/ martes 2 de noviembre de 2021

¿Cómo evitar un desastre climático?

Por: Antonio Ríos Ramírez

El fin de semana tuve la oportunidad de leer un libro de uno de los autores de los grandes cambios en materia tecnológica y software, al mismo tiempo ubicado entre los de mayor fortuna económica del mundo. El autor nos dice que hay dos números relacionados con el cambio climático que conviene conocer. El primero es 51,000 millones y el segundo es cero. Cincuenta y un mil millones es el número aproximado de toneladas de gases causantes del efecto invernadero que el mundo aporta cada año a la atmósfera. Esta es la situación en la actualidad. Cero es la cantidad a la que debemos aspirar para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático, que serán catastróficos, los humanos debemos dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera. Si esto parece complicado es porque lo será. El mundo jamás ha estado frente a una tarea tan colosal. Todos los países tendrán que modificar su manera de hacer las cosas. Prácticamente la totalidad de las actividades que realizamos en la actualidad conllevan la liberación de gases de efecto invernadero y, a medida que pase el tiempo, más personas accederán a este estilo de vida. Esto es positivo, pues significa que las condiciones en que vive la gente van mejorando. Pero esto puede cambiar. Es posible modificar varios factores. Ya disponemos de algunas de las herramientas que necesitaremos y, en cuanto a las que aún no tenemos, todo lo que se sabe acerca del clima y de la tecnología lleva a ser optimista sobre nuestra capacidad de inventarlas, implementarlas y, si actuamos con suficiente rapidez, evitar el mayor desastre climático de la historia.

Y es imposible desarrollar una economía que brinde oportunidades laborales a todos sin grandes cantidades de energía eléctrica necesaria para oficinas, fábricas y servicios de atención telefónica.

Imponernos el objetivo de reducir las emisiones, pero no eliminarlas, no bastará. El mundo necesita generar más electricidad para que los desfavorecidos prosperen, pero sin emitir más gases de efecto invernadero. La cuestión parece más compleja. Ya no bastaba con proporcionar energía barata a las personas de bajos recursos; también se trata de energía limpia. Queda claro que las fuentes de energía renovable actuales, eólica y solar podían ayudar en buena medida a reducir el problema, pero aún no estamos haciendo lo suficiente por implementarlas. La producción de electricidad sólo representa el 27 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. O sea, tendremos que lidiar con el resto. Hay tres conclusiones básicas:

1. Para evitar un desastre climático, tenemos que alcanzar las cero emisiones, 2. Debemos aplicar las herramientas de las que ya disponemos, como las energías solar y eólica, de manera más rápida e inteligente. 3. Debemos crear y comercializar tecnologías de vanguardia que nos ayuden a lograr nuestro objetivo. Hay una analogía que sorprende: el clima es como una tina que se llena poco a poco de agua. Incluso si reducimos el chorro a un hilito, el agua acabará por rebasar el borde y derramarse. Ese es el desastre que tenemos que evitar. Imponernos el objetivo de reducir nuestras emisiones, pero no eliminarlas, no bastará. El único objetivo sensato es alcanzar el cero. Definitivamente, aunque las personas lo entendamos, el gobierno actual de nuestro país no parece entender, ni la gravedad de la situación ni las acciones que apoyen a esta urgente necesidad.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

Por: Antonio Ríos Ramírez

El fin de semana tuve la oportunidad de leer un libro de uno de los autores de los grandes cambios en materia tecnológica y software, al mismo tiempo ubicado entre los de mayor fortuna económica del mundo. El autor nos dice que hay dos números relacionados con el cambio climático que conviene conocer. El primero es 51,000 millones y el segundo es cero. Cincuenta y un mil millones es el número aproximado de toneladas de gases causantes del efecto invernadero que el mundo aporta cada año a la atmósfera. Esta es la situación en la actualidad. Cero es la cantidad a la que debemos aspirar para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático, que serán catastróficos, los humanos debemos dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera. Si esto parece complicado es porque lo será. El mundo jamás ha estado frente a una tarea tan colosal. Todos los países tendrán que modificar su manera de hacer las cosas. Prácticamente la totalidad de las actividades que realizamos en la actualidad conllevan la liberación de gases de efecto invernadero y, a medida que pase el tiempo, más personas accederán a este estilo de vida. Esto es positivo, pues significa que las condiciones en que vive la gente van mejorando. Pero esto puede cambiar. Es posible modificar varios factores. Ya disponemos de algunas de las herramientas que necesitaremos y, en cuanto a las que aún no tenemos, todo lo que se sabe acerca del clima y de la tecnología lleva a ser optimista sobre nuestra capacidad de inventarlas, implementarlas y, si actuamos con suficiente rapidez, evitar el mayor desastre climático de la historia.

Y es imposible desarrollar una economía que brinde oportunidades laborales a todos sin grandes cantidades de energía eléctrica necesaria para oficinas, fábricas y servicios de atención telefónica.

Imponernos el objetivo de reducir las emisiones, pero no eliminarlas, no bastará. El mundo necesita generar más electricidad para que los desfavorecidos prosperen, pero sin emitir más gases de efecto invernadero. La cuestión parece más compleja. Ya no bastaba con proporcionar energía barata a las personas de bajos recursos; también se trata de energía limpia. Queda claro que las fuentes de energía renovable actuales, eólica y solar podían ayudar en buena medida a reducir el problema, pero aún no estamos haciendo lo suficiente por implementarlas. La producción de electricidad sólo representa el 27 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. O sea, tendremos que lidiar con el resto. Hay tres conclusiones básicas:

1. Para evitar un desastre climático, tenemos que alcanzar las cero emisiones, 2. Debemos aplicar las herramientas de las que ya disponemos, como las energías solar y eólica, de manera más rápida e inteligente. 3. Debemos crear y comercializar tecnologías de vanguardia que nos ayuden a lograr nuestro objetivo. Hay una analogía que sorprende: el clima es como una tina que se llena poco a poco de agua. Incluso si reducimos el chorro a un hilito, el agua acabará por rebasar el borde y derramarse. Ese es el desastre que tenemos que evitar. Imponernos el objetivo de reducir nuestras emisiones, pero no eliminarlas, no bastará. El único objetivo sensato es alcanzar el cero. Definitivamente, aunque las personas lo entendamos, el gobierno actual de nuestro país no parece entender, ni la gravedad de la situación ni las acciones que apoyen a esta urgente necesidad.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua