/ sábado 23 de diciembre de 2017

Cuentos y realidades de Navidad

 Charles Dickens es considerado uno de los escritores clásicos de cuentos de Navidad por excelencia, sus narraciones poseen la magia de transformar a los personajes más despiadados y malos a personajes hacedores del bien, como sucede en el cuento de Navidad en que el Sr. Ebenezer Scrooge acumula sus riquezas sin compartir mendrugo alguno con lo más pobres, pese a que en repetidas ocasiones se lo solicitan, es un personaje amargado que odia las navidades, y justo en una Nochebuena se le aparece el espíritu de su socio y le presenta los espíritus de las navidades pasadas, de la presente y de las futuras, de ahí se desprenden los acontecimientos que hacen posible el milagro de cambiar el corazón del temible y malencarado Sr. Scrooge convirtiéndolo en una persona noble y generosa, caritativa, solidaria y amante de las navidades.

La Navidad tiene una magia especial, es la época del año más sensible para los corazones, inspirada por en el nacimiento del Niño Dios, que es el centro y el motivo de la celebración. La Navidad es tiempo de reflexión, de reconciliación y de perdón, es tiempo de amar, de ser generosos, solidarios, amables, empáticos, sensibles y humildes, a ejemplo del Niño Dios, que escogió, por amor a los pobres y a la humanidad entera, nacer en un humilde pesebre, pudiendo haber nacido en el mejor de los palacios, por su condición de Rey y Señor de Señores.

La Navidad posee la magia de transformar los corazones y hace posible el milagro de incrementar en la humanidad las dosis de bondad, pero para que esto sea posible, es menester reconocer y rescatar su verdadero sentido.

El creer que la Navidad es sólo un simple acontecimiento social, de reunión con familiares y amigos, de fiestas convertidas en banquetes extraordinarios y borracheras sin sentido, o en derrochar el dinero en regalos sólo para impresionar a los demás, es de cierta forma encarnarse en el personaje del Sr. Scrooge del cuento de Charles Dickens en su faceta de maldad, dando cabida al orgullo, a la soberbia y al egoísmo, toda vez que con estas acciones se está repudiando el verdadero sentido navideño.

 Abramos los corazones para que todos los días renazca en ellos el Niño Dios y que en esta Navidad la realidad sea, que cada estrella que ilumine nuestro cielo, nos represente la estrella de Belén y nos inspire a recorrer el camino de los tres reyes magos en busca del Niño Dios y postrarnos ante él para ofrecerle nuestro amor, nuestra caridad, ternura, y buenos actos; que en cada regalo, cada sonrisa, cada mirada, cada abrazo, esté inmerso el amor que inspira el niño Jesús. Y finalmente que esta Navidad sea amar a Jesús como lo amó María, amar a María como la amó José. Felicidades y bendiciones para esta Navidad, y que el año que viene esté lleno de prosperidad, pero sobre todo, ¡¡de amor!!

 Charles Dickens es considerado uno de los escritores clásicos de cuentos de Navidad por excelencia, sus narraciones poseen la magia de transformar a los personajes más despiadados y malos a personajes hacedores del bien, como sucede en el cuento de Navidad en que el Sr. Ebenezer Scrooge acumula sus riquezas sin compartir mendrugo alguno con lo más pobres, pese a que en repetidas ocasiones se lo solicitan, es un personaje amargado que odia las navidades, y justo en una Nochebuena se le aparece el espíritu de su socio y le presenta los espíritus de las navidades pasadas, de la presente y de las futuras, de ahí se desprenden los acontecimientos que hacen posible el milagro de cambiar el corazón del temible y malencarado Sr. Scrooge convirtiéndolo en una persona noble y generosa, caritativa, solidaria y amante de las navidades.

La Navidad tiene una magia especial, es la época del año más sensible para los corazones, inspirada por en el nacimiento del Niño Dios, que es el centro y el motivo de la celebración. La Navidad es tiempo de reflexión, de reconciliación y de perdón, es tiempo de amar, de ser generosos, solidarios, amables, empáticos, sensibles y humildes, a ejemplo del Niño Dios, que escogió, por amor a los pobres y a la humanidad entera, nacer en un humilde pesebre, pudiendo haber nacido en el mejor de los palacios, por su condición de Rey y Señor de Señores.

La Navidad posee la magia de transformar los corazones y hace posible el milagro de incrementar en la humanidad las dosis de bondad, pero para que esto sea posible, es menester reconocer y rescatar su verdadero sentido.

El creer que la Navidad es sólo un simple acontecimiento social, de reunión con familiares y amigos, de fiestas convertidas en banquetes extraordinarios y borracheras sin sentido, o en derrochar el dinero en regalos sólo para impresionar a los demás, es de cierta forma encarnarse en el personaje del Sr. Scrooge del cuento de Charles Dickens en su faceta de maldad, dando cabida al orgullo, a la soberbia y al egoísmo, toda vez que con estas acciones se está repudiando el verdadero sentido navideño.

 Abramos los corazones para que todos los días renazca en ellos el Niño Dios y que en esta Navidad la realidad sea, que cada estrella que ilumine nuestro cielo, nos represente la estrella de Belén y nos inspire a recorrer el camino de los tres reyes magos en busca del Niño Dios y postrarnos ante él para ofrecerle nuestro amor, nuestra caridad, ternura, y buenos actos; que en cada regalo, cada sonrisa, cada mirada, cada abrazo, esté inmerso el amor que inspira el niño Jesús. Y finalmente que esta Navidad sea amar a Jesús como lo amó María, amar a María como la amó José. Felicidades y bendiciones para esta Navidad, y que el año que viene esté lleno de prosperidad, pero sobre todo, ¡¡de amor!!