/ viernes 7 de junio de 2019

¿Con faldas?

El tema es obligado: Permitir a los niños varones que usen faldas en las escuelas de México (no en Escocia). Las mujeres suelen usar pantalones desde hace mucho tiempo, y eso no llama la atención de nadie.

¿A dónde va a llevar esta decisión con el paso del tiempo? No podemos saberlo; habrá que esperar. Los niños que usen de “su libertad” para vestir como niñas podrían enfrentarse a críticas, a prácticas de bullying, o al simple rechazo y aislamiento de sus compañeros. Las críticas y los malos tratos podrán ser sancionados por los directivos, pero el aislamiento no. Todo ello podríamos catalogarlo como “daños colaterales”; y por tanto, podrán tener efectos negativos en la vida de algunos pequeños en edades muy vulnerables.

Este asunto en particular podría pensarse que no tiene mayor importancia, pero es como el cerillo que prenderá la mecha de un castillo de fuegos artificiales de enormes dimensiones. Cada año recibimos noticias de las catástrofes que se producen por la imprudencia de quienes fabrican explosivos sin tomar en cuenta los peligros que esto supone.

Cabe la posibilidad de que un menor se ponga falda con el único propósito de molestar a sus papás, pero sin poder darse cuenta de lo que este capricho le podrá afectar el resto de su vida. Pensemos, por ejemplo, en las fotos y videos que podrían circular en las redes acompañados de comentarios hirientes y críticas mordaces.

Ahora bien, “el criterio” para dichas decisiones será simple y llanamente, “el gusto” del niño; es decir, no por un motivo con soporte científico. Quienes decidan vestirse como niñas no tendrán que dar razones o argumentos, simplemente: porque así lo quisieron. Si pasamos al tema de la alimentación, resulta que a los niños se les impone la prohibición de no comprar e ingerir la famosa “comida chatarra” en las escuelas, pasando por encima de sus gustos personales.

Conclusión: Para algunos temas es válido tomar decisiones basadas en las ciencias, en este caso concreto, la bromatología, o ciencia de la alimentación. Pero en la aceptación del sexo de las personas no se toma en cuenta la genética. Claramente, aquí hay gato encerrado.

www.padrealejandro.com


El tema es obligado: Permitir a los niños varones que usen faldas en las escuelas de México (no en Escocia). Las mujeres suelen usar pantalones desde hace mucho tiempo, y eso no llama la atención de nadie.

¿A dónde va a llevar esta decisión con el paso del tiempo? No podemos saberlo; habrá que esperar. Los niños que usen de “su libertad” para vestir como niñas podrían enfrentarse a críticas, a prácticas de bullying, o al simple rechazo y aislamiento de sus compañeros. Las críticas y los malos tratos podrán ser sancionados por los directivos, pero el aislamiento no. Todo ello podríamos catalogarlo como “daños colaterales”; y por tanto, podrán tener efectos negativos en la vida de algunos pequeños en edades muy vulnerables.

Este asunto en particular podría pensarse que no tiene mayor importancia, pero es como el cerillo que prenderá la mecha de un castillo de fuegos artificiales de enormes dimensiones. Cada año recibimos noticias de las catástrofes que se producen por la imprudencia de quienes fabrican explosivos sin tomar en cuenta los peligros que esto supone.

Cabe la posibilidad de que un menor se ponga falda con el único propósito de molestar a sus papás, pero sin poder darse cuenta de lo que este capricho le podrá afectar el resto de su vida. Pensemos, por ejemplo, en las fotos y videos que podrían circular en las redes acompañados de comentarios hirientes y críticas mordaces.

Ahora bien, “el criterio” para dichas decisiones será simple y llanamente, “el gusto” del niño; es decir, no por un motivo con soporte científico. Quienes decidan vestirse como niñas no tendrán que dar razones o argumentos, simplemente: porque así lo quisieron. Si pasamos al tema de la alimentación, resulta que a los niños se les impone la prohibición de no comprar e ingerir la famosa “comida chatarra” en las escuelas, pasando por encima de sus gustos personales.

Conclusión: Para algunos temas es válido tomar decisiones basadas en las ciencias, en este caso concreto, la bromatología, o ciencia de la alimentación. Pero en la aceptación del sexo de las personas no se toma en cuenta la genética. Claramente, aquí hay gato encerrado.

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