/ martes 8 de septiembre de 2020

¿Depresión o aburrimiento?

Una mañana mientras tomaba café, leí el New York Times y encontré la nota: ¿Estás realmente deprimido por la cuarentena, o sólo estás aburrido? Es evidente que nuestra rutina se ha visto afectada por la pandemia; por la sugerencia de evitar lugares conglomerados y establecimientos para no propagar el virus. Tenemos menos distracciones y estímulos, a veces, quedándonos únicamente con aquéllos que encontramos en casa. He escuchado frases como: “Estoy como leona enjaulada”, al referirse a la elección de permanecer en el hogar para prevenir contagios. Queremos hacer algo, lo que sea, pero pareciera que se nos agotan las opciones. Esto comienza a afectar el bienestar de las personas. Continúo leyendo: “El aburrimiento es una experiencia sicológica aversiva y casi universal que puede desembocar en problemas graves”. De acuerdo con especialistas, el aburrimiento ocasional es normal y no representa algún peligro. De volverse reiterado podría causar alguna patología como problemas sicológicos, depresión e incluso adicciones.

El Dr. López Rosetti refiere que tener un nivel justo de estrés es sano para tener motivación en la vida. Por el contrario, denomina hipoestrés al estado de aburrimiento constante, donde el tedio provoca falta de interés por la vida. Recordé un libro sobre historia de la felicidad; al llegar a la era de 1800, resaltó la figura de Napoleón Bonaparte. ¿Qué tendría que ver este personaje con la felicidad? El general antes de alcanzar gloria por las armas, lo intentó por medio de la pluma. De joven, la única fama que quería conquistar era la literaria. Ingresó a un concurso de ensayos convocado por la Academia de Lyon cuyo tema era: ¿Qué verdades y sentimientos son más importantes para inculcar felicidad en los hombres? respondió: “Cuando el aburrimiento se apodera del corazón del hombre, la felicidad, la más negra melancolía y la desesperación le acompañan… Si esta condición perdura se entregará a la muerte”. Le obsesionaba la pasión interior. Para mitigarla, recomendaba cultivar el sentimiento. Lo describe como un agente reconfortante que nos consuela y libera en momentos de infortunio. Escala la cima del Mont-Blanc y observa el amanecer escribió Napoleón; pasea junto al mar y observa cómo se zambulle la gran esfera en el “rezago del infinito”; vaga por el campo y escucha el silencio perfecto del universo; refúgiate en una cabaña, duérmete ante un fuego avivado y, a media noche repliégate sobre ti mismo. El jurado consideró que carecía de inspiración; lo juzgó peor que mediocre. Tremendo, cuando el general tenía mucha razón, pues su ensayo encaja perfectamente en nuestra situación actual, donde poco de lo que hacemos resulta tan placentero, como aquello que realizábamos en la “antigua era”. En un mundo hiperconectado, donde estábamos saturados de estímulos externos, era difícil aburrirse. Siempre había algo que hacer. Ahora nuestra capacidad creativa y el desarrollo de la imaginación se ponen a prueba para no caer en el desánimo. Entonces, descubrir nuevas maneras de recrearse ayudará a mitigar el aburrimiento o, una posible depresión. Quizá es tiempo de encontrar un balance y con esta “experiencia” entre la rapidez de la rutina y, aprender a estar en paz.


Una mañana mientras tomaba café, leí el New York Times y encontré la nota: ¿Estás realmente deprimido por la cuarentena, o sólo estás aburrido? Es evidente que nuestra rutina se ha visto afectada por la pandemia; por la sugerencia de evitar lugares conglomerados y establecimientos para no propagar el virus. Tenemos menos distracciones y estímulos, a veces, quedándonos únicamente con aquéllos que encontramos en casa. He escuchado frases como: “Estoy como leona enjaulada”, al referirse a la elección de permanecer en el hogar para prevenir contagios. Queremos hacer algo, lo que sea, pero pareciera que se nos agotan las opciones. Esto comienza a afectar el bienestar de las personas. Continúo leyendo: “El aburrimiento es una experiencia sicológica aversiva y casi universal que puede desembocar en problemas graves”. De acuerdo con especialistas, el aburrimiento ocasional es normal y no representa algún peligro. De volverse reiterado podría causar alguna patología como problemas sicológicos, depresión e incluso adicciones.

El Dr. López Rosetti refiere que tener un nivel justo de estrés es sano para tener motivación en la vida. Por el contrario, denomina hipoestrés al estado de aburrimiento constante, donde el tedio provoca falta de interés por la vida. Recordé un libro sobre historia de la felicidad; al llegar a la era de 1800, resaltó la figura de Napoleón Bonaparte. ¿Qué tendría que ver este personaje con la felicidad? El general antes de alcanzar gloria por las armas, lo intentó por medio de la pluma. De joven, la única fama que quería conquistar era la literaria. Ingresó a un concurso de ensayos convocado por la Academia de Lyon cuyo tema era: ¿Qué verdades y sentimientos son más importantes para inculcar felicidad en los hombres? respondió: “Cuando el aburrimiento se apodera del corazón del hombre, la felicidad, la más negra melancolía y la desesperación le acompañan… Si esta condición perdura se entregará a la muerte”. Le obsesionaba la pasión interior. Para mitigarla, recomendaba cultivar el sentimiento. Lo describe como un agente reconfortante que nos consuela y libera en momentos de infortunio. Escala la cima del Mont-Blanc y observa el amanecer escribió Napoleón; pasea junto al mar y observa cómo se zambulle la gran esfera en el “rezago del infinito”; vaga por el campo y escucha el silencio perfecto del universo; refúgiate en una cabaña, duérmete ante un fuego avivado y, a media noche repliégate sobre ti mismo. El jurado consideró que carecía de inspiración; lo juzgó peor que mediocre. Tremendo, cuando el general tenía mucha razón, pues su ensayo encaja perfectamente en nuestra situación actual, donde poco de lo que hacemos resulta tan placentero, como aquello que realizábamos en la “antigua era”. En un mundo hiperconectado, donde estábamos saturados de estímulos externos, era difícil aburrirse. Siempre había algo que hacer. Ahora nuestra capacidad creativa y el desarrollo de la imaginación se ponen a prueba para no caer en el desánimo. Entonces, descubrir nuevas maneras de recrearse ayudará a mitigar el aburrimiento o, una posible depresión. Quizá es tiempo de encontrar un balance y con esta “experiencia” entre la rapidez de la rutina y, aprender a estar en paz.