/ lunes 21 de mayo de 2018

División de poderes

Uno de los grandes desafíos que se ofrecen a quienes buscan llegar a la Presidencia de la República o gobernar algún estado es el permitir –y no sólo permitir sino promover y lograr- que la división de poderes impere. En nuestro país durante mucho tiempo la voz del Ejecutivo era ley, y aún hoy se dan casos en que tanto legisladores como miembros del Poder Judicial reciben “línea” para actuar en su respectivo ámbito o esperan el qué dirán el presidente o los gobernadores.

El caso es que se han dado intentos, sobre todo desde el inicio de este siglo, por lograr tanto la independencia como la colaboración franca y en libertad de los tres poderes. Sin embargo conflictos suscitados en diferentes campos de la vida nacional han mostrado que el Poder Ejecutivo lleva mano al tratar de resolver tal o cual problema o enfrentar tal o cual circunstancia y, a pesar de que existen señalamientos dispares, su voz es la que sigue contando.

Esta situación ha dado pie a que se levanten voces señalando que esto debe cambiar ya que la intervención ilegítima o con visos de ilegitimidad de un poder en otro –también los poderes Legislativo o Judicial intervienen a veces, aunque en menor medida, en cosas que no les competen- ofrece divisiones entre la ciudadanía y desmerece la gobernabilidad. Es conveniente, pues, tomar en cuenta esta circunstancia por quienes buscan acceder –que no accesar- a un puesto público.

Por otra parte, el concepto emitido en una frase leída recientemente nos parece muy certero al enfrentar la justicia con la verdad. Las personas que buscan o piden justicia esperan que la resolución sobre su caso se dé según su parecer o a su favor. Sin embargo al existir un atentado o una injusticia a los ojos de alguien, persona física, moral o una comunidad, se tendrá que analizar si en realidad los hechos denotan una verdadera injusticia o se trata de casos aparentes, que en realidad la injusticia no es tal o existen razones ulteriores que pudieron provocarla y hay voluntad de reparación. Sobre todo hay que ver qué existe de verdad en el fondo del asunto pues no siempre el que pide justicia tiene la razón. ¿Lo ven?

Uno de los grandes desafíos que se ofrecen a quienes buscan llegar a la Presidencia de la República o gobernar algún estado es el permitir –y no sólo permitir sino promover y lograr- que la división de poderes impere. En nuestro país durante mucho tiempo la voz del Ejecutivo era ley, y aún hoy se dan casos en que tanto legisladores como miembros del Poder Judicial reciben “línea” para actuar en su respectivo ámbito o esperan el qué dirán el presidente o los gobernadores.

El caso es que se han dado intentos, sobre todo desde el inicio de este siglo, por lograr tanto la independencia como la colaboración franca y en libertad de los tres poderes. Sin embargo conflictos suscitados en diferentes campos de la vida nacional han mostrado que el Poder Ejecutivo lleva mano al tratar de resolver tal o cual problema o enfrentar tal o cual circunstancia y, a pesar de que existen señalamientos dispares, su voz es la que sigue contando.

Esta situación ha dado pie a que se levanten voces señalando que esto debe cambiar ya que la intervención ilegítima o con visos de ilegitimidad de un poder en otro –también los poderes Legislativo o Judicial intervienen a veces, aunque en menor medida, en cosas que no les competen- ofrece divisiones entre la ciudadanía y desmerece la gobernabilidad. Es conveniente, pues, tomar en cuenta esta circunstancia por quienes buscan acceder –que no accesar- a un puesto público.

Por otra parte, el concepto emitido en una frase leída recientemente nos parece muy certero al enfrentar la justicia con la verdad. Las personas que buscan o piden justicia esperan que la resolución sobre su caso se dé según su parecer o a su favor. Sin embargo al existir un atentado o una injusticia a los ojos de alguien, persona física, moral o una comunidad, se tendrá que analizar si en realidad los hechos denotan una verdadera injusticia o se trata de casos aparentes, que en realidad la injusticia no es tal o existen razones ulteriores que pudieron provocarla y hay voluntad de reparación. Sobre todo hay que ver qué existe de verdad en el fondo del asunto pues no siempre el que pide justicia tiene la razón. ¿Lo ven?