/ miércoles 6 de junio de 2018

Día Internacional de la Trabajadora Sexual (I de III)

La presencia de trabajadoras sexuales es prehistórica, mucho antes de Cristo, independientemente de grupos sociales, que seguramente se escandalizan cuando sabemos que la prostitución es hoy en día práctica ilegal en muchos países, propia de ambientes marginales y relaciones con la delincuencia. Muchas mujeres y niños son obligados a ejercerla por parte de individuos o criminales organizados, hasta que las Naciones Unidas, en 1949, promovieron una convención para el control de la prostitución y la lucha contra el tráfico de personas esclavizadas generado a su alrededor.

El 2 de junio se celebra el Día Internacional de la Trabajadora Sexual, recordando la protesta en 1975, de 150 prostitutas en la iglesia de Saint Nizier de Lyon en la demanda de sus derechos y por la persecución que sufrían. Su movimiento se extendió a toda Francia. Hoy en día las mujeres que se dedican a esta profesión siguen reclamando derechos que aún no han llegado. Víctimas de amenazas, violencia, y negación de derechos de cualquier trabajador. Por estas razones, organizaciones de meretrices de todo el mundo conmemoran la fecha y la celebran para reclamar los derechos que aún consideran pendientes de conquista.

La antigüedad de la práctica más allá de los registros históricos y socioeconómicos, afirma que el intercambio de favores sexuales a cambio de bienes materiales requiere de un cierto tipo de acumulación capitalista o asimetría en el acceso a ciertos recursos, o bien una diferenciación social, que probablemente no se dieron entre los primeros grupos humanos hasta que le tecnología no rebasó cierto umbral. Desde el punto de vista puramente biológico, en las últimas décadas la investigación científica ha descubierto ejemplos de actitudes en animales que pueden equipararse a la prostitución en los seres humanos: algunas especies de pingüinos intercambian sexo por piedras adecuadas para la construcción de nidos, y entre los chimpancés enanos existe un sistema social bien establecido en el que, entre otras interacciones, las hembras ofrecen sexo a cambio de comida, y como mecanismo de resolución de conflictos.


La presencia de trabajadoras sexuales es prehistórica, mucho antes de Cristo, independientemente de grupos sociales, que seguramente se escandalizan cuando sabemos que la prostitución es hoy en día práctica ilegal en muchos países, propia de ambientes marginales y relaciones con la delincuencia. Muchas mujeres y niños son obligados a ejercerla por parte de individuos o criminales organizados, hasta que las Naciones Unidas, en 1949, promovieron una convención para el control de la prostitución y la lucha contra el tráfico de personas esclavizadas generado a su alrededor.

El 2 de junio se celebra el Día Internacional de la Trabajadora Sexual, recordando la protesta en 1975, de 150 prostitutas en la iglesia de Saint Nizier de Lyon en la demanda de sus derechos y por la persecución que sufrían. Su movimiento se extendió a toda Francia. Hoy en día las mujeres que se dedican a esta profesión siguen reclamando derechos que aún no han llegado. Víctimas de amenazas, violencia, y negación de derechos de cualquier trabajador. Por estas razones, organizaciones de meretrices de todo el mundo conmemoran la fecha y la celebran para reclamar los derechos que aún consideran pendientes de conquista.

La antigüedad de la práctica más allá de los registros históricos y socioeconómicos, afirma que el intercambio de favores sexuales a cambio de bienes materiales requiere de un cierto tipo de acumulación capitalista o asimetría en el acceso a ciertos recursos, o bien una diferenciación social, que probablemente no se dieron entre los primeros grupos humanos hasta que le tecnología no rebasó cierto umbral. Desde el punto de vista puramente biológico, en las últimas décadas la investigación científica ha descubierto ejemplos de actitudes en animales que pueden equipararse a la prostitución en los seres humanos: algunas especies de pingüinos intercambian sexo por piedras adecuadas para la construcción de nidos, y entre los chimpancés enanos existe un sistema social bien establecido en el que, entre otras interacciones, las hembras ofrecen sexo a cambio de comida, y como mecanismo de resolución de conflictos.