/ sábado 26 de enero de 2019

Control del descontrol

La técnica que López Obrador ha utilizado para cautivar a millones de mexicanos con sus ideas y propuestas (algunas risibles, por cierto), está contenida en el listado de las 10 estrategias que Noam Chomsky planteó en su ensayo sobre control de la percepción social.

Durante mi primera exposición (sábado pasado) escribí sobre el enorme riesgo que significa involucrarse en la confrontación, como forma de ser oposición al gobierno, sea esta política, jurídica o de simple debate argumentativo y desarrollé las primeras cinco estrategias fundamentales.

Ahora abordo la utilización del aspecto emocional como una técnica clásica para romper el proceso de reflexión y análisis racional y, por ende, para eliminar el sentido crítico de los individuos.

Si usted analiza con puntual precisión las reacciones del mandatario nacional sobre los dos primeros acontecimientos más trascendentes ocurridos durante el corto tiempo que lleva de su mandato y que tienen que ver con la caída del helicóptero en el que viajaba la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso, y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle, así como el incendio en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde más de 95 personas perdieron la vida al encontrarse “ordeñando” gasolina de un ducto de Pemex, en ninguno de los casos el presidente se presentó apresuradamente al lugar de los hechos ni realizó alguna expresión en un lapso menor de 18 horas.

Su tiempo de reacción, considerada por algunos exageradamente lenta, fue mesurada y aprovechó ambas circunstancias para fortalecer la percepción de los ciudadanos de que, en estos casos y en todos los demás donde haya “injusticia social”, su gobierno actuará con la mente fría, pero el corazón caliente.

“El registro de las emociones permite abrir las puertas de acceso al subconsciente -dice Chomsky- para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, así como compulsiones o inducir comportamientos”.

Sin duda, el comportamiento del actual mandatario estatal ya debe ser motivo de estudio de quienes se especializan en las estrategias de conducción social. No es fácil lograr que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. Por eso la oposición a AMLO no ha tenido el éxito que busca al ejercer su crítica oposición.

Lo más preocupante es que todo parece indicar, siguiendo las estrategias del ensayista social, que el nuevo gobierno se está especializando en estimular en la sociedad su inclinación hacia la mediocridad. Le está haciendo creer a gran parte de la sociedad que, por su condición económica precaria, sus raquíticas oportunidades de desarrollo y su indefensión respecto al crimen y la violencia, están convertidos en seres inválidos que necesariamente necesitan del gobernante, ÉL, porque de lo contrario muy pronto serán víctimas también del crimen organizado.

Así, AMLO trata de reforzar el sentimiento de culpabilidad de la sociedad, cuando públicamente arenga que le dejaron un país corrupto y denigrado (ojo, no dijo un gobierno). Además, llama incultos a quienes se oponen a sus designios.

Quizá, naturalmente, algún lector no esté de acuerdo con la exposición que hago en esta colaboración; pero el reto no consiste en demostrar por qué podría estar equivocado, sino en cómo prevenir, ahora que nos gobierna AMLO, lo que el sociólogo Noam Chomsky describió como las 10 mejores estrategias para manipular la percepción de la gente. Mientras no se logre, seguiremos siendo cautivos de caudillos.


alfredopineraguevara@gmail.com

La técnica que López Obrador ha utilizado para cautivar a millones de mexicanos con sus ideas y propuestas (algunas risibles, por cierto), está contenida en el listado de las 10 estrategias que Noam Chomsky planteó en su ensayo sobre control de la percepción social.

Durante mi primera exposición (sábado pasado) escribí sobre el enorme riesgo que significa involucrarse en la confrontación, como forma de ser oposición al gobierno, sea esta política, jurídica o de simple debate argumentativo y desarrollé las primeras cinco estrategias fundamentales.

Ahora abordo la utilización del aspecto emocional como una técnica clásica para romper el proceso de reflexión y análisis racional y, por ende, para eliminar el sentido crítico de los individuos.

Si usted analiza con puntual precisión las reacciones del mandatario nacional sobre los dos primeros acontecimientos más trascendentes ocurridos durante el corto tiempo que lleva de su mandato y que tienen que ver con la caída del helicóptero en el que viajaba la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso, y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle, así como el incendio en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde más de 95 personas perdieron la vida al encontrarse “ordeñando” gasolina de un ducto de Pemex, en ninguno de los casos el presidente se presentó apresuradamente al lugar de los hechos ni realizó alguna expresión en un lapso menor de 18 horas.

Su tiempo de reacción, considerada por algunos exageradamente lenta, fue mesurada y aprovechó ambas circunstancias para fortalecer la percepción de los ciudadanos de que, en estos casos y en todos los demás donde haya “injusticia social”, su gobierno actuará con la mente fría, pero el corazón caliente.

“El registro de las emociones permite abrir las puertas de acceso al subconsciente -dice Chomsky- para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, así como compulsiones o inducir comportamientos”.

Sin duda, el comportamiento del actual mandatario estatal ya debe ser motivo de estudio de quienes se especializan en las estrategias de conducción social. No es fácil lograr que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. Por eso la oposición a AMLO no ha tenido el éxito que busca al ejercer su crítica oposición.

Lo más preocupante es que todo parece indicar, siguiendo las estrategias del ensayista social, que el nuevo gobierno se está especializando en estimular en la sociedad su inclinación hacia la mediocridad. Le está haciendo creer a gran parte de la sociedad que, por su condición económica precaria, sus raquíticas oportunidades de desarrollo y su indefensión respecto al crimen y la violencia, están convertidos en seres inválidos que necesariamente necesitan del gobernante, ÉL, porque de lo contrario muy pronto serán víctimas también del crimen organizado.

Así, AMLO trata de reforzar el sentimiento de culpabilidad de la sociedad, cuando públicamente arenga que le dejaron un país corrupto y denigrado (ojo, no dijo un gobierno). Además, llama incultos a quienes se oponen a sus designios.

Quizá, naturalmente, algún lector no esté de acuerdo con la exposición que hago en esta colaboración; pero el reto no consiste en demostrar por qué podría estar equivocado, sino en cómo prevenir, ahora que nos gobierna AMLO, lo que el sociólogo Noam Chomsky describió como las 10 mejores estrategias para manipular la percepción de la gente. Mientras no se logre, seguiremos siendo cautivos de caudillos.


alfredopineraguevara@gmail.com