Uno de los grandes desafíos que se ofrecen a quienes buscan llegar a la Presidencia de la República o gobernar algún estado es el permitir –y no sólo permitir sino promover y lograr- que la división de poderes impere. En nuestro país durante mucho tiempo la voz del Ejecutivo era ley, y aún hoy se dan casos en que tanto legisladores como miembros del Poder Judicial reciben “línea” para actuar en su respectivo ámbito o esperan el qué dirán el presidente o los gobernadores.
El caso es que se han dado intentos, sobre todo desde el inicio de este siglo, por lograr tanto la independencia como la colaboración franca y en libertad de los tres poderes. Sin embargo conflictos suscitados en diferentes campos de la vida nacional han mostrado que el Poder Ejecutivo lleva mano al tratar de resolver tal o cual problema o enfrentar tal o cual circunstancia y, a pesar de que existen señalamientos dispares, su voz es la que sigue contando.
Esta situación ha dado pie a que se levanten voces señalando que esto debe cambiar ya que la intervención ilegítima o con visos de ilegitimidad de un poder en otro –también los poderes Legislativo o Judicial intervienen a veces, aunque en menor medida, en cosas que no les competen- ofrece divisiones entre la ciudadanía y desmerece la gobernabilidad. Es conveniente, pues, tomar en cuenta esta circunstancia por quienes buscan acceder –que no accesar- a un puesto público.
Por otra parte, el concepto emitido en una frase leída recientemente nos parece muy certero al enfrentar la justicia con la verdad. Las personas que buscan o piden justicia esperan que la resolución sobre su caso se dé según su parecer o a su favor. Sin embargo al existir un atentado o una injusticia a los ojos de alguien, persona física, moral o una comunidad, se tendrá que analizar si en realidad los hechos denotan una verdadera injusticia o se trata de casos aparentes, que en realidad la injusticia no es tal o existen razones ulteriores que pudieron provocarla y hay voluntad de reparación. Sobre todo hay que ver qué existe de verdad en el fondo del asunto pues no siempre el que pide justicia tiene la razón. ¿Lo ven?