/ sábado 16 de febrero de 2019

Demagogia y populismo

La responsabilidad de todo ciudadano es reconocer y oponerse a los demagogos y a los populistas. El comportamiento de los seguidores de AMLO es exactamente como la gente que pertenece a un culto o secta se comporta, rechazando la realidad y viviendo en una fantasía creada por el líder.

Si el ciudadano se aferra solamente a lo que le agrada escuchar y no a la realidad, ni a la evidencia ni a lo comprobable, tarde o temprano lo pagará muy caro. Es evidente que hay que quitar algo del radicalismo que a muchos tiene engañados.

El pensar que nadie tiene la razón sino ellos es lo que vuelve desequilibrados a los cuerdos, y a los ya desequilibrados, los convierte en locos radicales, capaces de insultar, amenazar, y hasta matar.

El desasosiego del país ha sido creado por los que han sido cegados por la demagogia y las promesas populistas imposibles de cumplir, y así como son incapaces de cumplir, la culpa será siempre de las administraciones anteriores, de los “fifís”, o del neoliberalismo, y cuando se acaben las excusas, la culpa de incumplimiento será nuevamente “el imperio”, el capitalismo/neoliberalismo, el Banco Mundial, o aun del pueblo “sabio y bueno” que así lo solicitó, etc… la culpa por no cumplir siempre será de alguien más.

El aceptar, sin restricciones, un credo político viejo e inservible, nos hará más mal y nos causará más daño que tomar una receta medicinal equivocada.

El país se va dando cuenta de que lo que necesita principalmente para su bienestar no son las filantropías ni los apostolados ni las reformas ni las supuestas “transformaciones”, sino simplemente dejar de mentir, de acabar con todo tipo de falsedades. Lo único que nos salvará será la verdad, pues en ella están basadas todas las libertades, tanto la política, así como la social y la personal.

Un ejemplo clásico de la demagogia es el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, en el que en realidad sólo 4 de cada 10 jóvenes que ni estudian ni trabajan serán “beneficiados”… El programa requiere de 99 mil 360 millones de pesos para cumplir el objetivo de brindar becas de capacitación a 2.3 millones de jóvenes que, repito, ni estudian ni trabajan, los llamados “ninis”. Sin embargo, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social sólo cuenta con un presupuesto de 40 mil millones de pesos en el Proyecto de Egresos de la Federación de 2019 para este propósito.

Si desprecian, odian, y prometen acabar con el “neoliberalismo”, ¿por qué y para qué entrenar, y capacitar en el neoliberalismo a tanto joven? ¿Acaso se repetirá la historia del caballo de Troya? Es como preguntar también si se han perdonado todas las faltas a la ley de los malandros, y ya no serán perseguidos gracias a la impunidad otorgada por el mismo presidente, ¿para qué necesitamos miles y miles de tropas más en las calles de la Guardia Nacional? Creo que ya todos sabemos para qué.


La responsabilidad de todo ciudadano es reconocer y oponerse a los demagogos y a los populistas. El comportamiento de los seguidores de AMLO es exactamente como la gente que pertenece a un culto o secta se comporta, rechazando la realidad y viviendo en una fantasía creada por el líder.

Si el ciudadano se aferra solamente a lo que le agrada escuchar y no a la realidad, ni a la evidencia ni a lo comprobable, tarde o temprano lo pagará muy caro. Es evidente que hay que quitar algo del radicalismo que a muchos tiene engañados.

El pensar que nadie tiene la razón sino ellos es lo que vuelve desequilibrados a los cuerdos, y a los ya desequilibrados, los convierte en locos radicales, capaces de insultar, amenazar, y hasta matar.

El desasosiego del país ha sido creado por los que han sido cegados por la demagogia y las promesas populistas imposibles de cumplir, y así como son incapaces de cumplir, la culpa será siempre de las administraciones anteriores, de los “fifís”, o del neoliberalismo, y cuando se acaben las excusas, la culpa de incumplimiento será nuevamente “el imperio”, el capitalismo/neoliberalismo, el Banco Mundial, o aun del pueblo “sabio y bueno” que así lo solicitó, etc… la culpa por no cumplir siempre será de alguien más.

El aceptar, sin restricciones, un credo político viejo e inservible, nos hará más mal y nos causará más daño que tomar una receta medicinal equivocada.

El país se va dando cuenta de que lo que necesita principalmente para su bienestar no son las filantropías ni los apostolados ni las reformas ni las supuestas “transformaciones”, sino simplemente dejar de mentir, de acabar con todo tipo de falsedades. Lo único que nos salvará será la verdad, pues en ella están basadas todas las libertades, tanto la política, así como la social y la personal.

Un ejemplo clásico de la demagogia es el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, en el que en realidad sólo 4 de cada 10 jóvenes que ni estudian ni trabajan serán “beneficiados”… El programa requiere de 99 mil 360 millones de pesos para cumplir el objetivo de brindar becas de capacitación a 2.3 millones de jóvenes que, repito, ni estudian ni trabajan, los llamados “ninis”. Sin embargo, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social sólo cuenta con un presupuesto de 40 mil millones de pesos en el Proyecto de Egresos de la Federación de 2019 para este propósito.

Si desprecian, odian, y prometen acabar con el “neoliberalismo”, ¿por qué y para qué entrenar, y capacitar en el neoliberalismo a tanto joven? ¿Acaso se repetirá la historia del caballo de Troya? Es como preguntar también si se han perdonado todas las faltas a la ley de los malandros, y ya no serán perseguidos gracias a la impunidad otorgada por el mismo presidente, ¿para qué necesitamos miles y miles de tropas más en las calles de la Guardia Nacional? Creo que ya todos sabemos para qué.