/ domingo 7 de febrero de 2021

Cuaresma electoral (Metáfora política) 

Los partidos políticos en Chihuahua, durante la cuarentena del calendario electoral de junio de 2021, están mutando aspirantes a precandidatos y candidatos para ganar las elecciones federales, estatales y municipales. Unos para arrepentirse de sus pecados y otros para que su dios (poder político) no se olvide de ellos.

Abordo tres ejemplos de su pérfida “espiritualidad política”. En el PAN hay una acre confrontación interna entre “presuntos pecadores” y el “obispo del Estado” y falsos testigos de Dios”: Maru Campos Galván, ex alcaldesa con licencia de la capital del estado, y Javier Corral Jurado, mandatario estatal, el cual –según proclama-- busca exorcizarla judicialmente por el pecado de ser parte –según él-- de la “nómina secreta” del Diablo del exgobernador priista César Duarte, recluido en el “infierno” de una prisión en Florida, en Estados Unidos.

El “obispo” Corral rezaba día tras día, que su “Ángel de la Guarda”, Gustavo Madero, senador de la república, fuera el candidato obispo de su Iglesia (Gobierno del Estado), y enviara a ambos pecadores al “Infierno”.

Corral, empero, seguirá sin duda alguna, rezando para sí mismo, pidiendo a Dios le permita pasar “de obispo a cardenal” (de gobernador a presidente de la república en 2024), aun cuando él sabe que ya se le rompió la cadena de su rosario.

César Duarte ha logrado prolongar su extradición a México. Está haciendo todo lo posible para que EU no lo deporte antes de que Corral concluya su mandato. Maru Campus, por su parte, se ha abocado a atenuar el fuego del Infierno en que está inmersa, para ser candidata al Gobierno del Estado, antes de que inicie el proceso electoral, refutando en el “confesionario judicial” los pecados que le imputa el “obispo Corral” y su testigo protegido de Dios, Jaime Herrera Corral --ex secretario de Hacienda de Duarte--, quien reveló los nombres de aquellos que se vieron presuntamente beneficiados del dinero del Estado y reconoció de manera pública que fue él el encargado del reparto de sobornos.

Es inaudito y grotesco que pecadores conversos, como Carlos Borruel, ex alcalde panista de la capital del estado y adversario de la 4T, tenga el descaro de registrarse en Morena para reelegirse como presidente municipal; que González Mocken, presidente municipal del PRI (2013-2016) y candidato fallido de Morena a alcalde en 2018, sea postulado candidato a la Alcaldía de Juárez por el PAN; que Miguel Riggs, síndico y legislador federal blanquiazul, se sume a Movimiento Ciudadano como candidato a la presidencia de Chihuahua, etc.

Lo insólito es que Morena abra las puertas a esos acérrimos adversarios de la 4T, que los suman, dizque para promocionar el voto de los ciudadanos en los próximos y trascendentes comicios electorales. Es absurdo y aberrante para sus militantes y fieles seguidores de Morena que esa presunta “suma cuantitativa electoral” del 6 de junio próximo termine en una profunda “resta cualitativa” de la Fiesta de Pascua de la 4T.

Los partidos políticos en Chihuahua, durante la cuarentena del calendario electoral de junio de 2021, están mutando aspirantes a precandidatos y candidatos para ganar las elecciones federales, estatales y municipales. Unos para arrepentirse de sus pecados y otros para que su dios (poder político) no se olvide de ellos.

Abordo tres ejemplos de su pérfida “espiritualidad política”. En el PAN hay una acre confrontación interna entre “presuntos pecadores” y el “obispo del Estado” y falsos testigos de Dios”: Maru Campos Galván, ex alcaldesa con licencia de la capital del estado, y Javier Corral Jurado, mandatario estatal, el cual –según proclama-- busca exorcizarla judicialmente por el pecado de ser parte –según él-- de la “nómina secreta” del Diablo del exgobernador priista César Duarte, recluido en el “infierno” de una prisión en Florida, en Estados Unidos.

El “obispo” Corral rezaba día tras día, que su “Ángel de la Guarda”, Gustavo Madero, senador de la república, fuera el candidato obispo de su Iglesia (Gobierno del Estado), y enviara a ambos pecadores al “Infierno”.

Corral, empero, seguirá sin duda alguna, rezando para sí mismo, pidiendo a Dios le permita pasar “de obispo a cardenal” (de gobernador a presidente de la república en 2024), aun cuando él sabe que ya se le rompió la cadena de su rosario.

César Duarte ha logrado prolongar su extradición a México. Está haciendo todo lo posible para que EU no lo deporte antes de que Corral concluya su mandato. Maru Campus, por su parte, se ha abocado a atenuar el fuego del Infierno en que está inmersa, para ser candidata al Gobierno del Estado, antes de que inicie el proceso electoral, refutando en el “confesionario judicial” los pecados que le imputa el “obispo Corral” y su testigo protegido de Dios, Jaime Herrera Corral --ex secretario de Hacienda de Duarte--, quien reveló los nombres de aquellos que se vieron presuntamente beneficiados del dinero del Estado y reconoció de manera pública que fue él el encargado del reparto de sobornos.

Es inaudito y grotesco que pecadores conversos, como Carlos Borruel, ex alcalde panista de la capital del estado y adversario de la 4T, tenga el descaro de registrarse en Morena para reelegirse como presidente municipal; que González Mocken, presidente municipal del PRI (2013-2016) y candidato fallido de Morena a alcalde en 2018, sea postulado candidato a la Alcaldía de Juárez por el PAN; que Miguel Riggs, síndico y legislador federal blanquiazul, se sume a Movimiento Ciudadano como candidato a la presidencia de Chihuahua, etc.

Lo insólito es que Morena abra las puertas a esos acérrimos adversarios de la 4T, que los suman, dizque para promocionar el voto de los ciudadanos en los próximos y trascendentes comicios electorales. Es absurdo y aberrante para sus militantes y fieles seguidores de Morena que esa presunta “suma cuantitativa electoral” del 6 de junio próximo termine en una profunda “resta cualitativa” de la Fiesta de Pascua de la 4T.