/ sábado 17 de agosto de 2019

DEPENDE DEL ESFUERZO

Si nuestros mejores esfuerzos no nos traen satisfacción, hay algo equivocado en ellos… o en nosotros. Lo que necesitamos es detenernos, analizar la situación y hacer un nuevo esfuerzo.

Aunque el Gobierno culpa a “los de antes” y al neoliberalismo (a los que trabajamos) de todos los males del mundo, el que nosotros no hayamos acumulado una gran fortuna, registrado un gran invento, ni escrito un exitoso libro, no ha sido razón para que otros hayan dejado de intentarlo, hacerlo y lograrlo. La vida, no el Gobierno, nos ha ofrecido todo tipo de incentivos para ser creativos y útiles y hemos fallado, pero no por eso ha quedado el mundo sin las cosas que ha necesitado. Mientras nosotros fracasamos, otros, más esforzados, están teniendo notables éxitos.

No hay peor fracaso que el de no hacer un nuevo esfuerzo. Mucha tragedias, políticas por cierto, han ocurrido por eso, porque a la gente o le ha faltado voluntad para hacer un nuevo esfuerzo, o porque con las ansias de un cambio son capaces de meter un caballo de Troya al país sentenciándolo por generaciones a caer al abismo.

Los fracasos temporales no son más que errores y éstos son cosas tan comunes que es por eso que los lápices tienen borrador. Por eso es imprescindible borrarlos y probar de nuevo. Nadie puede llamarse fracasado por haber fallado en este o aquel intento. Los mismos que hoy fallan, mañana pueden alcanzar grandes éxitos con sólo perseverar e insistir en lograr lo que desean. El único fracaso está solamente en no hacer un nuevo esfuerzo.

Los grandes hombres fueron antes pequeños, caminaron también a tientas, cometieron desatinos; desconfiaron de su fuerza; pensaron que la grandeza era resultado de la buena suerte y como nosotros, tuvieron miedo de intentar cosas bien fáciles de lograr. Todo hasta que audazmente hicieron su primer intento, dominaron su miedo, lucharon solos y demostraron que la sabiduría, el poder y la fama están al alcance de todos y triunfaron al final, con los mismos dones otorgados a nosotros.

Nunca podemos fracasar si no lo consentimos cobardemente. Muchas veces la dificultad está en convencer al mundo de que luchamos con el propósito de vencer, pero una vez logrado, el mundo nos tiende su mano. El que se levanta después de cada caída, una vez tendrá que levantarse para no caer más.

La verdad es que todos fracasamos más de una vez. Así se nos presenta la vida, pero el mérito está en saber sacar partido de cada tropiezo.


Si nuestros mejores esfuerzos no nos traen satisfacción, hay algo equivocado en ellos… o en nosotros. Lo que necesitamos es detenernos, analizar la situación y hacer un nuevo esfuerzo.

Aunque el Gobierno culpa a “los de antes” y al neoliberalismo (a los que trabajamos) de todos los males del mundo, el que nosotros no hayamos acumulado una gran fortuna, registrado un gran invento, ni escrito un exitoso libro, no ha sido razón para que otros hayan dejado de intentarlo, hacerlo y lograrlo. La vida, no el Gobierno, nos ha ofrecido todo tipo de incentivos para ser creativos y útiles y hemos fallado, pero no por eso ha quedado el mundo sin las cosas que ha necesitado. Mientras nosotros fracasamos, otros, más esforzados, están teniendo notables éxitos.

No hay peor fracaso que el de no hacer un nuevo esfuerzo. Mucha tragedias, políticas por cierto, han ocurrido por eso, porque a la gente o le ha faltado voluntad para hacer un nuevo esfuerzo, o porque con las ansias de un cambio son capaces de meter un caballo de Troya al país sentenciándolo por generaciones a caer al abismo.

Los fracasos temporales no son más que errores y éstos son cosas tan comunes que es por eso que los lápices tienen borrador. Por eso es imprescindible borrarlos y probar de nuevo. Nadie puede llamarse fracasado por haber fallado en este o aquel intento. Los mismos que hoy fallan, mañana pueden alcanzar grandes éxitos con sólo perseverar e insistir en lograr lo que desean. El único fracaso está solamente en no hacer un nuevo esfuerzo.

Los grandes hombres fueron antes pequeños, caminaron también a tientas, cometieron desatinos; desconfiaron de su fuerza; pensaron que la grandeza era resultado de la buena suerte y como nosotros, tuvieron miedo de intentar cosas bien fáciles de lograr. Todo hasta que audazmente hicieron su primer intento, dominaron su miedo, lucharon solos y demostraron que la sabiduría, el poder y la fama están al alcance de todos y triunfaron al final, con los mismos dones otorgados a nosotros.

Nunca podemos fracasar si no lo consentimos cobardemente. Muchas veces la dificultad está en convencer al mundo de que luchamos con el propósito de vencer, pero una vez logrado, el mundo nos tiende su mano. El que se levanta después de cada caída, una vez tendrá que levantarse para no caer más.

La verdad es que todos fracasamos más de una vez. Así se nos presenta la vida, pero el mérito está en saber sacar partido de cada tropiezo.