/ domingo 19 de julio de 2020

¿Creemos en el periodismo?

La información deliberadamente falsa, en crecimiento

Urge rescatar el valor en la información periodística

Caos global por la “desinfodemia”



El periodismo es baluarte de la democracia, por lo que tiene muchos enemigos, como falsos gobernantes, populistas y delincuentes, pero a últimas fechas ha surgido una nueva amenaza, exageradamente fuerte, conocida como las fake news o desinformación.

Normalmente al fenómeno de la desinformación le decíamos argucia, chisme, murmuración o bulo, pero recientemente se cobija en el eufemismo conocido como fake news, pero no deja ser mentira, que se ha “fortalecido” en las llamadas redes sociales.

Los trabajadores del buen periodismo (escrito, televisivo, radio, digital), que promueven una información veraz, de calidad y con sentido social están en constante riesgo, no sólo en su integridad física, sino su empleo, máxime con la acelerada crisis económica.

A la rápida propagación de noticias falsas se le conoce como “desinfodemia”, que vuelve mucho más peligrosa la pandemia. Es un caos global.

Científicos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona, encabezados por Ramón Salaverría, realizaron una investigación sobre la tipología y la dinámica de divulgación de las noticias falsas sobre el coronavirus en redes sociales.

Tan sólo en España, durante los meses de confinamiento, un tercio corresponden a noticias falsas sobre salud o del ámbito político, vinculadas a la pandemia y el último tercio a suplantación de identidad, phishing, bulos, etc. Las redes sociales que propagan las mentiras, según el estudio son: el WhatsApp a la cabeza, seguida de Twitter y luego, Facebook y YouTube.

Salaverría, dijo: “Cuando para un sector de la sociedad la mentira es más verosímil que la verdad es que estamos viviendo cerca del abismo y del desvarío”.

Los medios de comunicación deben estar conscientes que la popularidad que se alcanza con el ruido o bulos, es un concepto muy distinto al éxito que se logra con un periodismo, cuyos contenidos son propios, basados en los hechos.

Es común que detrás de una campaña de desprestigio se encuentren “lobbies” o agencias de colocación de información multimedia sin fuente oficial. El fin, es que una corriente de opinión produzca cambios sociales, sobre todo en las crisis, como en la económica, electoral o de salud.

Las sociedades, no dejar estar pendientes de la información de los temas de su conveniencia, por consecuencia “abren sus almas a los bulos” y de ahí los conflictos de opinión con otros colectivos, llegando a poner duda a la ciencia, como ocurre con el coronavirus.

Hay ejemplos de las campañas negativas, como la que surgió a la par de la pandemia, contra Bill Gates, cuyo efecto fue global. Se dijo que el hombre más rico del mundo fue el creador del virus del Covid-19, es más, que lo predijo en el 2015 y ahora, para hacer más fortuna busca implantar microchips en medicamentos contra el coronavirus. Esto se puede encontrar en hashtag #exposebillgates.

Otro caso global, es el manejo del tuit por parte de Donald Trump. Su red, es el instrumento de comunicación oficial a pesar de las “falsedades”, como aquel dicho de que recurrió a la automedicación con hidroxicloroquina para curarse. Afirmó que el virus vino de un laboratorio de Wuhan, China.

Ante este “descomunal” consumo fake news, necesitamos revertir el fenómeno, empezando con el fomento de la educación digital y evitar compartir noticias que no tengan fuente oficial. Respaldar a los medios con credibilidad.

La ciencia es otro espacio para combatir el mal. No sólo a través del descubrimiento de la vacuna, sino extendiendo el conocimiento desde los inicios de la educación. El pensamiento científico no es algo exclusivo de los científicos. La ciencia educa.

Ha habido en el mundo, empresarios de medios, intelectuales, periodistas y la misma sociedad, que han lanzado una gran cruzada por salvar el periodismo de calidad, como recientemente sucedió en España que a través de la Asociación de Medios de Información (AMI), que emprendió una campaña con el mensaje “Creemos en el periodismo”.

La idea principal es reivindicar la excelencia periodística, sustentada en la profesionalidad de los comunicadores y el cumplimento de su misión informativa, con lo que se estaría apoyando la democracia y combatiendo, entre otras cosas las noticias falsas. Movimiento, que necesariamente debe seguirse en México.

La vida de la empresa periodística se encuentra en peligro, por lo que es prioritario explorar nuevas rutas, como los modelos digitales y de participación ciudadana.

Andreu Casero-Ripollés, investigador español de la Universitat Jaume I de Castelló (UJI) publicó el estudio: “La pérdida de valor de la información periodística: causas y consecuencias” donde puntualiza: “Se ha configurado una mercancía por la que los consumidores están, cada vez, menos dispuestos a pagar. Una situación que, unida a la fuerte crisis económica, pone en riesgo la supervivencia del periodismo comercial tal y como lo conocemos”.

Agrega: “El carácter comercial de la prensa ha sido durante mucho tiempo la garantía para conseguir y mantener su independencia del poder político, siempre interesado en controlar una mercancía tan estratégica como las noticias, capaces de construir la realidad, orientar la formación de la opinión pública”. Y lamentablemente la pérdida de valor de la información, se presenta como un hecho que puede cambiar dicho escenario.

La pérdida de valor de la información no sólo conlleva efectos económicos sino también democráticos. Y todos perdemos.


Nos pueden seguir: palabrapropia@hotmail.com twiter@palabrapropia


Antena radio 102.5 FM. de lunes a viernes de 5 a 6 de la tarde

La información deliberadamente falsa, en crecimiento

Urge rescatar el valor en la información periodística

Caos global por la “desinfodemia”



El periodismo es baluarte de la democracia, por lo que tiene muchos enemigos, como falsos gobernantes, populistas y delincuentes, pero a últimas fechas ha surgido una nueva amenaza, exageradamente fuerte, conocida como las fake news o desinformación.

Normalmente al fenómeno de la desinformación le decíamos argucia, chisme, murmuración o bulo, pero recientemente se cobija en el eufemismo conocido como fake news, pero no deja ser mentira, que se ha “fortalecido” en las llamadas redes sociales.

Los trabajadores del buen periodismo (escrito, televisivo, radio, digital), que promueven una información veraz, de calidad y con sentido social están en constante riesgo, no sólo en su integridad física, sino su empleo, máxime con la acelerada crisis económica.

A la rápida propagación de noticias falsas se le conoce como “desinfodemia”, que vuelve mucho más peligrosa la pandemia. Es un caos global.

Científicos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona, encabezados por Ramón Salaverría, realizaron una investigación sobre la tipología y la dinámica de divulgación de las noticias falsas sobre el coronavirus en redes sociales.

Tan sólo en España, durante los meses de confinamiento, un tercio corresponden a noticias falsas sobre salud o del ámbito político, vinculadas a la pandemia y el último tercio a suplantación de identidad, phishing, bulos, etc. Las redes sociales que propagan las mentiras, según el estudio son: el WhatsApp a la cabeza, seguida de Twitter y luego, Facebook y YouTube.

Salaverría, dijo: “Cuando para un sector de la sociedad la mentira es más verosímil que la verdad es que estamos viviendo cerca del abismo y del desvarío”.

Los medios de comunicación deben estar conscientes que la popularidad que se alcanza con el ruido o bulos, es un concepto muy distinto al éxito que se logra con un periodismo, cuyos contenidos son propios, basados en los hechos.

Es común que detrás de una campaña de desprestigio se encuentren “lobbies” o agencias de colocación de información multimedia sin fuente oficial. El fin, es que una corriente de opinión produzca cambios sociales, sobre todo en las crisis, como en la económica, electoral o de salud.

Las sociedades, no dejar estar pendientes de la información de los temas de su conveniencia, por consecuencia “abren sus almas a los bulos” y de ahí los conflictos de opinión con otros colectivos, llegando a poner duda a la ciencia, como ocurre con el coronavirus.

Hay ejemplos de las campañas negativas, como la que surgió a la par de la pandemia, contra Bill Gates, cuyo efecto fue global. Se dijo que el hombre más rico del mundo fue el creador del virus del Covid-19, es más, que lo predijo en el 2015 y ahora, para hacer más fortuna busca implantar microchips en medicamentos contra el coronavirus. Esto se puede encontrar en hashtag #exposebillgates.

Otro caso global, es el manejo del tuit por parte de Donald Trump. Su red, es el instrumento de comunicación oficial a pesar de las “falsedades”, como aquel dicho de que recurrió a la automedicación con hidroxicloroquina para curarse. Afirmó que el virus vino de un laboratorio de Wuhan, China.

Ante este “descomunal” consumo fake news, necesitamos revertir el fenómeno, empezando con el fomento de la educación digital y evitar compartir noticias que no tengan fuente oficial. Respaldar a los medios con credibilidad.

La ciencia es otro espacio para combatir el mal. No sólo a través del descubrimiento de la vacuna, sino extendiendo el conocimiento desde los inicios de la educación. El pensamiento científico no es algo exclusivo de los científicos. La ciencia educa.

Ha habido en el mundo, empresarios de medios, intelectuales, periodistas y la misma sociedad, que han lanzado una gran cruzada por salvar el periodismo de calidad, como recientemente sucedió en España que a través de la Asociación de Medios de Información (AMI), que emprendió una campaña con el mensaje “Creemos en el periodismo”.

La idea principal es reivindicar la excelencia periodística, sustentada en la profesionalidad de los comunicadores y el cumplimento de su misión informativa, con lo que se estaría apoyando la democracia y combatiendo, entre otras cosas las noticias falsas. Movimiento, que necesariamente debe seguirse en México.

La vida de la empresa periodística se encuentra en peligro, por lo que es prioritario explorar nuevas rutas, como los modelos digitales y de participación ciudadana.

Andreu Casero-Ripollés, investigador español de la Universitat Jaume I de Castelló (UJI) publicó el estudio: “La pérdida de valor de la información periodística: causas y consecuencias” donde puntualiza: “Se ha configurado una mercancía por la que los consumidores están, cada vez, menos dispuestos a pagar. Una situación que, unida a la fuerte crisis económica, pone en riesgo la supervivencia del periodismo comercial tal y como lo conocemos”.

Agrega: “El carácter comercial de la prensa ha sido durante mucho tiempo la garantía para conseguir y mantener su independencia del poder político, siempre interesado en controlar una mercancía tan estratégica como las noticias, capaces de construir la realidad, orientar la formación de la opinión pública”. Y lamentablemente la pérdida de valor de la información, se presenta como un hecho que puede cambiar dicho escenario.

La pérdida de valor de la información no sólo conlleva efectos económicos sino también democráticos. Y todos perdemos.


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