/ domingo 19 de julio de 2020

Corral, el émulo perfecto

Mucho se admira el gobernador Javier Corral de su sucesor César Duarte, por la vida palaciega que se dio en los seis años que estuvo al frente del Ejecutivo, cosa que no le discuto, pero si nos detenemos un poco, tan sólo un momento para comparar a uno y otro, en los casi cuatro años que tiene ostentando el cargo, Corral no canta mal las rancheras, también se ha dado su buena vida cual reyezuelo no acostumbrado al trabajo duro ni blando.

En la manera en que acaparó el control de las instituciones en el estado, violentando la autonomía de las mismas sobre todo del Legislativo y el Poder Judicial, este gobierno no se diferencia mucho del manejo que hizo el anterior, inclusive puedo decir sin temor a equivocarme que el actual supera por mucho al pasado, o ¿quién lo duda?, si mira el desaseado proceso de selección de jueces y magistrados operado por Lucha Castro, donde quisieron imponer a su propia plantilla de oficiosos, pero se descubrió el juego que a la postre le costó la cabeza de la operadora número uno del gobernador en el Tribunal Superior de Justicia del estado.

En el Congreso del estado no hay tanta diferencia entre uno y otro mandatario, ambos se metieron de cuerpo completo para controlar cuanta reforma y proceso legislativo conveniente a sus intereses, quitando y poniendo a su antojo; o quién no recuerda la eliminación de la Secretaría de Asuntos Interinstitucionales a cargo de Omar Holguín, expresidente del Consejo Estatal de Morena, so pretexto de la austeridad a la que él mismo gobernador nunca se sujetó. Sin embargo, pese a toda la intromisión en el Legislativo, a Javier Corral no le alcanzó la capacidad de sus operadores para lograr todos sus objetivos, el más pretendido, que es la Reforma Electoral, recientemente le dejó un fuerte descalabro.

Cada uno tiene un modus operandi distinto, está claro, pero en ambos se distingue el engolosinamiento del poder. También existen grandes diferencias, pero ésas podrían ser materia de otra entrega, en ésta quiero abundar en la vida de rey que también se está dando el gobernador, pero en detrimento del pueblo chihuahuense.

En tres años y medio Javier Corral superó los 700 vuelos privados, casi los mismos que hiciera César Duarte en el mismo periodo, un poco menos. El mandatario actual rehúye al “tedio” que le puede producir las carreteras, a la jaqueca de los contratiempos de traslado por tierra o a la espera en el aeropuerto, al riesgo que tiene todo ciudadano cuando transitamos de uno a otro municipio en vehículo, prefiere la comodidad del helicóptero de lujo Bell 429, la rapidez y regalo del jet Cessna Citation CJ3, la seguridad del King Air, que son propiedad del gobierno estatal; o en su defecto, las comodidades de jeque árabe que le pueden proporcionar las aeronaves prestadas de sus amigos empresarios, que por cierto son proveedores del gobierno del estado. Está bien que lo disfrute, pero todo eso le cuesta millones a los chihuahuenses, y además había prometido que toda esa flotilla la iba a vender y que se trasladaría en aviones comerciales, cosa que no hizo.

Frente a las calumnias, a las baladronadas de Javier Corral, no dejaremos de señalar los actos de corrupción que adornan su gestión, él está acostumbrado a ladrar y que los otros callen, no lo vamos permitir, así se la ha pasado todo su gobierno y durante toda su vida de tribuno regio, y no se podía esperar algo distinto ahora que termina su mandato como gobernador.

Sugerencias y comentarios favor de hacérmelos llegar a mi correo: cpc16169@gmail.com



Mucho se admira el gobernador Javier Corral de su sucesor César Duarte, por la vida palaciega que se dio en los seis años que estuvo al frente del Ejecutivo, cosa que no le discuto, pero si nos detenemos un poco, tan sólo un momento para comparar a uno y otro, en los casi cuatro años que tiene ostentando el cargo, Corral no canta mal las rancheras, también se ha dado su buena vida cual reyezuelo no acostumbrado al trabajo duro ni blando.

En la manera en que acaparó el control de las instituciones en el estado, violentando la autonomía de las mismas sobre todo del Legislativo y el Poder Judicial, este gobierno no se diferencia mucho del manejo que hizo el anterior, inclusive puedo decir sin temor a equivocarme que el actual supera por mucho al pasado, o ¿quién lo duda?, si mira el desaseado proceso de selección de jueces y magistrados operado por Lucha Castro, donde quisieron imponer a su propia plantilla de oficiosos, pero se descubrió el juego que a la postre le costó la cabeza de la operadora número uno del gobernador en el Tribunal Superior de Justicia del estado.

En el Congreso del estado no hay tanta diferencia entre uno y otro mandatario, ambos se metieron de cuerpo completo para controlar cuanta reforma y proceso legislativo conveniente a sus intereses, quitando y poniendo a su antojo; o quién no recuerda la eliminación de la Secretaría de Asuntos Interinstitucionales a cargo de Omar Holguín, expresidente del Consejo Estatal de Morena, so pretexto de la austeridad a la que él mismo gobernador nunca se sujetó. Sin embargo, pese a toda la intromisión en el Legislativo, a Javier Corral no le alcanzó la capacidad de sus operadores para lograr todos sus objetivos, el más pretendido, que es la Reforma Electoral, recientemente le dejó un fuerte descalabro.

Cada uno tiene un modus operandi distinto, está claro, pero en ambos se distingue el engolosinamiento del poder. También existen grandes diferencias, pero ésas podrían ser materia de otra entrega, en ésta quiero abundar en la vida de rey que también se está dando el gobernador, pero en detrimento del pueblo chihuahuense.

En tres años y medio Javier Corral superó los 700 vuelos privados, casi los mismos que hiciera César Duarte en el mismo periodo, un poco menos. El mandatario actual rehúye al “tedio” que le puede producir las carreteras, a la jaqueca de los contratiempos de traslado por tierra o a la espera en el aeropuerto, al riesgo que tiene todo ciudadano cuando transitamos de uno a otro municipio en vehículo, prefiere la comodidad del helicóptero de lujo Bell 429, la rapidez y regalo del jet Cessna Citation CJ3, la seguridad del King Air, que son propiedad del gobierno estatal; o en su defecto, las comodidades de jeque árabe que le pueden proporcionar las aeronaves prestadas de sus amigos empresarios, que por cierto son proveedores del gobierno del estado. Está bien que lo disfrute, pero todo eso le cuesta millones a los chihuahuenses, y además había prometido que toda esa flotilla la iba a vender y que se trasladaría en aviones comerciales, cosa que no hizo.

Frente a las calumnias, a las baladronadas de Javier Corral, no dejaremos de señalar los actos de corrupción que adornan su gestión, él está acostumbrado a ladrar y que los otros callen, no lo vamos permitir, así se la ha pasado todo su gobierno y durante toda su vida de tribuno regio, y no se podía esperar algo distinto ahora que termina su mandato como gobernador.

Sugerencias y comentarios favor de hacérmelos llegar a mi correo: cpc16169@gmail.com