/ martes 16 de julio de 2019

Confusión y desconfianza.

“Quien recibe lo que no merece, pocas veces lo agradece”. Quevedo


Se busca con afán frenético la forma de elegir a nuestros gobernantes, pensando quizá que nuestra decisión al ser tomada es la mejor. Ya elegimos, la suma de los votos da el triunfo a un partido y, a varios candidatos. Luego viene la catarsis y el sosiego y “a ver qué pasa”, frase que nos demuestra que desconocemos mucho no del proceso electoral, no, qué va, sino del partido y de los candidatos a los que les otorgamos nuestro valioso sufragio. Pero, ese pero que nunca falta, la apropiación del elegido y de su partido, que inicia con total desconocimiento de la situación de la nación a cometer violaciones a las leyes vigentes, a cumplir caprichos y a ejercer la violencia en el gobierno de la sociedad, es decir, surge la dictadura. Aparecen con ominosos signos la confusión y la desconfianza. La gran mayoría de la población se encuentra en un negro túnel. Esa inmensa mayoría que no votó, que se abstuvo, pagará con su esfuerzo, con su sacrificio y con su trabajo los onerosos gastos de las futuras campañas del dictador. La burla de la voluntad popular es cínica y falta de todo recato ético- moral.

Hablan de la libertad, ¿sabrán qué es la libertad? Hablan de la democracia ¿la conocen? ¿Pueden hacer un recuento de las acciones que en sus vidas han realizado en la búsqueda y la consecución de estos conceptos? Recordemos a Goethe en su célebre frase: “No tienen derecho a la libertad quienes no luchan todos los días para conquistarla”. Somos 130 millones de mexicanos, la gran mayoría encontramos nuestra área de confort en la abstención a la hora de votar. Hay casillas donde no vota ni el 10% de los enlistados en el padrón. Hoy tirios y troyanos padecemos un gobierno dictatorial con tintes de amor a la pobreza, pero ¿y los recursos, para llevarlos a la redención en nuestro sistema? He allí la confusión y la desconfianza. Creará el dictador una falange de votantes comprados con las dádivas clientelares. Educación, salud, conectividad y cumplimiento de la ley, es lo que el pueblo exige.

“Quien recibe lo que no merece, pocas veces lo agradece”. Quevedo


Se busca con afán frenético la forma de elegir a nuestros gobernantes, pensando quizá que nuestra decisión al ser tomada es la mejor. Ya elegimos, la suma de los votos da el triunfo a un partido y, a varios candidatos. Luego viene la catarsis y el sosiego y “a ver qué pasa”, frase que nos demuestra que desconocemos mucho no del proceso electoral, no, qué va, sino del partido y de los candidatos a los que les otorgamos nuestro valioso sufragio. Pero, ese pero que nunca falta, la apropiación del elegido y de su partido, que inicia con total desconocimiento de la situación de la nación a cometer violaciones a las leyes vigentes, a cumplir caprichos y a ejercer la violencia en el gobierno de la sociedad, es decir, surge la dictadura. Aparecen con ominosos signos la confusión y la desconfianza. La gran mayoría de la población se encuentra en un negro túnel. Esa inmensa mayoría que no votó, que se abstuvo, pagará con su esfuerzo, con su sacrificio y con su trabajo los onerosos gastos de las futuras campañas del dictador. La burla de la voluntad popular es cínica y falta de todo recato ético- moral.

Hablan de la libertad, ¿sabrán qué es la libertad? Hablan de la democracia ¿la conocen? ¿Pueden hacer un recuento de las acciones que en sus vidas han realizado en la búsqueda y la consecución de estos conceptos? Recordemos a Goethe en su célebre frase: “No tienen derecho a la libertad quienes no luchan todos los días para conquistarla”. Somos 130 millones de mexicanos, la gran mayoría encontramos nuestra área de confort en la abstención a la hora de votar. Hay casillas donde no vota ni el 10% de los enlistados en el padrón. Hoy tirios y troyanos padecemos un gobierno dictatorial con tintes de amor a la pobreza, pero ¿y los recursos, para llevarlos a la redención en nuestro sistema? He allí la confusión y la desconfianza. Creará el dictador una falange de votantes comprados con las dádivas clientelares. Educación, salud, conectividad y cumplimiento de la ley, es lo que el pueblo exige.