/ jueves 26 de noviembre de 2020

Covid-19; actuemos como lo que es: una pandemia


Las medidas que se han impuesto y recomendado por las autoridades para frenar el contagio del Covid-19 son frecuentemente burladas, y los daños causados por acatarlas están ya teniendo fuertes impactos económicos y sociales. Vemos cómo los negocios están perdiendo el aliento, se han incrementado algunas violencias y las familias y grupos sociales se enfrentan continuamente debido a las nuevas condiciones de convivencia y subsistencia. ¿Qué tanto y hasta cuándo? Nos preguntamos día a día.

Las epidemias se logran contener mediante tres estrategias básicas. La primera es lograr detectar y aislar a las personas que estén infectadas para detener la evidente propagación. Ante la política de hacer pocas pruebas y que sean pagadas por los interesados, existen muchos portadores que hacen su vida común propagando el virus. Los que tienen sospecha de tenerlo, ante la necesidad de llevar alimento a la casa, prefieren callar, porque no existe una estrategia de subsidiar su ingreso. Adicionalmente existe mucha confusión de cuándo hacer la prueba y cuál prueba llevar a cabo.

La segunda estrategia es la de evaluar los factores de riesgo que hacen más propenso el contagio. Algo se ha llevado a cabo en este sentido con el establecimiento del uso obligatorio del cubrebocas, el fomentar el lavado de manos, uso del gel y toma de temperatura y oxigenación y los cierres a las actividades económicas y sociales. Por otro lado, se ha permitido que continúen aglomeraciones en el transporte público y en las colas para ingresar a los comercios que tienen su aforo restringido. El entender mejor los factores de riesgo nos permitiría establecer protocolos más precisos y establecer las restricciones de una manera más asertivamente a la actividad económica y social.

La tercera estrategia es el cambio de las normas sociales. El lograr que la población acepte la nueva modalidad y adopte las restricciones, recomendaciones y protocolos necesarios es esencial.

Lo que sí es claro es la necesidad de trabajar colaborativamente. La autoridad debe establecer los canales adecuados para poder construir conjuntamente las estrategias y recibir la colaboración del talento inmerso en la sociedad y no sólo esperar que esta sea de ayuda económica y que la sociedad acate los protocolos sin explicación o fundamento alguno. Las políticas públicas deben estar sustentadas y basadas en evidencia científica.

El anuncio que hizo el gobernador recientemente para la reapertura responsable de restaurantes y comercios es un gran inicio, dado que las estrategias se hicieron con la participación de aproximadamente 60 representantes de ambos gremios. Esperamos que la apertura a la participación de la sociedad en todas las estrategias se dé en el corto plazo.

Lo que sí está del todo fuera de lugar, es la aplicación de políticas públicas o resistencia a éstas, por intereses políticos o de conveniencia económica por encima de la salud de la población.


Las medidas que se han impuesto y recomendado por las autoridades para frenar el contagio del Covid-19 son frecuentemente burladas, y los daños causados por acatarlas están ya teniendo fuertes impactos económicos y sociales. Vemos cómo los negocios están perdiendo el aliento, se han incrementado algunas violencias y las familias y grupos sociales se enfrentan continuamente debido a las nuevas condiciones de convivencia y subsistencia. ¿Qué tanto y hasta cuándo? Nos preguntamos día a día.

Las epidemias se logran contener mediante tres estrategias básicas. La primera es lograr detectar y aislar a las personas que estén infectadas para detener la evidente propagación. Ante la política de hacer pocas pruebas y que sean pagadas por los interesados, existen muchos portadores que hacen su vida común propagando el virus. Los que tienen sospecha de tenerlo, ante la necesidad de llevar alimento a la casa, prefieren callar, porque no existe una estrategia de subsidiar su ingreso. Adicionalmente existe mucha confusión de cuándo hacer la prueba y cuál prueba llevar a cabo.

La segunda estrategia es la de evaluar los factores de riesgo que hacen más propenso el contagio. Algo se ha llevado a cabo en este sentido con el establecimiento del uso obligatorio del cubrebocas, el fomentar el lavado de manos, uso del gel y toma de temperatura y oxigenación y los cierres a las actividades económicas y sociales. Por otro lado, se ha permitido que continúen aglomeraciones en el transporte público y en las colas para ingresar a los comercios que tienen su aforo restringido. El entender mejor los factores de riesgo nos permitiría establecer protocolos más precisos y establecer las restricciones de una manera más asertivamente a la actividad económica y social.

La tercera estrategia es el cambio de las normas sociales. El lograr que la población acepte la nueva modalidad y adopte las restricciones, recomendaciones y protocolos necesarios es esencial.

Lo que sí es claro es la necesidad de trabajar colaborativamente. La autoridad debe establecer los canales adecuados para poder construir conjuntamente las estrategias y recibir la colaboración del talento inmerso en la sociedad y no sólo esperar que esta sea de ayuda económica y que la sociedad acate los protocolos sin explicación o fundamento alguno. Las políticas públicas deben estar sustentadas y basadas en evidencia científica.

El anuncio que hizo el gobernador recientemente para la reapertura responsable de restaurantes y comercios es un gran inicio, dado que las estrategias se hicieron con la participación de aproximadamente 60 representantes de ambos gremios. Esperamos que la apertura a la participación de la sociedad en todas las estrategias se dé en el corto plazo.

Lo que sí está del todo fuera de lugar, es la aplicación de políticas públicas o resistencia a éstas, por intereses políticos o de conveniencia económica por encima de la salud de la población.