/ miércoles 9 de diciembre de 2020

Cosas y más cosas

Recorro mi casa y veo muchos productos que se quedaron rezagados, porque antes de utilizarlos por completo, compré otro. La ropa es excesiva aun cuando me he deshecho de bastante. Objetos catalogados de valor ya no me parecen importantes, los siento como ladillas que me succionan energía. Muebles, adornos y todo tipo de cachivaches ¡no sé en qué momento junté tantas cosas! Analizo el tiempo que he utilizado en la carrera del tener, y me entra el apuro de ser, de rescatar lo verdaderamente importante, de hacer en vez de acumular, de poner mi atención y recursos en experiencias y no en cosas. ¡Me inunda un sentimiento de desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo! Ya no me veo comprando sólo por comprar, porque el estarme deshaciendo de algunos apegos me ha dado paz. Pero en mi determinación de reúso y reducción de cosas, pienso en el giro comercial que parece imposible de parar. ¿Si no consumimos que será del comercio, al que hemos estado alimentado y multiplicando y que da sustento a tantas personas? ¿Tendremos la imaginación e iniciativa de crear nuevos giros comerciales que sean responsables? ¿Qué nos espera si seguimos fortaleciendo el monstruo del consumismo? ¿Podrán las grandes potencias mundiales pasarse de los intereses económicos a la urgencia de restablecer y cuidar el planeta? ¿Podrá el ser humano empezar a rechazar los millones de productos innecesarios que están contaminando tierra, aire, agua, animales, humanos y emociones? ¿Tendremos las agallas de analizar, razonar y cambiar hábitos y gustos por un bien mayor?

¿Podremos regresar a lo básico e indispensable? ¿Quién se une a la mesura? ¿Quién quiere conocer la naturaleza para honrarla y amarla al grado de sentirnos parte de ella?

Imagino un futuro esperanzador: Arquitectos planeando construcciones sustentables y suficientes, veo el emporio de la construcción frenando ese frenesí absurdo de construir por construir, buscando maneras de aprovechar lo que ya está. Anhelo un abogado basando su trabajo en la verdad y la justicia, un agricultor sembrando la tierra con amor y cuidado. Imagino médicos que ya no nos vean como simples clientes. Imagino millones de empresarios aportando al beneficio del medio ambiente, le pido a Dios por gobernantes que rescaten con sus acciones el término “política”. Siento un cambio cuando se abren las mentalidades para cuestionar y rechazar lo que se nos enseñó como tajante y absoluto, sueño con una raza humana que deje de sentirse superior y que en su travesía por este mundo camine con pasos amorosos hacia el entorno.

“Los poderosos del mundo” sin duda se han preguntado cuál es nuestro destino con el ritmo que llevamos, y estamos expuestos a planes que ni nos imaginamos. Ante esto sólo nos queda vivir agradeciendo cada día, cuidándonos sin neurosis, pero sin duda hay que recurrir al 5º acuerdo: “Sé escéptico, pero aprende a escuchar” escuchemos todo lo que acontece alrededor, despertemos sentidos y encontremos que nos toca hacer ante este escenario de tantas COSAS visibles y ocultas.





Recorro mi casa y veo muchos productos que se quedaron rezagados, porque antes de utilizarlos por completo, compré otro. La ropa es excesiva aun cuando me he deshecho de bastante. Objetos catalogados de valor ya no me parecen importantes, los siento como ladillas que me succionan energía. Muebles, adornos y todo tipo de cachivaches ¡no sé en qué momento junté tantas cosas! Analizo el tiempo que he utilizado en la carrera del tener, y me entra el apuro de ser, de rescatar lo verdaderamente importante, de hacer en vez de acumular, de poner mi atención y recursos en experiencias y no en cosas. ¡Me inunda un sentimiento de desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo! Ya no me veo comprando sólo por comprar, porque el estarme deshaciendo de algunos apegos me ha dado paz. Pero en mi determinación de reúso y reducción de cosas, pienso en el giro comercial que parece imposible de parar. ¿Si no consumimos que será del comercio, al que hemos estado alimentado y multiplicando y que da sustento a tantas personas? ¿Tendremos la imaginación e iniciativa de crear nuevos giros comerciales que sean responsables? ¿Qué nos espera si seguimos fortaleciendo el monstruo del consumismo? ¿Podrán las grandes potencias mundiales pasarse de los intereses económicos a la urgencia de restablecer y cuidar el planeta? ¿Podrá el ser humano empezar a rechazar los millones de productos innecesarios que están contaminando tierra, aire, agua, animales, humanos y emociones? ¿Tendremos las agallas de analizar, razonar y cambiar hábitos y gustos por un bien mayor?

¿Podremos regresar a lo básico e indispensable? ¿Quién se une a la mesura? ¿Quién quiere conocer la naturaleza para honrarla y amarla al grado de sentirnos parte de ella?

Imagino un futuro esperanzador: Arquitectos planeando construcciones sustentables y suficientes, veo el emporio de la construcción frenando ese frenesí absurdo de construir por construir, buscando maneras de aprovechar lo que ya está. Anhelo un abogado basando su trabajo en la verdad y la justicia, un agricultor sembrando la tierra con amor y cuidado. Imagino médicos que ya no nos vean como simples clientes. Imagino millones de empresarios aportando al beneficio del medio ambiente, le pido a Dios por gobernantes que rescaten con sus acciones el término “política”. Siento un cambio cuando se abren las mentalidades para cuestionar y rechazar lo que se nos enseñó como tajante y absoluto, sueño con una raza humana que deje de sentirse superior y que en su travesía por este mundo camine con pasos amorosos hacia el entorno.

“Los poderosos del mundo” sin duda se han preguntado cuál es nuestro destino con el ritmo que llevamos, y estamos expuestos a planes que ni nos imaginamos. Ante esto sólo nos queda vivir agradeciendo cada día, cuidándonos sin neurosis, pero sin duda hay que recurrir al 5º acuerdo: “Sé escéptico, pero aprende a escuchar” escuchemos todo lo que acontece alrededor, despertemos sentidos y encontremos que nos toca hacer ante este escenario de tantas COSAS visibles y ocultas.





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