/ sábado 14 de diciembre de 2019

De héroes a Villanos

La pintura expuesta en Bellas Artes, presuntamente de Emiliano Zapata, indudablemente que contrarió a la familia que le sobrevive al que fuera el principal caudillo del sur durante la Revolución Mexicana, porque el único mensaje de la obra es la sexualidad de Zapata, representado aquí con cuerpo femenino, incluyendo zapatos de tacón y el sexo del caballo en plena disposición sexual.

Creo que los creadores de los héroes, los gobiernos, a través principalmente de sus programas educativos y de sus libros de texto con las historias que nos han querido contar, pueden ser los causantes de veneraciones insostenibles en la misma historia, como el caso de Zapata e incluso pudiera ser de Francisco Villa, no como homosexual, pero sí al que muchos siempre han considerado un asesino desalmado.

La historia, nuestra historia, tiene muchos pendientes por aclarar o definir, porque aquí siempre la han escrito los ganadores a su manera y puede ser precisamente lo que le pasó a Porfirio Díaz.

El oaxaqueño, considerado el clásico dictador, fue el que detonó la educación y la construcción de escuelas en México, así como la introducción del ferrocarril y ya atrás de él, se pudiera decir posiblemente la contraparte, Benito Juárez, se le acercó a Porfirio Díaz en eso de permanecer como presidente, incluso en su peregrinar por el país en su calidad de presidente con su mayor logro con el arraigo de la Logia Masónica en el país.

Antonio López de Santana, otro dictador que vendió más de la mitad del territorio nacional, pero que al parecer en justicia, la historia se refiere a su persona estrictamente con sus ambiciones y maldades.

El presidente López Obrador podría darle una acomodadita a nuestra historia, pero sin sus filias ni fobias de conservadores y corruptos y que los mexicanos conozcamos un poco más de la verdadera historia de nuestro México, porque cada presidente nos ha puesto la que ha querido a través incluso de los mismos libros de texto.

Incluso en la época reciente a Gustavo Díaz Ordaz, se le considera un mal presidente por su decisión tomada en el manejo del problema estudiantil en 1968, aunque una gran parte de los mexicanos estudiosos y analíticos consideran que si no hubiera sido como fue el manejo presidencial de Díaz Ordaz, la situación actual del país hubiera sido otra, pero destacando que seríamos un país de izquierda recalcitrante y entonces lo más probable era que ya tuviéramos un verdadero muro en la frontera con Estados Unidos o fuéramos su campo de concentración.

Lo que sí es verdad es que no se pueden permitir rumbos ni situaciones como con la pintura de Zapata exhibida en México, en Bellas Artes, nuestro recinto cultural, para lucimiento de un pintorcillo de brocha gorda que no tiene ningún currículo aceptable, sólo exhibir su cuestionado y mugroso trabajo y no porque me asuste de la sexualidad de nadie, sino simplemente porque fueron otros tiempos en que no se ventilaban estos desvíos naturales, aunque ahora hasta los legalicen en aras de un libertinaje que pretenden llamar libertad.

La pintura expuesta en Bellas Artes, presuntamente de Emiliano Zapata, indudablemente que contrarió a la familia que le sobrevive al que fuera el principal caudillo del sur durante la Revolución Mexicana, porque el único mensaje de la obra es la sexualidad de Zapata, representado aquí con cuerpo femenino, incluyendo zapatos de tacón y el sexo del caballo en plena disposición sexual.

Creo que los creadores de los héroes, los gobiernos, a través principalmente de sus programas educativos y de sus libros de texto con las historias que nos han querido contar, pueden ser los causantes de veneraciones insostenibles en la misma historia, como el caso de Zapata e incluso pudiera ser de Francisco Villa, no como homosexual, pero sí al que muchos siempre han considerado un asesino desalmado.

La historia, nuestra historia, tiene muchos pendientes por aclarar o definir, porque aquí siempre la han escrito los ganadores a su manera y puede ser precisamente lo que le pasó a Porfirio Díaz.

El oaxaqueño, considerado el clásico dictador, fue el que detonó la educación y la construcción de escuelas en México, así como la introducción del ferrocarril y ya atrás de él, se pudiera decir posiblemente la contraparte, Benito Juárez, se le acercó a Porfirio Díaz en eso de permanecer como presidente, incluso en su peregrinar por el país en su calidad de presidente con su mayor logro con el arraigo de la Logia Masónica en el país.

Antonio López de Santana, otro dictador que vendió más de la mitad del territorio nacional, pero que al parecer en justicia, la historia se refiere a su persona estrictamente con sus ambiciones y maldades.

El presidente López Obrador podría darle una acomodadita a nuestra historia, pero sin sus filias ni fobias de conservadores y corruptos y que los mexicanos conozcamos un poco más de la verdadera historia de nuestro México, porque cada presidente nos ha puesto la que ha querido a través incluso de los mismos libros de texto.

Incluso en la época reciente a Gustavo Díaz Ordaz, se le considera un mal presidente por su decisión tomada en el manejo del problema estudiantil en 1968, aunque una gran parte de los mexicanos estudiosos y analíticos consideran que si no hubiera sido como fue el manejo presidencial de Díaz Ordaz, la situación actual del país hubiera sido otra, pero destacando que seríamos un país de izquierda recalcitrante y entonces lo más probable era que ya tuviéramos un verdadero muro en la frontera con Estados Unidos o fuéramos su campo de concentración.

Lo que sí es verdad es que no se pueden permitir rumbos ni situaciones como con la pintura de Zapata exhibida en México, en Bellas Artes, nuestro recinto cultural, para lucimiento de un pintorcillo de brocha gorda que no tiene ningún currículo aceptable, sólo exhibir su cuestionado y mugroso trabajo y no porque me asuste de la sexualidad de nadie, sino simplemente porque fueron otros tiempos en que no se ventilaban estos desvíos naturales, aunque ahora hasta los legalicen en aras de un libertinaje que pretenden llamar libertad.