forma moderna de enseñar los temas que les corresponden y de estar siempre atentos a las necesidades que van surgiendo en el aula.

Hace unos años estaba prohibido que los alumnos introdujeran al aula teléfonos celulares o computadoras. Hoy esas medidas nos parecen ridículas, ya que reconocemos que los instrumentos tecnológicos son ya indispensables para buscar todo tipo de información. Lejos de oponernos al uso de las nuevas tecnologías, lo que debemos hacer es pensar de qué forma podemos orientar a los alumnos para que las aprovechen realmente para ser mejores estudiantes y mejores personas. De esa manera, les estaremos proporcionando una educación de calidad, que les será útil para su futuro desempeño profesional y les dará herramientas para salir adelante en la vida. De eso se trata, precisamente, la educación.

Cabe recordar que por cada año que se estudia, a partir de primero de secundaria, el ingreso futuro cuando una persona se integra al mercado laboral aumenta en un 10%. Si traducimos eso a nivel nacional, en un país tan grande como México, veremos la enorme importancia que tiene nuestro sistema educativo. Hoy más que nunca, como dice Krugman, debemos tener claro que invertir en educación de calidad es sembrar un futuro mejor para México. No es lo único que tenemos por hacer, desde luego, pero sí es un aspecto del desarrollo del país sobre el que tenemos que estar permanentemente alertas.

Miguel Carbonell

Doctor en Derecho

Director del Centro de Estudios Jurídicos Carbonell A.C.

El Premio Nobel de Economía Paul Krugman le recomendó a México hace tiempo que se dejara de distraer en otros asuntos y se concentrara en dos temas fundamentales para construir un futuro mejor: educación e infraestructura. Krugman es uno de los grandes sabios de la economía mundial, de modo que haríamos bien en tomarnos en serio sus consejos, sobre todo porque desde que los formuló nadie parece habérselos tomado como guía para construir políticas públicas efectivas y contundentes en ambos temas.

En particular, todo parece indicar que el futuro de México depende de que construyamos una educación incluyente y de calidad, de la que hoy en día estamos bastante alejados.

Y no se trata solamente, como dicen los análisis más simplistas, de invertir más dinero. Hace falta más dinero, sí; pero eso no basta.

Necesitamos imaginar y poner en marcha un sistema educativo más abierto a la innovación y que capacite a los alumnos para el uso de las nuevas tecnologías.

Pese a que la economía mexicana está entre las 17 más grandes del mundo, el país está en posiciones muy bajas en competitividad global y en capacidad para innovar.

En buena medida, la mediocridad que refleja nuestra realidad nacional tiene que ver con que invertimos poco en ciencia, tecnología e innovación: solamente el 0.35% del PIB. Países como Suecia invierten el 3.60% de su PIB (diez veces más que nosotros), igual que lo hacen Corea del Sur (3.49%), Finlandia (3.48%), China (2.64%) y Singapur (2.61%) entre otros muchos.

A partir de lo anterior, no debe resultar sorprendente que un país como Corea del Sur, que tiene apenas 49 millones de habitantes, registre a nivel mundial casi 80 mil patentes anualmente, mientras que México con sus 120 millones de habitantes registra apenas 600.

Nuestros estudiantes se quedan mayoritariamente en la formación de nivel básico. En México hay 1.5 investigadores por cada 10 mil habitantes, mientras que en Estados Unidos hay 68 y en Francia 59 ¿Así cómo esperan que podamos ser un país competitivo?

Para remontar tantas y tan evidentes dificultades debemos modificar a profundidad el modelo educativo, generalizando el uso de las nuevas tecnologías y las aplicaciones que aumentan nuestro rendimiento académico en la escuela y en el hogar, para que nuestros niños y jóvenes aprendan a abrir su mente a la tecnología y se formen en un entorno global que los haga competitivos el día de mañana. Para ello, sin embargo, es del todo necesario una actualización igualmente profunda del cuerpo docente. Los maestros deben estar al tanto de las nuevas tecnologías, de la forma moderna de enseñar los temas que les corresponden y de estar siempre atentos a las necesidades que van surgiendo en el aula.

Hace unos años estaba prohibido que los alumnos introdujeran al aula teléfonos celulares o computadoras. Hoy esas medidas nos parecen ridículas, ya que reconocemos que los instrumentos tecnológicos son ya indispensables para buscar todo tipo de información. Lejos de oponernos al uso de las nuevas tecnologías, lo que debemos hacer es pensar de qué forma podemos orientar a los alumnos para que las aprovechen realmente para ser mejores estudiantes y mejores personas. De esa manera, les estaremos proporcionando una educación de calidad, que les será útil para su futuro desempeño profesional y les dará herramientas para salir adelante en la vida. De eso se trata, precisamente, la educación.

Cabe recordar que por cada año que se estudia, a partir de primero de secundaria, el ingreso futuro cuando una persona se integra al mercado laboral aumenta en un 10%. Si traducimos eso a nivel nacional, en un país tan grande como México, veremos la enorme importancia que tiene nuestro sistema educativo. Hoy más que nunca, como dice Krugman, debemos tener claro que invertir en educación de calidad es sembrar un futuro mejor para México. No es lo único que tenemos por hacer, desde luego, pero sí es un aspecto del desarrollo del país sobre el que tenemos que estar permanentemente alertas.

Miguel Carbonell

Doctor en Derecho

Director del Centro de Estudios Jurídicos Carbonell A.C.