/ viernes 3 de diciembre de 2021

¡Cuidado con la ciberdelincuencia!

Los ataques en, desde y hacia las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han convertido en un serio desafío para la seguridad de los usuarios, quienes cada día están más expuestos a ser víctimas de la ciberdelincuencia.

Los delitos cibernéticos son conductas perniciosas que aparecen en uso de los dispositivos informáticos, interviniendo tanto en el proceso como en la transmisión de los datos que se disponen en el mundo virtual.

El ciberdelincuente usa el procesador para perjudicar a los demás usuarios del espacio cibernético, y ese comportamiento viola evidentemente principios, códigos y normas que hacen posible transmitir y compartir información con seguridad y confianza. Los daños pueden ser importantes, costosos.

El tipo de delito cibernético más común es el del fraude, con sus modalidades llamadas “phising” y “spam”, estafas que resultan exitosas en la medida en que las víctimas confían en la seguridad informática. En México, donde la legislación en este renglón aún está en construcción, este es el delito que más se denuncia ante las instancias correspondientes.

Combatir la ciberdelincuencia depende en mucho del usuario de las TIC, quien debería contar con la habilidad básica para discriminar los sitios y aplicaciones a los que accede. La educación del cibernauta debe contemplar la sospecha y la denuncia de correos, cuentas o páginas que pudieran dedicarse al fraude.

El usuario cuidadoso y precavido debe rechazar las solicitudes de datos que le hagan a través las redes sociales y correo electrónico (hay que estar alerta ante estos avisos donde se ganan premios). También debería evitar siempre acceder a páginas sin protocolo de seguridad.

En épocas como la de fin de año, donde las compras por internet se incrementan, los internautas deben tener mucha cautela para el manejo correcto de los datos que se requieren para las adquisiciones en línea.

Navegar en el océano informático se ha convertido en el riesgo constante de ser víctimas de los delincuentes cibernéticos. Y somos los usuarios quienes debemos prepararnos para realizar con la mayor seguridad esa navegación. Necesitamos aprender a hacerlo con mucha cautela.

Es nuestra capacidad de discriminar, de distinguir lo que nos puede dañar de lo que no, una cualidad que deberíamos cultivar a conciencia, porque ella nos evitaría vernos envueltos en situaciones lamentables. El mundo informático también hace daño.

Así como nuestra seguridad en las calles depende en gran medida de nuestras precauciones al salir a ellas, la ciberseguridad depende en gran medida de las precauciones que tomamos al usar la tecnología informática, aunque sea para un breve paseo o somera exploración.

Hay que aprender a cuidarnos, esto debe ser parte de nuestra educación elemental, y así evitar en lo posible el éxito de los estafadores en las TIC, que no son pocos y están allí, siempre a la espera de nosotros, de nuestros datos.


Los ataques en, desde y hacia las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han convertido en un serio desafío para la seguridad de los usuarios, quienes cada día están más expuestos a ser víctimas de la ciberdelincuencia.

Los delitos cibernéticos son conductas perniciosas que aparecen en uso de los dispositivos informáticos, interviniendo tanto en el proceso como en la transmisión de los datos que se disponen en el mundo virtual.

El ciberdelincuente usa el procesador para perjudicar a los demás usuarios del espacio cibernético, y ese comportamiento viola evidentemente principios, códigos y normas que hacen posible transmitir y compartir información con seguridad y confianza. Los daños pueden ser importantes, costosos.

El tipo de delito cibernético más común es el del fraude, con sus modalidades llamadas “phising” y “spam”, estafas que resultan exitosas en la medida en que las víctimas confían en la seguridad informática. En México, donde la legislación en este renglón aún está en construcción, este es el delito que más se denuncia ante las instancias correspondientes.

Combatir la ciberdelincuencia depende en mucho del usuario de las TIC, quien debería contar con la habilidad básica para discriminar los sitios y aplicaciones a los que accede. La educación del cibernauta debe contemplar la sospecha y la denuncia de correos, cuentas o páginas que pudieran dedicarse al fraude.

El usuario cuidadoso y precavido debe rechazar las solicitudes de datos que le hagan a través las redes sociales y correo electrónico (hay que estar alerta ante estos avisos donde se ganan premios). También debería evitar siempre acceder a páginas sin protocolo de seguridad.

En épocas como la de fin de año, donde las compras por internet se incrementan, los internautas deben tener mucha cautela para el manejo correcto de los datos que se requieren para las adquisiciones en línea.

Navegar en el océano informático se ha convertido en el riesgo constante de ser víctimas de los delincuentes cibernéticos. Y somos los usuarios quienes debemos prepararnos para realizar con la mayor seguridad esa navegación. Necesitamos aprender a hacerlo con mucha cautela.

Es nuestra capacidad de discriminar, de distinguir lo que nos puede dañar de lo que no, una cualidad que deberíamos cultivar a conciencia, porque ella nos evitaría vernos envueltos en situaciones lamentables. El mundo informático también hace daño.

Así como nuestra seguridad en las calles depende en gran medida de nuestras precauciones al salir a ellas, la ciberseguridad depende en gran medida de las precauciones que tomamos al usar la tecnología informática, aunque sea para un breve paseo o somera exploración.

Hay que aprender a cuidarnos, esto debe ser parte de nuestra educación elemental, y así evitar en lo posible el éxito de los estafadores en las TIC, que no son pocos y están allí, siempre a la espera de nosotros, de nuestros datos.