/ martes 29 de mayo de 2018

Cosas del pasado

Existen situaciones o sucesos del pasado que muchas personas quisieran borrar de su vida y su memoria, cosas que en el hoy pueden avergonzarlas o presentar una mala imagen de ellos ante los demás. La mayoría ha actuado en algún momento en contra de lo que piensan, de sus convicciones, por causas diversas, justificables o no.
El caso es que la vida sigue su curso y aquello que se hizo o dejó de hacer, en lo que se participó a veces llevado por otros, deja su huella indeleble. Por eso no son pocos quienes buscan ocultar esos hechos o esas situaciones pasadas, dejarlos atrás, olvidarlos, superarlos o redimirlos realizando obras en contrario.

El detalle es que cada cosa que realizamos o la reacción ante cada circunstancia en que nos encontramos marca nuestro ser en el ahora y para el futuro, no importa la edad que tengamos. Y si muchas veces las repercusiones inciden en nuestro interior, otras veces lo hacen sobre los demás o en un entorno comunitario pequeño o grande.

Quienes se dedican a estudiar el fondo de las personas, su interioridad, hurgan en el pasado para descubrir algún elemento que influye en su comportamiento actual. También, muchas veces con malas o aviesas intenciones, hay quienes indagan en hechos pasados para utilizar esa información en beneficio propio o sacar a la luz determinados sucesos que pueden revertirse en contra de las personas o grupos en los que éstas se desenvuelven, tal sucede con cierta frecuencia en épocas electorales.

Hay cosas pasadas que pudieron ser esporádicas y que de modo alguno definen el ser y quehacer de una persona, cosas causadas por algún deseo incontrolable, por una pasión, por una inclinación o tentación permitida, etcétera, pero que, una vez superadas las causas, quedan, por así decirlo, archivadas.

Hay situaciones del pasado personal en el ámbito político –y también en otros como el artístico- sobre las que no se tiene derecho sacar a la luz, a menos que tales asuntos vayan contra el bien de la comunidad o repercutan en el ámbito público, y eso utilizando los datos al servicio de la verdad y la justicia.

La vida privada de las personas, sean quienes sean, merece respeto y mal se hace al exponer detalles que deterioren su imagen injustamente. ¿Lo ven?


Existen situaciones o sucesos del pasado que muchas personas quisieran borrar de su vida y su memoria, cosas que en el hoy pueden avergonzarlas o presentar una mala imagen de ellos ante los demás. La mayoría ha actuado en algún momento en contra de lo que piensan, de sus convicciones, por causas diversas, justificables o no.
El caso es que la vida sigue su curso y aquello que se hizo o dejó de hacer, en lo que se participó a veces llevado por otros, deja su huella indeleble. Por eso no son pocos quienes buscan ocultar esos hechos o esas situaciones pasadas, dejarlos atrás, olvidarlos, superarlos o redimirlos realizando obras en contrario.

El detalle es que cada cosa que realizamos o la reacción ante cada circunstancia en que nos encontramos marca nuestro ser en el ahora y para el futuro, no importa la edad que tengamos. Y si muchas veces las repercusiones inciden en nuestro interior, otras veces lo hacen sobre los demás o en un entorno comunitario pequeño o grande.

Quienes se dedican a estudiar el fondo de las personas, su interioridad, hurgan en el pasado para descubrir algún elemento que influye en su comportamiento actual. También, muchas veces con malas o aviesas intenciones, hay quienes indagan en hechos pasados para utilizar esa información en beneficio propio o sacar a la luz determinados sucesos que pueden revertirse en contra de las personas o grupos en los que éstas se desenvuelven, tal sucede con cierta frecuencia en épocas electorales.

Hay cosas pasadas que pudieron ser esporádicas y que de modo alguno definen el ser y quehacer de una persona, cosas causadas por algún deseo incontrolable, por una pasión, por una inclinación o tentación permitida, etcétera, pero que, una vez superadas las causas, quedan, por así decirlo, archivadas.

Hay situaciones del pasado personal en el ámbito político –y también en otros como el artístico- sobre las que no se tiene derecho sacar a la luz, a menos que tales asuntos vayan contra el bien de la comunidad o repercutan en el ámbito público, y eso utilizando los datos al servicio de la verdad y la justicia.

La vida privada de las personas, sean quienes sean, merece respeto y mal se hace al exponer detalles que deterioren su imagen injustamente. ¿Lo ven?