/ jueves 18 de octubre de 2018

Cristianismo: salvación de Europa

La Reforma protestante nació de una interpretación personal subjetiva del evangelio tomando como base la Biblia. Esto a su vez, fue usado como instrumento de emancipación política. Y ante la falta de un poder que evitara la disolución social, se sustituyó al papado con el predominio de los príncipes. Esto condujo al fortalecimiento del poder del Estado y de las doctrinas que respaldaron el valor moral del Estado por encima del valor moral del individuo, llámese iluminismo, masonería, comunismo, nazismo, populismo y toda clase de ideas del poder, opuestas a la filosofía medieval.


En la época moderna la unión del Estado y el poder espiritual rindió frutos y fortaleció las instituciones anglosajonas, mientras se permaneció fiel a los valores tradicionales del cristianismo, pero conforme las filosofías de la prosperidad han influido arbitrariamente en la interpretación bíblica y en los líderes del Estado de bienestar, a quienes la población ha cedido su dirección espiritual, las élites inevitablemente han marchado en pos del enriquecimiento, lo que en épocas de crisis ha acentuado las desigualdades económicas, como puede verse claramente en Alemania


Además, la estructura de poder debilitado teológicamente ha permitido la irrupción del fundamentalismo, especialmente el musulmán, que ante una sociedad ablandada por el Estado y su cultura secular, no puede hacer frente, filosóficamente, a esta postura arrolladora. En tal situación, el pensamiento crítico ausente en la tradición de la libre interpretación bíblica, así como una cultura laica atea, ajena a los principios humanistas medievales que ponen el valor absoluto del individuo sobre el Estado, han hecho que la sociedad esté indefensa frente a lo que vale o no.


Por tal motivo, hoy como antaño, no hay mejor defensa contra el fundamentalismo que los principios filosóficos del catolicismo, que incorporan las verdades universales que no son subjetivas. Sin suficientes recursos filosóficos para ablandar la dureza fundamentalista, las culturas se verán en un callejón sin salida: confrontación o, simplemente, olvidar sus raíces religiosas, sus tradiciones humanistas y la defensa filosófica contra el poder omnipotente del Estado, que en la presente cultura democrática, facilitará la influencia formidable de la teología musulmana.


Ni la cultura de un solo libro, como guía y doctrina, ni la tradición secular tienen estos recursos. La neoescolástica católica, no es ni fundamentalista, indolente o arbitraria. La imparcialidad es la que sostiene a los imperios, dirá un autor. El pronóstico de los países sin una filosofía católica predominante, será la absorción de la cultura laica o protestante por el dominio cultural islámico. Y los estados, basados en la herencia puritana, tendrán necesariamente que dejar de lado aquello que hace tan afines las ideas de Lutero y Mahoma, y aceptar la tesis católica, si desean sobrevivir.


Sin Tradición, ni Magisterio, y sin la Razón, los estados actuales conectados más con el vínculo mahometano entre el creyente y el Corán, sin otra mediación ni autoridad suprema, dejarán, paradójicamente, al Estado en manos del islam. Sin tradición católica, será más sencillo que las fuerzas más intolerantes y fuertes dominen a Europa.

agusperezr@hotmail.com


La Reforma protestante nació de una interpretación personal subjetiva del evangelio tomando como base la Biblia. Esto a su vez, fue usado como instrumento de emancipación política. Y ante la falta de un poder que evitara la disolución social, se sustituyó al papado con el predominio de los príncipes. Esto condujo al fortalecimiento del poder del Estado y de las doctrinas que respaldaron el valor moral del Estado por encima del valor moral del individuo, llámese iluminismo, masonería, comunismo, nazismo, populismo y toda clase de ideas del poder, opuestas a la filosofía medieval.


En la época moderna la unión del Estado y el poder espiritual rindió frutos y fortaleció las instituciones anglosajonas, mientras se permaneció fiel a los valores tradicionales del cristianismo, pero conforme las filosofías de la prosperidad han influido arbitrariamente en la interpretación bíblica y en los líderes del Estado de bienestar, a quienes la población ha cedido su dirección espiritual, las élites inevitablemente han marchado en pos del enriquecimiento, lo que en épocas de crisis ha acentuado las desigualdades económicas, como puede verse claramente en Alemania


Además, la estructura de poder debilitado teológicamente ha permitido la irrupción del fundamentalismo, especialmente el musulmán, que ante una sociedad ablandada por el Estado y su cultura secular, no puede hacer frente, filosóficamente, a esta postura arrolladora. En tal situación, el pensamiento crítico ausente en la tradición de la libre interpretación bíblica, así como una cultura laica atea, ajena a los principios humanistas medievales que ponen el valor absoluto del individuo sobre el Estado, han hecho que la sociedad esté indefensa frente a lo que vale o no.


Por tal motivo, hoy como antaño, no hay mejor defensa contra el fundamentalismo que los principios filosóficos del catolicismo, que incorporan las verdades universales que no son subjetivas. Sin suficientes recursos filosóficos para ablandar la dureza fundamentalista, las culturas se verán en un callejón sin salida: confrontación o, simplemente, olvidar sus raíces religiosas, sus tradiciones humanistas y la defensa filosófica contra el poder omnipotente del Estado, que en la presente cultura democrática, facilitará la influencia formidable de la teología musulmana.


Ni la cultura de un solo libro, como guía y doctrina, ni la tradición secular tienen estos recursos. La neoescolástica católica, no es ni fundamentalista, indolente o arbitraria. La imparcialidad es la que sostiene a los imperios, dirá un autor. El pronóstico de los países sin una filosofía católica predominante, será la absorción de la cultura laica o protestante por el dominio cultural islámico. Y los estados, basados en la herencia puritana, tendrán necesariamente que dejar de lado aquello que hace tan afines las ideas de Lutero y Mahoma, y aceptar la tesis católica, si desean sobrevivir.


Sin Tradición, ni Magisterio, y sin la Razón, los estados actuales conectados más con el vínculo mahometano entre el creyente y el Corán, sin otra mediación ni autoridad suprema, dejarán, paradójicamente, al Estado en manos del islam. Sin tradición católica, será más sencillo que las fuerzas más intolerantes y fuertes dominen a Europa.

agusperezr@hotmail.com