/ sábado 13 de octubre de 2018

David y Goliat

Un buen día me dijo Raúl que quien no lee poco de historia y literatura difícilmente podrá entender su presente y visualizar su futuro. Y me di a la tarea de entender nuestra actualidad con la historia de David y Goliat, “quien metió su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra y la tiró con honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”. (Samuel 17, 49-50).

Malcom Gladwell, autor de "Las claves del éxito", plantea una lectura alternativa sobre el mito bíblico que nos hace modificar nuestra percepción de la realidad que enfrentamos. “Todos conocemos el significado del pasaje recogido en la Biblia, que tiene que ver con la victoria del pequeño frente al gigante, del desvalido frente al poderoso; una lección de que, aunque tengamos todo en nuestra contra, siempre habrá posibilidad de salir triunfante”.

Una peculiar metáfora que nos determina a decidir sobre nuestra suerte, sin someternos a influencias externas, por muy encumbradas y poderosas que éstas parezcan, pues “lo que hace parecer fuerte a Goliat resulta ser finalmente su mayor debilidad”.Gladwell señala que los más pequeños, los previsiblemente perdedores, no son en realidad las víctimas, sino que precisamente por sus dificultades, suelen llegar más lejos.

Así sucede con ese David que tenemos nosotros en Chihuahua, decidido a enfrentar al gigante de la corrupción y la maldad. Al gigante que viste una obesa armadura, su comparsa con el Poder Judicial y el resto de las instituciones burocráticas federales. Que ha blandido en una mano la espada de la manipulación institucional, el abuso de autoridad, la simulación y complicidad con el crimen organizado, mientras que en su otro puño atrapa una inmensa cantidad de medios de comunicación, ambiciosos de engordar sus alforjas con los derroches del poder.

Lo que nunca supo Goliat es que David lo tenía ganado todo desde el principio. Ignoró que éste aparentemente pequeño iba armado con la honda de la verdad, la justicia y la razón; arma de largo alcance y perdurable resistencia para esos menesteres de la lucha política.

“Por ello, el filisteo le dice a David: ‘Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo’”. En opinión de Gladwell, esto nos demuestra que Goliat no era sólo un bravucón, sino que le interesaba que David se acercase para aplastarlo y ahogarlo en sus finanzas, su capital político y su capital electoral.

Al final de la historia, David gana imponiendo
sus virtudes, las que le son comunes al resto de los mortales. Dijo Raúl,“porque si el más fuerte ganara todas las batallas, no habría entonces ninguna esperanza para el resto de todos nosotros, ¿verdad?”.



alfredopineraguevara@gmail.com



Un buen día me dijo Raúl que quien no lee poco de historia y literatura difícilmente podrá entender su presente y visualizar su futuro. Y me di a la tarea de entender nuestra actualidad con la historia de David y Goliat, “quien metió su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra y la tiró con honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”. (Samuel 17, 49-50).

Malcom Gladwell, autor de "Las claves del éxito", plantea una lectura alternativa sobre el mito bíblico que nos hace modificar nuestra percepción de la realidad que enfrentamos. “Todos conocemos el significado del pasaje recogido en la Biblia, que tiene que ver con la victoria del pequeño frente al gigante, del desvalido frente al poderoso; una lección de que, aunque tengamos todo en nuestra contra, siempre habrá posibilidad de salir triunfante”.

Una peculiar metáfora que nos determina a decidir sobre nuestra suerte, sin someternos a influencias externas, por muy encumbradas y poderosas que éstas parezcan, pues “lo que hace parecer fuerte a Goliat resulta ser finalmente su mayor debilidad”.Gladwell señala que los más pequeños, los previsiblemente perdedores, no son en realidad las víctimas, sino que precisamente por sus dificultades, suelen llegar más lejos.

Así sucede con ese David que tenemos nosotros en Chihuahua, decidido a enfrentar al gigante de la corrupción y la maldad. Al gigante que viste una obesa armadura, su comparsa con el Poder Judicial y el resto de las instituciones burocráticas federales. Que ha blandido en una mano la espada de la manipulación institucional, el abuso de autoridad, la simulación y complicidad con el crimen organizado, mientras que en su otro puño atrapa una inmensa cantidad de medios de comunicación, ambiciosos de engordar sus alforjas con los derroches del poder.

Lo que nunca supo Goliat es que David lo tenía ganado todo desde el principio. Ignoró que éste aparentemente pequeño iba armado con la honda de la verdad, la justicia y la razón; arma de largo alcance y perdurable resistencia para esos menesteres de la lucha política.

“Por ello, el filisteo le dice a David: ‘Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo’”. En opinión de Gladwell, esto nos demuestra que Goliat no era sólo un bravucón, sino que le interesaba que David se acercase para aplastarlo y ahogarlo en sus finanzas, su capital político y su capital electoral.

Al final de la historia, David gana imponiendo
sus virtudes, las que le son comunes al resto de los mortales. Dijo Raúl,“porque si el más fuerte ganara todas las batallas, no habría entonces ninguna esperanza para el resto de todos nosotros, ¿verdad?”.



alfredopineraguevara@gmail.com