/ jueves 9 de junio de 2022

DNV: El búmeran de Sheinbaum

“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, pronto perderán la confianza de la gente”. Georg C. Lichtenberg (1742-1749)

Sin duda todos conocemos los acontecimientos de la tragedia de la Línea 12 del Metro, cuando repentinamente dos vagones cayeron al vacío, originando la muerte de 26 personas y dejando 80 heridos. Fue indiscutiblemente la crónica de una tragedia anunciada, ante el caso omiso de la autoridad a los continuos reportes del propio personal de mantenimiento del Metro, como de los ciudadanos del sector.

Absurdamente ni Marcelo Ebrard (edificador de esa línea) ni la actual jefa de gobierno Claudia Sheinbaum se sintieron aludidos por la tragedia. Hoy a 13 meses de distancia no se tiene oficialmente un dictamen completo de lo sucedido o bien no se quiere dar a conocer. Ebrard y Sheinbaum se sienten atrapados por el "Síndrome de Hubris" que es un trastorno emocional que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado y desprecio hacia las opiniones contrarias. Es decir que su opinión es lo único que cuenta.

En torno a ello, la jefa de gobierno recurrió contratando a Det Norske Veritas (La Verdad Noruega) o por sus siglas DNV, para la realización de tres peritajes que ahondaran en la verdad técnica. Sin embargo, al conocer la jefa de gobierno que en el tercer peritaje imputaban (presumiblemente) su responsabilidad, optó por señalar que dicho informe “fue deficiente, además de haber conflicto de interés”. No sólo eso, sino que demandaría a DNV.

Esta firma fundada en 1864 goza de ser quizá la mejor empresa mundial en Certificación de Riesgo de Gestión en sistemas navales, plataformas petroleras, comunicación ferroviaria, aeropuertos, ejes carreteros, torres de comunicación, etc., así como peritajes de accidentes para establecer las causas sin judicializar sus informes que son privados y entregados a quienes los contrataron. El Berliner Zeitung, diario alemán y el inglés The Sun, entre otros no menos circulantes en la Unión Europea, han hecho mofa de la deliberada actuación de Sheinbaum y se preguntan: por qué un gobierno “populista” de dudosa seriedad contrata a una empresa como DNV, como si desconocieran de su profesionalismo y honestidad; pero además era un secreto a voces lo que se escuchaba de la Línea 12 sobre las prisas de Ebrard por cortar el listón de su inauguración en 2012. Tratar de ver como insignificante la muerte de 26 personas y 70 heridos, anteponiendo el interés político de la nominación de uno de ellos en la disputa por la candidatura presidencial, es éticamente inaceptable.

Qué podemos esperar de estos “funcionarios floreros” si logra uno de ellos la más alta investidura del país, donde seguramente en cualquier error saldrán a decirnos que no les “salgamos que la ley es la ley” entonces entenderemos que no existe el Estado de derecho, donde la protección a ciertos funcionarios es la enorme coraza de la impunidad y la desobediencia sistemática de las leyes. Qué lección tan cruenta están dejando por las obras construidas en sus gobiernos con dinero de los contribuyentes; pero lo peor e inadmisible es tratar de borrar la vida de personas inocentes, por llegar a Palacio Nacional.


“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, pronto perderán la confianza de la gente”. Georg C. Lichtenberg (1742-1749)

Sin duda todos conocemos los acontecimientos de la tragedia de la Línea 12 del Metro, cuando repentinamente dos vagones cayeron al vacío, originando la muerte de 26 personas y dejando 80 heridos. Fue indiscutiblemente la crónica de una tragedia anunciada, ante el caso omiso de la autoridad a los continuos reportes del propio personal de mantenimiento del Metro, como de los ciudadanos del sector.

Absurdamente ni Marcelo Ebrard (edificador de esa línea) ni la actual jefa de gobierno Claudia Sheinbaum se sintieron aludidos por la tragedia. Hoy a 13 meses de distancia no se tiene oficialmente un dictamen completo de lo sucedido o bien no se quiere dar a conocer. Ebrard y Sheinbaum se sienten atrapados por el "Síndrome de Hubris" que es un trastorno emocional que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado y desprecio hacia las opiniones contrarias. Es decir que su opinión es lo único que cuenta.

En torno a ello, la jefa de gobierno recurrió contratando a Det Norske Veritas (La Verdad Noruega) o por sus siglas DNV, para la realización de tres peritajes que ahondaran en la verdad técnica. Sin embargo, al conocer la jefa de gobierno que en el tercer peritaje imputaban (presumiblemente) su responsabilidad, optó por señalar que dicho informe “fue deficiente, además de haber conflicto de interés”. No sólo eso, sino que demandaría a DNV.

Esta firma fundada en 1864 goza de ser quizá la mejor empresa mundial en Certificación de Riesgo de Gestión en sistemas navales, plataformas petroleras, comunicación ferroviaria, aeropuertos, ejes carreteros, torres de comunicación, etc., así como peritajes de accidentes para establecer las causas sin judicializar sus informes que son privados y entregados a quienes los contrataron. El Berliner Zeitung, diario alemán y el inglés The Sun, entre otros no menos circulantes en la Unión Europea, han hecho mofa de la deliberada actuación de Sheinbaum y se preguntan: por qué un gobierno “populista” de dudosa seriedad contrata a una empresa como DNV, como si desconocieran de su profesionalismo y honestidad; pero además era un secreto a voces lo que se escuchaba de la Línea 12 sobre las prisas de Ebrard por cortar el listón de su inauguración en 2012. Tratar de ver como insignificante la muerte de 26 personas y 70 heridos, anteponiendo el interés político de la nominación de uno de ellos en la disputa por la candidatura presidencial, es éticamente inaceptable.

Qué podemos esperar de estos “funcionarios floreros” si logra uno de ellos la más alta investidura del país, donde seguramente en cualquier error saldrán a decirnos que no les “salgamos que la ley es la ley” entonces entenderemos que no existe el Estado de derecho, donde la protección a ciertos funcionarios es la enorme coraza de la impunidad y la desobediencia sistemática de las leyes. Qué lección tan cruenta están dejando por las obras construidas en sus gobiernos con dinero de los contribuyentes; pero lo peor e inadmisible es tratar de borrar la vida de personas inocentes, por llegar a Palacio Nacional.