Preocupante es el desarrollo, preparación y crecimiento de las nuevas generaciones. Por un lado, el descuido de las autoridades sobre la preparación, sobre todo en las etapas iniciales. Sabemos que el sistema educativo en nuestro país está en crisis, pero no sabemos qué tanto impactará cuando estas generaciones tomen las riendas del país.
Si hoy en día vemos los niveles en los jóvenes, bajos de lectura, de escritura y más aún de conocimiento de las ciencias, con lo vivido en el confinamiento veremos efectos de la falta de socialización.
El fracaso y el abandono escolar se gestan con el tiempo al igual que el éxito, o los buenos resultados. Se trata de un proceso, no de un suceso. Pero no puede ser sólo el objetivo de una parte de la comunidad educativa, debe ser un gran compromiso de toda la sociedad y de sus instituciones. El desarrollo de las competencias clave desde la infancia es fundamental dentro del marco de estrategias de educación y aprendizaje permanente. Es ineludible y urgente reforzar los vínculos entre la educación y las necesidades del mercado laboral, mediante servicios de orientación profesional eficaces y mediante relaciones más estrechas entre los centros de enseñanza y el mundo del trabajo.
Las nuevas tecnologías están siendo adoptadas más rápidamente por los jóvenes, que por los mayores y las instituciones educativas. Existe una notoria e impactante lentitud en adaptar la educación a las nuevas sociedades del conocimiento. Así, aunque se han implementado planes de educación remota o a distancia, éstos se ven frustrados por la profunda brecha digital a la que se enfrentan grandes sectores de la población. Muchos hogares no cuentan con entornos adecuados para el aprendizaje; ni mucho menos con internet o con los dispositivos electrónicos necesarios para proseguir con la escolaridad de los hijos, por lo que los efectos cognitivos pueden ser devastadores. Aunado a los efectos del confinamiento, como la ansiedad y el estrés, cuyos impactos los veremos en el largo plazo. La falta de convivencia con sus amigos, el ocio y el esparcimiento, hasta el acceso a sus derechos más elementales se han visto impactados y tendrán, sin lugar a dudas, efectos en su desarrollo y en sus oportunidades futuras.
El internet, como herramienta, deberá constituir el mejor instrumento de integración, desarrollo y conocimiento desde la invención de la imprenta.
Para apoyar estas generaciones del futuro y no tener una generación perdida, las escuelas y las universidades deberán abrirse, no sólo en sus aulas, sino en sus estrategias y acciones hacia las comunidades.
Como sociedad y como gobierno no estamos actuando en consecuencia y estamos dejando a la deriva a una generación que se hará cargo del país. Con un gobierno inactivo, falto de estrategias y de acciones hacia las nuevas generaciones, lamentaremos el hecho de sólo quejarnos. Con qué cara les podremos decir a las nuevas generaciones: “Ustedes son el futuro de México”. Estas generaciones nos necesitan hoy, no cuando sea demasiado tarde.