/ domingo 12 de septiembre de 2021

Desde la curul 136; La legislatura de la paridad 

Por Ángeles Gutiérrez Valdez

La anterior Legislatura LXIV fue histórica desde muchos vértices, una fue la integración de 241 diputadas en una cámara con 500 asientos. ¡Nunca antes se había visto en México una cosa igual! Y de ello han presumido largo y tendido los dirigentes nacionales. Detrás de esas cifras, sin embargo, hay mucho esfuerzo y un camino que apenas empieza.

Todo el trabajo en materia de perspectiva de paridad de género parece dar la razón a quienes sostienen que la participación de las mujeres en política trae avances, de otro modo, no se conseguirían o llegarían con mayor retraso. México ha concluido su primera e histórica etapa con paridad en el congreso y de la mano de las diputadas se logró: Mejoras en la situación laboral de las empleadas del hogar, paridad en todos los órdenes del Estado, reparto gratuito en las aulas de productos para la menstruación, medidas contra la violencia política, incluir en el Código Penal el delito contra la intimidad sexual a través de medios digitales (ley Olimpia) y otras modificaciones legales contra la violencia de género y el feminicidio. También quedaron asignaturas pendientes en temas relevantes desde las diferentes comisiones, pero no ha sido por falta de intentos, sigue costando mucho que las voces se unan en la tribuna (las políticas chocan hoy día con la cultura machista que impera en la sociedad).

Desde temprana edad he tenido la convicción de atender las causas del interés común de todos los ciudadanos, siendo principalmente los problemas de la infancia y los grupos vulnerables en México.

Siempre he creído en la esencia de la participación equilibrada entre el hombre y la mujer. Ante los cambios actuales las mujeres, nos hemos involucrado en el contexto público y privado de la sociedad, desde contribuir en la formación y sustento de nuestro hogar, ser jefas de familia, hasta ser parte del reconocimiento y de los logros dentro de diversos entornos, como el desarrollo económico, político, cultural y educativo.

Estos espacios abiertos hacia la mujer son muestra de un avance que trasciende las fronteras, de un pasado que parecía imposible. Hoy se contribuye a mejorar las condiciones de inclusión, a fin de disminuir la brecha de desigualdad que siempre ha imperado en nuestra sociedad.

Aun así reconozco que pese al franco avance de la doctrina de los derechos humanos en el mundo y, en particular, en México, todavía existe una notable desigualdad por motivos de género en diversas esferas de la vida social: en el ámbito económico, en la generación y beneficios del desarrollo científico y tecnológico, cultura física y deporte, en el acceso a la justicia, entre otras. El trato y las diferentes oportunidades que tienen las mujeres respecto de los hombres hacen que el ejercicio de sus derechos no sea pleno.

Por ello me siento orgullosa de la labor encomendada, primero como mujer y luego como ente político.

Retomo la frase de Malala Yousafzai, ella dijo alguna vez que: “La pobreza, la ignorancia, la injusticia, el racismo y la privación de sus derechos básicos son los principales problemas que enfrentan mujeres y hombres… Hubo un tiempo en que las activistas pidieron a los hombres que lucharan por ellas. Pero esta vez vamos a hacerlo por nosotras mismas…”. Invito a todas, quienes me están leyendo, a tomar las riendas, es el momento de ser autónomas. Siempre habrá obstáculos, sin embargo, está la voluntad para luchar por nuestros ideales, sueños y metas, sólo así sabremos de dónde somos, a dónde pertenecemos y hacia dónde vamos.


Por Ángeles Gutiérrez Valdez

La anterior Legislatura LXIV fue histórica desde muchos vértices, una fue la integración de 241 diputadas en una cámara con 500 asientos. ¡Nunca antes se había visto en México una cosa igual! Y de ello han presumido largo y tendido los dirigentes nacionales. Detrás de esas cifras, sin embargo, hay mucho esfuerzo y un camino que apenas empieza.

Todo el trabajo en materia de perspectiva de paridad de género parece dar la razón a quienes sostienen que la participación de las mujeres en política trae avances, de otro modo, no se conseguirían o llegarían con mayor retraso. México ha concluido su primera e histórica etapa con paridad en el congreso y de la mano de las diputadas se logró: Mejoras en la situación laboral de las empleadas del hogar, paridad en todos los órdenes del Estado, reparto gratuito en las aulas de productos para la menstruación, medidas contra la violencia política, incluir en el Código Penal el delito contra la intimidad sexual a través de medios digitales (ley Olimpia) y otras modificaciones legales contra la violencia de género y el feminicidio. También quedaron asignaturas pendientes en temas relevantes desde las diferentes comisiones, pero no ha sido por falta de intentos, sigue costando mucho que las voces se unan en la tribuna (las políticas chocan hoy día con la cultura machista que impera en la sociedad).

Desde temprana edad he tenido la convicción de atender las causas del interés común de todos los ciudadanos, siendo principalmente los problemas de la infancia y los grupos vulnerables en México.

Siempre he creído en la esencia de la participación equilibrada entre el hombre y la mujer. Ante los cambios actuales las mujeres, nos hemos involucrado en el contexto público y privado de la sociedad, desde contribuir en la formación y sustento de nuestro hogar, ser jefas de familia, hasta ser parte del reconocimiento y de los logros dentro de diversos entornos, como el desarrollo económico, político, cultural y educativo.

Estos espacios abiertos hacia la mujer son muestra de un avance que trasciende las fronteras, de un pasado que parecía imposible. Hoy se contribuye a mejorar las condiciones de inclusión, a fin de disminuir la brecha de desigualdad que siempre ha imperado en nuestra sociedad.

Aun así reconozco que pese al franco avance de la doctrina de los derechos humanos en el mundo y, en particular, en México, todavía existe una notable desigualdad por motivos de género en diversas esferas de la vida social: en el ámbito económico, en la generación y beneficios del desarrollo científico y tecnológico, cultura física y deporte, en el acceso a la justicia, entre otras. El trato y las diferentes oportunidades que tienen las mujeres respecto de los hombres hacen que el ejercicio de sus derechos no sea pleno.

Por ello me siento orgullosa de la labor encomendada, primero como mujer y luego como ente político.

Retomo la frase de Malala Yousafzai, ella dijo alguna vez que: “La pobreza, la ignorancia, la injusticia, el racismo y la privación de sus derechos básicos son los principales problemas que enfrentan mujeres y hombres… Hubo un tiempo en que las activistas pidieron a los hombres que lucharan por ellas. Pero esta vez vamos a hacerlo por nosotras mismas…”. Invito a todas, quienes me están leyendo, a tomar las riendas, es el momento de ser autónomas. Siempre habrá obstáculos, sin embargo, está la voluntad para luchar por nuestros ideales, sueños y metas, sólo así sabremos de dónde somos, a dónde pertenecemos y hacia dónde vamos.