/ lunes 25 de marzo de 2019

Debate aborto, derecho UACh

El miércoles de esta semana se llevó a cabo con una impresionante convocatoria, un debate sobre el aborto en el auditorio de la Facultad de Derecho de la UACh, al grado de que se tuvieron que habilitar dos auditorios de menor tamaño y aun así hubo asistentes parados en los pasillos laterales.

La intensidad del tema dio lugar a que fuera interrumpido por el director de la facultad cuando empezaba la intervención del público al final del debate. Desde el punto de vista provida participaron la licenciada y maestra de la facultad Flor Aidé Sánchez y el doctor Ignacio Contreras, catedrático de la Facultad de Medicina, ginecólogo y expertos en bioética.

De ideología progénero participaron la doctora Mirna Salazar, anestesióloga y catedrática de la Facultad de Medicina y la licenciada Alma Bustamante, egresada de la Facultad de Derecho de la UNAM, con un amplio currículum en la administración pública federal y el consejo de la judicatura local.

Considerando la amplitud del tema, me concretaré a resaltar aspectos que llamaron particularmente mi atención. El doctor Contreras mencionó que desde el momento en que se unen el espermatozoide y el óvulo existe en un continuo de vida que si bien ha sido dividido en etapas para efectos de estudio, resulta muy complicado distinguir etapas entre el momento de la fecundación y el nacimiento.

Además, mencionó que en el momento en que se une el óvulo y el espermatozoide se genera una configuración genética DNA única e irrepetible, lo que me hace pensar que andar buscándole tres pies al gato para definir en qué momento surge la vida, es un tema de retórica médica para ponerle una fecha al número de semanas en que una mujer pueda abortar con cierta seguridad.

Las participantes progénero sustentaron la defensa del aborto en el reducido porcentaje de adolescentes que son violadas en el espacio de su hogar, donde sería absurdo pedir permiso para abortar a quienes no las protegieron o las violentaron, así como en el concepto de que la mujer es dueña de su cuerpo y limitar sus decisiones implicaría la violación de un derecho individual elemental.

No hubo tiempo para discutir a profundidad si el producto del embarazo es una mera extensión biológica del cuerpo de la madre o si desde el momento de la concepción, cuando se ha definido genéticamente una configuración de DNA, en realidad empiezan a existir un nuevo ser humano y por lo tanto jurídicamente existen dos derechos diferentes que tienen que ser jurídicamente tutelados.

En este tema del aborto suceden dos extremos ideologizados, por una parte, están quienes proponen la cruel alternativa para que a una madre violada se le obligue a dar a luz al ser producto de la violación, que constituiría el recordatorio de una espantosa experiencia y la obligaría a un desafío emocional e intelectual que sólo encontramos en aquellos seres humanos que calificamos como santos; mientras que por la otra, se quiere contemplar el proceso de la concepción solamente en términos biológicos, haciendo a un lado las implicaciones psicológicas, filosóficas y trascendentes que significa la maravilla de la vida humana.

Este choque de creencias e identidad difícilmente terminará, pero la ley debe buscar un justo medio funcional y suficiente para la inmensa mayoría de los casos, donde el aborto no debe de convertirse en una irresponsable medida anticonceptiva, donde el mayor desafío para las generaciones maduras reside en aceptar, informar y apoyar al gran número de adolescentes que se inician en la vida sexual antes de lo que quisieran sus progenitores y abuelos.

El miércoles de esta semana se llevó a cabo con una impresionante convocatoria, un debate sobre el aborto en el auditorio de la Facultad de Derecho de la UACh, al grado de que se tuvieron que habilitar dos auditorios de menor tamaño y aun así hubo asistentes parados en los pasillos laterales.

La intensidad del tema dio lugar a que fuera interrumpido por el director de la facultad cuando empezaba la intervención del público al final del debate. Desde el punto de vista provida participaron la licenciada y maestra de la facultad Flor Aidé Sánchez y el doctor Ignacio Contreras, catedrático de la Facultad de Medicina, ginecólogo y expertos en bioética.

De ideología progénero participaron la doctora Mirna Salazar, anestesióloga y catedrática de la Facultad de Medicina y la licenciada Alma Bustamante, egresada de la Facultad de Derecho de la UNAM, con un amplio currículum en la administración pública federal y el consejo de la judicatura local.

Considerando la amplitud del tema, me concretaré a resaltar aspectos que llamaron particularmente mi atención. El doctor Contreras mencionó que desde el momento en que se unen el espermatozoide y el óvulo existe en un continuo de vida que si bien ha sido dividido en etapas para efectos de estudio, resulta muy complicado distinguir etapas entre el momento de la fecundación y el nacimiento.

Además, mencionó que en el momento en que se une el óvulo y el espermatozoide se genera una configuración genética DNA única e irrepetible, lo que me hace pensar que andar buscándole tres pies al gato para definir en qué momento surge la vida, es un tema de retórica médica para ponerle una fecha al número de semanas en que una mujer pueda abortar con cierta seguridad.

Las participantes progénero sustentaron la defensa del aborto en el reducido porcentaje de adolescentes que son violadas en el espacio de su hogar, donde sería absurdo pedir permiso para abortar a quienes no las protegieron o las violentaron, así como en el concepto de que la mujer es dueña de su cuerpo y limitar sus decisiones implicaría la violación de un derecho individual elemental.

No hubo tiempo para discutir a profundidad si el producto del embarazo es una mera extensión biológica del cuerpo de la madre o si desde el momento de la concepción, cuando se ha definido genéticamente una configuración de DNA, en realidad empiezan a existir un nuevo ser humano y por lo tanto jurídicamente existen dos derechos diferentes que tienen que ser jurídicamente tutelados.

En este tema del aborto suceden dos extremos ideologizados, por una parte, están quienes proponen la cruel alternativa para que a una madre violada se le obligue a dar a luz al ser producto de la violación, que constituiría el recordatorio de una espantosa experiencia y la obligaría a un desafío emocional e intelectual que sólo encontramos en aquellos seres humanos que calificamos como santos; mientras que por la otra, se quiere contemplar el proceso de la concepción solamente en términos biológicos, haciendo a un lado las implicaciones psicológicas, filosóficas y trascendentes que significa la maravilla de la vida humana.

Este choque de creencias e identidad difícilmente terminará, pero la ley debe buscar un justo medio funcional y suficiente para la inmensa mayoría de los casos, donde el aborto no debe de convertirse en una irresponsable medida anticonceptiva, donde el mayor desafío para las generaciones maduras reside en aceptar, informar y apoyar al gran número de adolescentes que se inician en la vida sexual antes de lo que quisieran sus progenitores y abuelos.