/ martes 20 de febrero de 2018

De nuevo, discriminación

La discriminación es un término que usamos frecuentemente, y atendiendo a su definición técnica, no contiene ningún sentido negativo pues equivale a separar, elegir o escoger. Así, podemos discriminar una fruta de otra si no nos gusta, o de un estudiante de otro cuando no ha aprobado sus exámenes.  Sin embargo, en un sentido político y social implica dar “un trato de inferioridad y una diferenciación por motivos como la  preferencia sexual, raza o religión”.

La mayoría de las personas aspiramos tener una sociedad justa y equitativa donde impere la razón y vivamos en un estado de paz; sin embargo, nuestras acciones nos contradicen. Es lamentable continuar encontrando declaraciones de personas que continúan atacando y discriminando a personas por sus preferencias sexuales, o simplemente por sus diferencias basadas en creencias, las cuales son personales y subjetivas.

Recordemos el artículo primero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que establece el principio de igualdad y discriminación. Apelemos a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que reitera que todas las personas somos iguales en dignidad y derechos sin distinción alguna.

Una sociedad justa es aquella en la que no acaecen tratos de desprecio hacia otros grupos. Para acceder a una verdadera democracia, comencemos por nosotros mismos, reconociendo que todas las personas somos iguales en dignidad y derechos tan como se menciona y así, podremos cambiar viejas creencias que perjudican a otros, por nuevas que sean incluyentes, tolerantes y nos acerquen a una paz social.

 

Twitter: @Flor_YanezA                                                                                       www.floryanez.com                                                                                   

 

 

La discriminación es un término que usamos frecuentemente, y atendiendo a su definición técnica, no contiene ningún sentido negativo pues equivale a separar, elegir o escoger. Así, podemos discriminar una fruta de otra si no nos gusta, o de un estudiante de otro cuando no ha aprobado sus exámenes.  Sin embargo, en un sentido político y social implica dar “un trato de inferioridad y una diferenciación por motivos como la  preferencia sexual, raza o religión”.

La mayoría de las personas aspiramos tener una sociedad justa y equitativa donde impere la razón y vivamos en un estado de paz; sin embargo, nuestras acciones nos contradicen. Es lamentable continuar encontrando declaraciones de personas que continúan atacando y discriminando a personas por sus preferencias sexuales, o simplemente por sus diferencias basadas en creencias, las cuales son personales y subjetivas.

Recordemos el artículo primero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que establece el principio de igualdad y discriminación. Apelemos a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que reitera que todas las personas somos iguales en dignidad y derechos sin distinción alguna.

Una sociedad justa es aquella en la que no acaecen tratos de desprecio hacia otros grupos. Para acceder a una verdadera democracia, comencemos por nosotros mismos, reconociendo que todas las personas somos iguales en dignidad y derechos tan como se menciona y así, podremos cambiar viejas creencias que perjudican a otros, por nuevas que sean incluyentes, tolerantes y nos acerquen a una paz social.

 

Twitter: @Flor_YanezA                                                                                       www.floryanez.com