/ martes 3 de julio de 2018

Después de la jornada

Al momento de escribir la presente colaboración aún no tenemos elementos para conocer los resultados ciertos de la elección del primero de julio y quiénes, a nivel federal y estatal, ocuparán los cargos por los que compitieron.

Lo que sí tenemos es la certeza de que México podrá seguir adelante a pesar de todos los que en algún momento llegaron a fanatizarse en las campañas, los que trataron de efectuar algún hecho reprobable o fuera de la norma para favorecer o denostar a algún candidato, quienes sintieron que si ganaban tales o cuales personajes ellos iban a verse comprometidos o disminuidos de algún modo, aquellos que aún no han entendido que las diferencias son sanas y de ningún modo motivadoras de enfrentamientos estériles o de rencores y odios sin fundamento, los que defienden a capa y espada algún proyecto y pretenden que todos los demás lo acojan, en fin a pesar de aquellos que de algún modo no han creído en la democracia y en la participación de la sociedad y han pretendido imponer su criterio por encima de la voluntad popular.

México mira hacia su futuro cuando los ciudadanos saben a ciencia cierta que su voto es respetado, y que pueden exigir a quienes fueron favorecidos con él que cumplan sus promesas y lleven a cabo sus propuestas tomando en cuenta el bien común de las personas.

Una vez que ha pasado la jornada electoral y sean o no adversos los resultados al parecer de cada uno, lo que resta es motivar a quienes nos rodean a esperar que las aguas se calmen, no ofrecer motivos de discordia y abrir nuestros ojos a la reconstrucción del país, un país, el nuestro, que necesita con urgencia de la participación desinteresada de todos. Son muchos los problemas que deben resolverse y muchas las situaciones a las que hay que poner atención.

Quienes han sido electos, a pesar de todos sus deseos y buenas intenciones –lo mínimo que podemos pedir es que las tengan- no pueden enfrentar solos esos problemas y dar el giro a esas situaciones. Necesitan el concurso de la ciudadanía, no importa si muchos o pocos son afines o de oposición.

No podemos dejar que los rumores, las mentiras, los rencores, los deseos de venganza o de enfrentar a los contrarios sean el pan de cada día. La reconciliación de los mexicanos es urgente, lo cual implica el acercamiento, el diálogo sincero, la crítica sana, la búsqueda de la justicia y la verdad. ¿Lo ven?




Al momento de escribir la presente colaboración aún no tenemos elementos para conocer los resultados ciertos de la elección del primero de julio y quiénes, a nivel federal y estatal, ocuparán los cargos por los que compitieron.

Lo que sí tenemos es la certeza de que México podrá seguir adelante a pesar de todos los que en algún momento llegaron a fanatizarse en las campañas, los que trataron de efectuar algún hecho reprobable o fuera de la norma para favorecer o denostar a algún candidato, quienes sintieron que si ganaban tales o cuales personajes ellos iban a verse comprometidos o disminuidos de algún modo, aquellos que aún no han entendido que las diferencias son sanas y de ningún modo motivadoras de enfrentamientos estériles o de rencores y odios sin fundamento, los que defienden a capa y espada algún proyecto y pretenden que todos los demás lo acojan, en fin a pesar de aquellos que de algún modo no han creído en la democracia y en la participación de la sociedad y han pretendido imponer su criterio por encima de la voluntad popular.

México mira hacia su futuro cuando los ciudadanos saben a ciencia cierta que su voto es respetado, y que pueden exigir a quienes fueron favorecidos con él que cumplan sus promesas y lleven a cabo sus propuestas tomando en cuenta el bien común de las personas.

Una vez que ha pasado la jornada electoral y sean o no adversos los resultados al parecer de cada uno, lo que resta es motivar a quienes nos rodean a esperar que las aguas se calmen, no ofrecer motivos de discordia y abrir nuestros ojos a la reconstrucción del país, un país, el nuestro, que necesita con urgencia de la participación desinteresada de todos. Son muchos los problemas que deben resolverse y muchas las situaciones a las que hay que poner atención.

Quienes han sido electos, a pesar de todos sus deseos y buenas intenciones –lo mínimo que podemos pedir es que las tengan- no pueden enfrentar solos esos problemas y dar el giro a esas situaciones. Necesitan el concurso de la ciudadanía, no importa si muchos o pocos son afines o de oposición.

No podemos dejar que los rumores, las mentiras, los rencores, los deseos de venganza o de enfrentar a los contrarios sean el pan de cada día. La reconciliación de los mexicanos es urgente, lo cual implica el acercamiento, el diálogo sincero, la crítica sana, la búsqueda de la justicia y la verdad. ¿Lo ven?