/ sábado 18 de abril de 2020

Coronavirus, parteaguas ¿y ahora…?

Cuando sucede una crisis nacional a partir de una pandemia mundial, los mexicanos quisiéramos ver de inmediato cómo los gobiernos, las corporaciones, las organizaciones, los partidos políticos y los ciudadanos en general hacen a un lado todas las diferencias que dificulten que el país enfrente la crisis unido, lo cual no está hoy sucediendo, porque el concepto de unidad que propone AMLO recuerda el presidencialismo nacionalista autoritario del PRI del siglo XX.

Miles de vidas y fuentes de trabajo están en riesgo, donde somos uno de los pocos países en el mundo que no tenemos un control adecuado sobre el número real de infectados, enfermos y fallecidos; así como somos el tercer país en Latinoamérica que está invirtiendo menos recursos públicos en la defensa y conservación de las fuentes de trabajo.

El coronavirus nos encontró divididos, en un terrible momento político y económico, donde no apreciamos la menor intención o intento de AMLO y la 4T, para dejar a un lado su programa, proyectos y las diferencias con quienes simplemente no comparten su visión, estrategias e ideología.

No alcanzo a comprender, cómo es posible que no se entienda, que el mundo y México no serán los mismos cuando termine la pandemia, cuyos terribles efectos han sido amplificados por la globalización, la interconexión y movilidad de viajeros y mercancías; proceso irreversible, donde intentar controlar cerrando la economía simplemente conduciría a México al abismo.

Considerando que casi 2 millones de empleos son generados por empresas relacionadas con la industria maquiladora, especialmente automotriz. Donde AMLO pretende sustentar la viabilidad económica de México en la industria petrolera, como sucedió durante 30 años hasta 2012, una verdadera alucinación nacionalista, porque debido al crecimiento de la producción mundial y al impulso de las energías solar y eólica, los días de barriles de 100 dólares son historia.

El desafío del coronavirus va más allá de las ideologías, cuando vemos cómo las fantasías de conspiraciones han contagiado inclusive a los países desarrollados, como el rumor de que las torres repetidoras del nuevo estándar de telefonía el G5 ayudaba al coronavirus debilitando la defensa inmunológica, lo cual provocó que personas aterrorizadas destruyeran torres repetidoras. El G5 es más rápido porque es más eficiente, no porque utilice más energía.

La situación financiera del Gobierno Federal quedó a la vista esta semana, cuando AMLO sostuvo una reunión con el consejo de Banco de México, solicitando que le adelantaran la entrega de los remanentes anuales (utilidad operativa) y que ascienden a miles de millones de pesos, donde los representantes le informaron que por ley no lo pueden hacer, ¿cómo andará la chequera federal..?

También esta semana el director del IMSS informó que se estaban reparando equipos respiradores en el área tecnología del IMSS en Michoacán, donde el gobernador Aureoles declaró que simplemente ésta no existe, y que le estaban devolviendo las batas y tapabocas chinos de mala calidad que les habían enviado. Qué remedio, México nos veremos obligados a enfrentar la pandemia, divididos, sin un liderazgo nacional, sin suficientes recursos públicos y con una sangría brutal de vidas, inversión y empleos, en medio de un huracán de embustes.

Cuando sucede una crisis nacional a partir de una pandemia mundial, los mexicanos quisiéramos ver de inmediato cómo los gobiernos, las corporaciones, las organizaciones, los partidos políticos y los ciudadanos en general hacen a un lado todas las diferencias que dificulten que el país enfrente la crisis unido, lo cual no está hoy sucediendo, porque el concepto de unidad que propone AMLO recuerda el presidencialismo nacionalista autoritario del PRI del siglo XX.

Miles de vidas y fuentes de trabajo están en riesgo, donde somos uno de los pocos países en el mundo que no tenemos un control adecuado sobre el número real de infectados, enfermos y fallecidos; así como somos el tercer país en Latinoamérica que está invirtiendo menos recursos públicos en la defensa y conservación de las fuentes de trabajo.

El coronavirus nos encontró divididos, en un terrible momento político y económico, donde no apreciamos la menor intención o intento de AMLO y la 4T, para dejar a un lado su programa, proyectos y las diferencias con quienes simplemente no comparten su visión, estrategias e ideología.

No alcanzo a comprender, cómo es posible que no se entienda, que el mundo y México no serán los mismos cuando termine la pandemia, cuyos terribles efectos han sido amplificados por la globalización, la interconexión y movilidad de viajeros y mercancías; proceso irreversible, donde intentar controlar cerrando la economía simplemente conduciría a México al abismo.

Considerando que casi 2 millones de empleos son generados por empresas relacionadas con la industria maquiladora, especialmente automotriz. Donde AMLO pretende sustentar la viabilidad económica de México en la industria petrolera, como sucedió durante 30 años hasta 2012, una verdadera alucinación nacionalista, porque debido al crecimiento de la producción mundial y al impulso de las energías solar y eólica, los días de barriles de 100 dólares son historia.

El desafío del coronavirus va más allá de las ideologías, cuando vemos cómo las fantasías de conspiraciones han contagiado inclusive a los países desarrollados, como el rumor de que las torres repetidoras del nuevo estándar de telefonía el G5 ayudaba al coronavirus debilitando la defensa inmunológica, lo cual provocó que personas aterrorizadas destruyeran torres repetidoras. El G5 es más rápido porque es más eficiente, no porque utilice más energía.

La situación financiera del Gobierno Federal quedó a la vista esta semana, cuando AMLO sostuvo una reunión con el consejo de Banco de México, solicitando que le adelantaran la entrega de los remanentes anuales (utilidad operativa) y que ascienden a miles de millones de pesos, donde los representantes le informaron que por ley no lo pueden hacer, ¿cómo andará la chequera federal..?

También esta semana el director del IMSS informó que se estaban reparando equipos respiradores en el área tecnología del IMSS en Michoacán, donde el gobernador Aureoles declaró que simplemente ésta no existe, y que le estaban devolviendo las batas y tapabocas chinos de mala calidad que les habían enviado. Qué remedio, México nos veremos obligados a enfrentar la pandemia, divididos, sin un liderazgo nacional, sin suficientes recursos públicos y con una sangría brutal de vidas, inversión y empleos, en medio de un huracán de embustes.