/ viernes 15 de febrero de 2019

Consultas a conveniencia

Desde mediados del año pasado, en este mismo espacio de análisis y reflexión, se advirtió sobre la conveniencia con la que, el entonces presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, utilizaría el mecanismo de la consulta popular. Y aunque el ahora presidente constitucional insiste en que sus consultas se deben a que “el pueblo siempre tendrá la última palabra”, esa no es la verdad.


Con sus consultas, lo que el presidente en realidad quiere, es “legitimar” algunas de las decisiones ya tomadas sobre ciertos temas y, en caso de ser necesario, poder lavarse las manos.


Por ejemplo, a pesar de que el presidente López Obrador asegura que está decidido a acabar no sólo con la corrupción, sino también con la impunidad ligada a ésta; ahora resulta que quiere consultar con el pueblo si esa decisión también debe -o no- aplicarse a los presidentes o funcionarios del pasado, pero sugiriéndole (o sea, tratando de manipular la consulta desde ahora) que lo mejor es empezar de cero; es decir, “borrón y cuenta nueva”.


Otro ejemplo, está en el hecho de que ahora consultará al pueblo bueno y sabio en materia de ciencias ambientales, acueductos, gasoductos y operación de plantas termoeléctricas, pero no lo consultó para decidir el destino del programa de estancias infantiles. ¿O es que en ese campo el pueblo no tiene la experiencia y los conocimientos suficientes y necesarios?


Según el presidente López, la decisión sobre las estancias se tomó debido a las irregularidades en el manejo de los recursos destinados dicho programa. En ese supuesto, y habiendo decidido no consultar al pueblo, entonces las preguntas son: ¿Qué no hay nadie en su gobierno, específicamente en la ahora Secretaría del Bienestar, que sea capaz de regularizar la situación y encargarse de que no vuelva a suceder? y ¿En verdad no había otra solución que no fuera la de atentar contra el bienestar de los niños y sus familias? (porque eso de que le entregue el dinero directamente a los padres no garantiza que será utilizado para pagar el cuidado de los niños, ni que ese cuidado sea el adecuado para su desarrollo integral).


El asunto es que, independientemente de que los abuelos (en caso de que los haya) puedan -o no-, o quieran -o no- cuidar a sus nietos, si el presidente gusta de utilizar las consultas populares (quesque porque el pueblo es el que manda), debió consultar al pueblo sobre este sensible tema que, sin duda alguna, es de gran relevancia (no sólo nacional) porque de él depende, nada más y nada menos, el cuidado y bienestar de los más pequeños e inocentes miembros de la sociedad.


Finalizo en esta ocasión, citando lo dicho alguna vez por la defensora de los Derechos Humanos y escritora sudafricana Christina Engela: “Nuestra comunidad merece líderes que no ponen su propia conveniencia o la conveniencia política antes de sus compromisos con aquellos a los que supuestamente representan”.



laecita.wordpress.com

laecita@gmail.com


Desde mediados del año pasado, en este mismo espacio de análisis y reflexión, se advirtió sobre la conveniencia con la que, el entonces presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, utilizaría el mecanismo de la consulta popular. Y aunque el ahora presidente constitucional insiste en que sus consultas se deben a que “el pueblo siempre tendrá la última palabra”, esa no es la verdad.


Con sus consultas, lo que el presidente en realidad quiere, es “legitimar” algunas de las decisiones ya tomadas sobre ciertos temas y, en caso de ser necesario, poder lavarse las manos.


Por ejemplo, a pesar de que el presidente López Obrador asegura que está decidido a acabar no sólo con la corrupción, sino también con la impunidad ligada a ésta; ahora resulta que quiere consultar con el pueblo si esa decisión también debe -o no- aplicarse a los presidentes o funcionarios del pasado, pero sugiriéndole (o sea, tratando de manipular la consulta desde ahora) que lo mejor es empezar de cero; es decir, “borrón y cuenta nueva”.


Otro ejemplo, está en el hecho de que ahora consultará al pueblo bueno y sabio en materia de ciencias ambientales, acueductos, gasoductos y operación de plantas termoeléctricas, pero no lo consultó para decidir el destino del programa de estancias infantiles. ¿O es que en ese campo el pueblo no tiene la experiencia y los conocimientos suficientes y necesarios?


Según el presidente López, la decisión sobre las estancias se tomó debido a las irregularidades en el manejo de los recursos destinados dicho programa. En ese supuesto, y habiendo decidido no consultar al pueblo, entonces las preguntas son: ¿Qué no hay nadie en su gobierno, específicamente en la ahora Secretaría del Bienestar, que sea capaz de regularizar la situación y encargarse de que no vuelva a suceder? y ¿En verdad no había otra solución que no fuera la de atentar contra el bienestar de los niños y sus familias? (porque eso de que le entregue el dinero directamente a los padres no garantiza que será utilizado para pagar el cuidado de los niños, ni que ese cuidado sea el adecuado para su desarrollo integral).


El asunto es que, independientemente de que los abuelos (en caso de que los haya) puedan -o no-, o quieran -o no- cuidar a sus nietos, si el presidente gusta de utilizar las consultas populares (quesque porque el pueblo es el que manda), debió consultar al pueblo sobre este sensible tema que, sin duda alguna, es de gran relevancia (no sólo nacional) porque de él depende, nada más y nada menos, el cuidado y bienestar de los más pequeños e inocentes miembros de la sociedad.


Finalizo en esta ocasión, citando lo dicho alguna vez por la defensora de los Derechos Humanos y escritora sudafricana Christina Engela: “Nuestra comunidad merece líderes que no ponen su propia conveniencia o la conveniencia política antes de sus compromisos con aquellos a los que supuestamente representan”.



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