/ jueves 22 de octubre de 2020

De verdad, ¿vamos muy bien?

Anualmente Naciones Unidas publica un listado de países en el ranking que se conoce como: Informe sobre Desarrollo Humano, dentro del cual considera el Índice de Bienestar Humano (IDH), que evalúa a 189 países en indicadores sobre esperanza de vida, ingreso, sostenibilidad económica (Producto Nacional Bruto), alfabetización, beneficiarios de bienes, servicios y programas gubernamentales para mejorar la calidad de vida, etc. denominando a 10 países con el mejor nivel de vida. Resultando como el país número uno por octava vez consecutiva a Noruega; posteriormente Suiza, Irlanda, Alemania, Taiwán, Australia, Islandia, Singapur y Países Bajos, situando a México en un rezagado sitio 72º, tres lugares detrás de Cuba y un poco mejor que Armenia y Argelia, lo cual es un claro indicador de dónde estamos situados.

En realidad no es de sorprendernos los lugares que cada uno de los países “están plantados” una vez que confrontamos los informes, la explicación analítica y datos empíricos sobre sus principales problemas, en el ámbito sus desarrollos regionales. La notoria diferencia con los que ocupan desde el sitio 48 (Argentina) son las desigualdades, corrupción, gobiernos controlados por grupos económicos, dictaduras o bien democracias populistas, manipuladas electoralmente que es el caso de México que desde su origen como nación en 1821 se presentó el primer fraude electoral durante la elección del segundo presidente de México. Situación que desde entonces en una característica habitual y rasgo de identidad de nuestra cultura política con un pobre desarrollo democrático al igual que de bienestar económico como toda la América Latina.

No obstante ello, el pasado julio el presidente señaló que se trabajaba para tener –“un sistema gratuito de salud y educación”-, ambos en todos los niveles, como los de Noruega, lo que nos hace preguntarnos cuál será el camino para lograr esa meta en sólo cuatro años.

Pues bien, para que la educación y la salud sean gratuitas en México se requiere que todos los ciudadanos, incluyendo los artífices de la economía informal, paguemos todos como en Noruega, el 38% de IVA, que sea un gobierno transparente, honesto con la preparación y capacidad suficiente para grandes cambios en tecnologías verdes, programas de empleo, eliminación de planes clientelares, apoyos a la iniciativa privada para infraestructura productiva, subsidios del 54% a la agricultura, etc. Ese país nórdico gasta el 11% de su PIB en salud y en educación 15.9%; en México se gasta el 2.7% y 6.5%, respectivamente. Noruega tiene el fondo de ahorro (supremo) mayor del planeta (superior al de Estados Unidos y China), con una prudente gestión del ahorro y manejo transparente de su petróleo), equivalente a un ahorro de 4.6 millones de pesos por habitante; contrario a México, donde cada mexicano debemos 94 mil pesos de deuda externa (la información es la propia SHCP y Skattekontor Norway).


Siendo propositivos, lo que menos deseamos es que le vaya mal al presidente, porque es el capitán de este enorme barco a la deriva, donde en principio todos deberíamos ser pasajeros de primera, sin calificativos de pasajeros neoliberales, al menos si queremos llevar el barco a mejor puerto.


Anualmente Naciones Unidas publica un listado de países en el ranking que se conoce como: Informe sobre Desarrollo Humano, dentro del cual considera el Índice de Bienestar Humano (IDH), que evalúa a 189 países en indicadores sobre esperanza de vida, ingreso, sostenibilidad económica (Producto Nacional Bruto), alfabetización, beneficiarios de bienes, servicios y programas gubernamentales para mejorar la calidad de vida, etc. denominando a 10 países con el mejor nivel de vida. Resultando como el país número uno por octava vez consecutiva a Noruega; posteriormente Suiza, Irlanda, Alemania, Taiwán, Australia, Islandia, Singapur y Países Bajos, situando a México en un rezagado sitio 72º, tres lugares detrás de Cuba y un poco mejor que Armenia y Argelia, lo cual es un claro indicador de dónde estamos situados.

En realidad no es de sorprendernos los lugares que cada uno de los países “están plantados” una vez que confrontamos los informes, la explicación analítica y datos empíricos sobre sus principales problemas, en el ámbito sus desarrollos regionales. La notoria diferencia con los que ocupan desde el sitio 48 (Argentina) son las desigualdades, corrupción, gobiernos controlados por grupos económicos, dictaduras o bien democracias populistas, manipuladas electoralmente que es el caso de México que desde su origen como nación en 1821 se presentó el primer fraude electoral durante la elección del segundo presidente de México. Situación que desde entonces en una característica habitual y rasgo de identidad de nuestra cultura política con un pobre desarrollo democrático al igual que de bienestar económico como toda la América Latina.

No obstante ello, el pasado julio el presidente señaló que se trabajaba para tener –“un sistema gratuito de salud y educación”-, ambos en todos los niveles, como los de Noruega, lo que nos hace preguntarnos cuál será el camino para lograr esa meta en sólo cuatro años.

Pues bien, para que la educación y la salud sean gratuitas en México se requiere que todos los ciudadanos, incluyendo los artífices de la economía informal, paguemos todos como en Noruega, el 38% de IVA, que sea un gobierno transparente, honesto con la preparación y capacidad suficiente para grandes cambios en tecnologías verdes, programas de empleo, eliminación de planes clientelares, apoyos a la iniciativa privada para infraestructura productiva, subsidios del 54% a la agricultura, etc. Ese país nórdico gasta el 11% de su PIB en salud y en educación 15.9%; en México se gasta el 2.7% y 6.5%, respectivamente. Noruega tiene el fondo de ahorro (supremo) mayor del planeta (superior al de Estados Unidos y China), con una prudente gestión del ahorro y manejo transparente de su petróleo), equivalente a un ahorro de 4.6 millones de pesos por habitante; contrario a México, donde cada mexicano debemos 94 mil pesos de deuda externa (la información es la propia SHCP y Skattekontor Norway).


Siendo propositivos, lo que menos deseamos es que le vaya mal al presidente, porque es el capitán de este enorme barco a la deriva, donde en principio todos deberíamos ser pasajeros de primera, sin calificativos de pasajeros neoliberales, al menos si queremos llevar el barco a mejor puerto.