/ jueves 16 de enero de 2020

Cuidar la familia

Un niño de primaria dispara y mata a su maestra, luego dispara sobre compañeros y un profesor. Después se suicida. El caso conmocionó a gran parte de la sociedad mexicana, aunque -justo es decirlo-, para algunos se ubicó en uno de los tantos sucesos con características parecidas, a los que nos acostumbramos.

El presidente de la República, compungido, expresó que cómo era posible que tales casos se dieran en nuestro país, y pidió a los padres de familia tuvieran más cuidado con sus hijos, y se fomentara más la unión familiar.

La postura presidencial, compartida por muchos, debe manifestarse en la vida cotidiana. Pero, siempre hay un pero, la realidad –independientemente de los motivos que se atribuyen a la conducta del niño-, es que el cuidado por los hijos ha disminuido en muchos sectores de la sociedad, y la desintegración familiar va en aumento, ello a pesar de determinados esfuerzos de algunas instituciones públicas y otras privadas que buscan el bienestar familiar.

Eso por un lado, por otro los ataques a la familia se desarrollan en varios frentes, sobre todo con tintes ideológicos. Aumenta el número de divorcios y de uniones libres, el matrimonio no se ve como un compromiso para toda la vida, sino un “a ver cómo nos va”, se pide a los padres no golpeen a sus hijos -lo cual es muy sano y bueno-, pero se incluye el que no los toquen ni corrijan con unas nalgadas, el noviazgo ha perdido su aura romántica y su sentido como preparación a la vida matrimonial obteniendo la connotación de una vivencia sexual con o sin compromiso de por medio, el adulterio ya no es penado, la situación económica ha motivado que hombre y mujer trabajen lo que ha propiciado un tanto o un mucho el descuido de sus vástagos, la propaganda de la familia pequeña ha hecho eco en muchos y otros no quieren tener hijos, las relaciones sexuales libres y a voluntad son promocionadas por no pocos incluso en planteles escolares, se promueve, asimismo, el uso del condón para evitar reales o supuestas complicaciones, el aborto se ve como un “derecho” de la mujer sobre su cuerpo y se piensa que si se suspende el embarazo -lo cual implica el matar un ser humano-, el campo de la vida futura y plan de vida de la mujer queda a salvo, en muchos casos el cuidado de los adultos mayores se ve mermado por intereses económicos o egoístas, el alcoholismo en jóvenes sean hombres o mujeres se fomenta o no se impide menos cuando los mayores ponen el ejemplo, las uniones -que no matrimonios-, de parejas del mismo sexo no sólo son aceptadas, sino promovidas, la violencia intrafamiliar y el acoso de distintas formas hacia las mujeres -y a veces a los hombres-, se vuelve algo de cada día, el diálogo y comunicación entre padres e hijos se ha modificado o perdido…

En fin, son muchas situaciones que requieren tomarse en cuenta para buscar soluciones que lleven a mejorar las familias. No bastan las palabras y las lamentaciones. ¿Lo ven?

Un niño de primaria dispara y mata a su maestra, luego dispara sobre compañeros y un profesor. Después se suicida. El caso conmocionó a gran parte de la sociedad mexicana, aunque -justo es decirlo-, para algunos se ubicó en uno de los tantos sucesos con características parecidas, a los que nos acostumbramos.

El presidente de la República, compungido, expresó que cómo era posible que tales casos se dieran en nuestro país, y pidió a los padres de familia tuvieran más cuidado con sus hijos, y se fomentara más la unión familiar.

La postura presidencial, compartida por muchos, debe manifestarse en la vida cotidiana. Pero, siempre hay un pero, la realidad –independientemente de los motivos que se atribuyen a la conducta del niño-, es que el cuidado por los hijos ha disminuido en muchos sectores de la sociedad, y la desintegración familiar va en aumento, ello a pesar de determinados esfuerzos de algunas instituciones públicas y otras privadas que buscan el bienestar familiar.

Eso por un lado, por otro los ataques a la familia se desarrollan en varios frentes, sobre todo con tintes ideológicos. Aumenta el número de divorcios y de uniones libres, el matrimonio no se ve como un compromiso para toda la vida, sino un “a ver cómo nos va”, se pide a los padres no golpeen a sus hijos -lo cual es muy sano y bueno-, pero se incluye el que no los toquen ni corrijan con unas nalgadas, el noviazgo ha perdido su aura romántica y su sentido como preparación a la vida matrimonial obteniendo la connotación de una vivencia sexual con o sin compromiso de por medio, el adulterio ya no es penado, la situación económica ha motivado que hombre y mujer trabajen lo que ha propiciado un tanto o un mucho el descuido de sus vástagos, la propaganda de la familia pequeña ha hecho eco en muchos y otros no quieren tener hijos, las relaciones sexuales libres y a voluntad son promocionadas por no pocos incluso en planteles escolares, se promueve, asimismo, el uso del condón para evitar reales o supuestas complicaciones, el aborto se ve como un “derecho” de la mujer sobre su cuerpo y se piensa que si se suspende el embarazo -lo cual implica el matar un ser humano-, el campo de la vida futura y plan de vida de la mujer queda a salvo, en muchos casos el cuidado de los adultos mayores se ve mermado por intereses económicos o egoístas, el alcoholismo en jóvenes sean hombres o mujeres se fomenta o no se impide menos cuando los mayores ponen el ejemplo, las uniones -que no matrimonios-, de parejas del mismo sexo no sólo son aceptadas, sino promovidas, la violencia intrafamiliar y el acoso de distintas formas hacia las mujeres -y a veces a los hombres-, se vuelve algo de cada día, el diálogo y comunicación entre padres e hijos se ha modificado o perdido…

En fin, son muchas situaciones que requieren tomarse en cuenta para buscar soluciones que lleven a mejorar las familias. No bastan las palabras y las lamentaciones. ¿Lo ven?