/ martes 17 de abril de 2018

¿Continuación de la política?: la guerra en Siria

La guerra es continuación de la política, sostuvo Carl von Klausewits. Aunque por otros medios, añadió, después de que los contendientes hubiesen agotado todos los recursos habidos o por haber.

En “La paz por medio del Derecho”, Hans Kelsen aludió a los organismos auxiliares en materia internacional que pueden concurrir a fin de evitar los conflictos bélicos como el que está ocurriendo en uno de los países de Oriente Medio donde, por cierto, Israel es la manzana de la discordia aún en nuestros días.

Por caso serían juzgados regionales, o sus equivalentes, los encargados de dirimir las controversias, al igual que ocurre con las instancias locales en cada país, las indicadas para hacer justicia, la que demandan las partes.

Bien sabemos que la justicia entre naciones es lenta y más que retardataria.

Hoy, ante el azoro global, el mandatario estadunidense, Donald Trump se jacta de haber lanzado el ataque bélico contra objetivos militares de Siria. Y se ufana también de sostener el pulso en dicho sentido ante cualquier provocación.

Mientras tanto, Rusia y su ejecutivo, Putin, acuden en última instancia a la ONU para contener el desenfreno bélico vuelto a desatar a través del castigo por mano propia. “Ex post facto”, lo lleva a cabo ante la toma de imponer las sanciones mediante decisión unilateral de los Estados Unidos.

Se impone, de ese modo, el primitivismo en la sociedad internacional. Y se actúa al margen de la corte suprema conocido bajo la denominación de Organizaciones Unidas.

De la Liga de Naciones a la ONU hubo de ocurrir la Primera Guerra Mundial y de la inacción de los órganos jurisdiccionales creados para suplir los vacíos de autoridad que ocasionaron, la Segunda Guerra Mundial. Así, nada ni nadie puede asegurar que todo serán sólo acciones arbitrarias del presidente Trump el resultado del inicio que se avizora un conflicto global de incalculables efectos.

Es decir, que no estamos lejos de un temible y terrorífico preámbulo, la tercera guerra, que podría llegar a costas y al corazón mismo del Continente nuestro.

Los tiempos modernos exigen en el cargo supremo la presencia de estadistas, no de políticos y menos de improvisados politicastros, con aires dictatoriales y tomas de decisiones por encima de la propensión pacifista de sus ciudadanos.

El terrorismo islámico no se resolverá con las pretensiones de ir al “tú por tú”. Lo de las Torres Gemelas fue un aviso muy a tiempo, como para haber asumido, en tiempo y forma, el camino señalado por el sistema de negociaciones, a menos que con el fanatismo de los grupos terroristas todo sucede según uno de los principios propios del anarquismo ideológico y político: el de “quítate que me pongo yo”, con todo y sus nefastos resultados.

Pero si no es motivo de congratulación el ataque militar estadunidense, tampoco lo será el imperio del “ojo por ojo…”.

Poco queda por hacer tras el panorama cruento suscitado por la venganza occidental desatada el viernes anterior.

A pesar de lo ocurrido, es hora de que la ONU haga lo que le corresponde. Y no incurra en el cruzarse de brazos como ha venido haciéndolo desde su creación, hace tres cuartos de siglo.

No olvidamos el capítulo horrendo del Holocausto, contra los judíos.


http://federicoosorioaltuzar.blogspot.mx













La guerra es continuación de la política, sostuvo Carl von Klausewits. Aunque por otros medios, añadió, después de que los contendientes hubiesen agotado todos los recursos habidos o por haber.

En “La paz por medio del Derecho”, Hans Kelsen aludió a los organismos auxiliares en materia internacional que pueden concurrir a fin de evitar los conflictos bélicos como el que está ocurriendo en uno de los países de Oriente Medio donde, por cierto, Israel es la manzana de la discordia aún en nuestros días.

Por caso serían juzgados regionales, o sus equivalentes, los encargados de dirimir las controversias, al igual que ocurre con las instancias locales en cada país, las indicadas para hacer justicia, la que demandan las partes.

Bien sabemos que la justicia entre naciones es lenta y más que retardataria.

Hoy, ante el azoro global, el mandatario estadunidense, Donald Trump se jacta de haber lanzado el ataque bélico contra objetivos militares de Siria. Y se ufana también de sostener el pulso en dicho sentido ante cualquier provocación.

Mientras tanto, Rusia y su ejecutivo, Putin, acuden en última instancia a la ONU para contener el desenfreno bélico vuelto a desatar a través del castigo por mano propia. “Ex post facto”, lo lleva a cabo ante la toma de imponer las sanciones mediante decisión unilateral de los Estados Unidos.

Se impone, de ese modo, el primitivismo en la sociedad internacional. Y se actúa al margen de la corte suprema conocido bajo la denominación de Organizaciones Unidas.

De la Liga de Naciones a la ONU hubo de ocurrir la Primera Guerra Mundial y de la inacción de los órganos jurisdiccionales creados para suplir los vacíos de autoridad que ocasionaron, la Segunda Guerra Mundial. Así, nada ni nadie puede asegurar que todo serán sólo acciones arbitrarias del presidente Trump el resultado del inicio que se avizora un conflicto global de incalculables efectos.

Es decir, que no estamos lejos de un temible y terrorífico preámbulo, la tercera guerra, que podría llegar a costas y al corazón mismo del Continente nuestro.

Los tiempos modernos exigen en el cargo supremo la presencia de estadistas, no de políticos y menos de improvisados politicastros, con aires dictatoriales y tomas de decisiones por encima de la propensión pacifista de sus ciudadanos.

El terrorismo islámico no se resolverá con las pretensiones de ir al “tú por tú”. Lo de las Torres Gemelas fue un aviso muy a tiempo, como para haber asumido, en tiempo y forma, el camino señalado por el sistema de negociaciones, a menos que con el fanatismo de los grupos terroristas todo sucede según uno de los principios propios del anarquismo ideológico y político: el de “quítate que me pongo yo”, con todo y sus nefastos resultados.

Pero si no es motivo de congratulación el ataque militar estadunidense, tampoco lo será el imperio del “ojo por ojo…”.

Poco queda por hacer tras el panorama cruento suscitado por la venganza occidental desatada el viernes anterior.

A pesar de lo ocurrido, es hora de que la ONU haga lo que le corresponde. Y no incurra en el cruzarse de brazos como ha venido haciéndolo desde su creación, hace tres cuartos de siglo.

No olvidamos el capítulo horrendo del Holocausto, contra los judíos.


http://federicoosorioaltuzar.blogspot.mx