/ miércoles 21 de octubre de 2020

Criminal encarecimiento en medio de la pandemia

“¿Por qué criminal encarecimiento?”, me respondió el gerente de una cadena comercial, cuando le pedí una simple explicación sobre el abrupto incremento al precio del frijol y que fue, sin mentirle, tres veces en menos de un mes. ¡Tres veces aumentó el precio de ese producto básico en la mesa de las familias mexicanas, en no más de 30 días!

Los gobiernos de todos los niveles nos piden que cada quien asumamos la responsabilidad que nos toca, que los ciudadanos nos quedemos en casa, que los restauranteros sacrifiquen el 70 por ciento de su aforo (no todos lo respetan ni a todos se les revisa por igual), que los gimnasios, salones de eventos, estéticas y de otros giros de servicios, mantengan no más del 30 por ciento de su capacidad.

No tengo bola incómoda para cumplir la parte que me corresponde pero, pregunto: ¿A quién le toca revisar a los especuladores? Sí, sí, ya sé que tenemos una dependencia que se encarga de verificar precios en todos lados y de sancionar a los establecimientos en caso de que haya violaciones al respecto pero… ¿en serio lo hacen?

Digo, sólo por poner un ejemplo, el más simple, el más descarado… la bolsa de frijol (no voy a decir la marca para que no haya distinción, porque en todas la cosa es la misma), que tenía un precio de 23 pesos, a finales de la semana pasada ya costaba 41 pesos, aunque su precio, según los encarecedores, perdón, los comerciantes, era en verdad de 47 pesos.

O sea, nos estaban haciendo el favor de bajarle 6 pesos… ¡ofertón! ¿De verdad a quién le quieren ver la cara de tontitos? Hay pérdida de empleos, cierre de empresas, estamos a punto de una de las depresiones económicas más graves de las últimas tres décadas, ya es insoportable el grado de desatino para establecer una real estrategia contra la pandemia y ahora, por si fuera poco, el encarecimiento de precios de los productos básicos es una mentada de madre.

El salario mínimo oficial es de 123 pesos. Hagamos de cuenta que tenemos una familia de cuatro integrantes donde sólo trabaja uno de los dos, papá o mamá. Como están los tiempos en este momento, supongamos, de verdad, imaginemos que sólo uno conserva el empleo y eso a duras penas. Entre marzo y mayo, los productos de la canasta básica tuvieron un incremento real del 20 por ciento, pero el salario se conservó intacto.

Vamos a la tienda o al supermercado… ¿me acompaña? Vamos a comprar la despensa para una semana. Cuatro integrantes de la familia, recuérdelo: papá, mamá, un hijo que estudia secundaria y otro en primaria. Supongamos que con ese salario que a estas alturas de la pandemia se puede conservar, estamos hablando de unos 900 pesos a la semana. Vamos a comprar dos kilos de frijol (92 pesos), ¿le parece?, un kilo de arroz (25 pesos), siete litros de leche (126 pesos), un litro de aceite (23 pesos), dos carteras con 12 huevos cada una (40 pesos), dos kilos de harina (22 pesos), un kilo de carne -súper lujo para un salario mínimo- (120 pesos), un kilo de papas (16 pesos), un kilo de pollo marca X (27 pesos). ¿Qué le parece una caja de cereal (32 pesos) -ni modo que la alimentación sean frijoles todos los días para los adolescentes-, cuatro rollos de papel higiénico (19 pesos).

Pues ya con eso, ¿no? Claro que nos faltan artículos de limpieza personal y de casa, jabón para lavar la ropa, pasta de dientes, frutas y verduras ni de chiste… pero hay que pagar servicios, agua, luz y gas, lo básico, ya olvídese de Netflix y esas cosas… internet sí para que los chavos estudien en línea… nos hace falta, además, gasolina para el vehículo de la casa o los camiones, según sea el caso.

Nos falta chile, tomate y cebolla… nos faltan condimentos, refrescos ni hablar, limonada con limones ni de chiste, jugos ¡soñados!... tan sólo en lo básico, desde el frijol hasta el papel higiénico, llevamos 542 pesos, bajita la mano. No pensemos que alguien en la familia se enferma, o se requiera material escolar…

Usted, amable lector, estimada lectora, dígame… ¿es o no criminal el encarecimiento de los productos básicos y más en tiempos de pandemia? Yo sólo escribo cosas comunes.

“¿Por qué criminal encarecimiento?”, me respondió el gerente de una cadena comercial, cuando le pedí una simple explicación sobre el abrupto incremento al precio del frijol y que fue, sin mentirle, tres veces en menos de un mes. ¡Tres veces aumentó el precio de ese producto básico en la mesa de las familias mexicanas, en no más de 30 días!

Los gobiernos de todos los niveles nos piden que cada quien asumamos la responsabilidad que nos toca, que los ciudadanos nos quedemos en casa, que los restauranteros sacrifiquen el 70 por ciento de su aforo (no todos lo respetan ni a todos se les revisa por igual), que los gimnasios, salones de eventos, estéticas y de otros giros de servicios, mantengan no más del 30 por ciento de su capacidad.

No tengo bola incómoda para cumplir la parte que me corresponde pero, pregunto: ¿A quién le toca revisar a los especuladores? Sí, sí, ya sé que tenemos una dependencia que se encarga de verificar precios en todos lados y de sancionar a los establecimientos en caso de que haya violaciones al respecto pero… ¿en serio lo hacen?

Digo, sólo por poner un ejemplo, el más simple, el más descarado… la bolsa de frijol (no voy a decir la marca para que no haya distinción, porque en todas la cosa es la misma), que tenía un precio de 23 pesos, a finales de la semana pasada ya costaba 41 pesos, aunque su precio, según los encarecedores, perdón, los comerciantes, era en verdad de 47 pesos.

O sea, nos estaban haciendo el favor de bajarle 6 pesos… ¡ofertón! ¿De verdad a quién le quieren ver la cara de tontitos? Hay pérdida de empleos, cierre de empresas, estamos a punto de una de las depresiones económicas más graves de las últimas tres décadas, ya es insoportable el grado de desatino para establecer una real estrategia contra la pandemia y ahora, por si fuera poco, el encarecimiento de precios de los productos básicos es una mentada de madre.

El salario mínimo oficial es de 123 pesos. Hagamos de cuenta que tenemos una familia de cuatro integrantes donde sólo trabaja uno de los dos, papá o mamá. Como están los tiempos en este momento, supongamos, de verdad, imaginemos que sólo uno conserva el empleo y eso a duras penas. Entre marzo y mayo, los productos de la canasta básica tuvieron un incremento real del 20 por ciento, pero el salario se conservó intacto.

Vamos a la tienda o al supermercado… ¿me acompaña? Vamos a comprar la despensa para una semana. Cuatro integrantes de la familia, recuérdelo: papá, mamá, un hijo que estudia secundaria y otro en primaria. Supongamos que con ese salario que a estas alturas de la pandemia se puede conservar, estamos hablando de unos 900 pesos a la semana. Vamos a comprar dos kilos de frijol (92 pesos), ¿le parece?, un kilo de arroz (25 pesos), siete litros de leche (126 pesos), un litro de aceite (23 pesos), dos carteras con 12 huevos cada una (40 pesos), dos kilos de harina (22 pesos), un kilo de carne -súper lujo para un salario mínimo- (120 pesos), un kilo de papas (16 pesos), un kilo de pollo marca X (27 pesos). ¿Qué le parece una caja de cereal (32 pesos) -ni modo que la alimentación sean frijoles todos los días para los adolescentes-, cuatro rollos de papel higiénico (19 pesos).

Pues ya con eso, ¿no? Claro que nos faltan artículos de limpieza personal y de casa, jabón para lavar la ropa, pasta de dientes, frutas y verduras ni de chiste… pero hay que pagar servicios, agua, luz y gas, lo básico, ya olvídese de Netflix y esas cosas… internet sí para que los chavos estudien en línea… nos hace falta, además, gasolina para el vehículo de la casa o los camiones, según sea el caso.

Nos falta chile, tomate y cebolla… nos faltan condimentos, refrescos ni hablar, limonada con limones ni de chiste, jugos ¡soñados!... tan sólo en lo básico, desde el frijol hasta el papel higiénico, llevamos 542 pesos, bajita la mano. No pensemos que alguien en la familia se enferma, o se requiera material escolar…

Usted, amable lector, estimada lectora, dígame… ¿es o no criminal el encarecimiento de los productos básicos y más en tiempos de pandemia? Yo sólo escribo cosas comunes.

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