/ jueves 14 de abril de 2022

Douglas y Queenie

Los conocí en Majalca en mi adolescencia y desde un inicio ella me cautivó con ese carácter alegre e incluyente, siempre preguntándonos a los jóvenes cómo estábamos, qué nos gustaba, celebrando con nosotros esa etapa de descubrimiento. Él, por otro lado, era callado y evasivo, un gringo que entre dientes decía dos o tres palabras frente a toda esa bola de jóvenes que le parecían muchas veces rebeldes e irrespetuosos. Ella pasaba los veranos con sus hijos en esas montañas maravillosas y él sólo en ocasiones aparecía en escena. Y así con esos recuerdos dejé de verlos por años, para después yo ya casada y con hijos encontrarlos de nuevo en esos escenarios paradisiacos. El reencuentro fue de mucha alegría, compartimos y reímos con lo que recordábamos del pasado y lo que era de nuestras vidas.

De ser padres de amigos de mi edad, pasaron a ser amigos de aventura, travesías en motocicleta inolvidables, días de campo y comidas que se convertían también en cenas, porque había mucho de qué hablar y los paisajes de Majalca nos invitaban a sentirnos familia en esa quietud donde los protocolos sociales se desvanecían para crear una fraternidad llena de descubrimiento y autenticidad, comprobando que la hermandad surge cuando se disfrutan cosas en la sencillez de simplemente ser.

Las últimas veces que vi a Douglas lo vi cansado, con dolores e impedimentos que le hacían añorar su movilidad e independencia.

Hace unos meses llegué a Majalca y como siempre los fui a visitar, les hice roles de canela y llegué a su casa temprano gritando “¡Queenie! ¡Queenie!”. Pero no hubo respuesta, así que abrí la puerta con sigilo y cuando dejaba los roles en la cocina oí un pequeño ruido que venía de la recámara, caminé por el pasillo cautelosa para asomarme y me encontré a Douglas acostado, se alegró al verme, me senté al pie de la cama y después del saludo y empezar la plática me dijo con pesar: “I am ready Berta”, refiriéndose que estaba listo para dejar este mundo. Me dio tristeza y quise animarlo diciéndole que hiciera una visualización mental de cómo era un día para él antes de sus limitaciones, que viajara en su mente e hiciera desde ahí todo lo que amaba, para luego abrir los ojos y sentir cómo ese enfoque mental se entrelaza con la realidad, un ejercicio diario y motivante para levantar el ánimo. Me dijo que era excelente idea, y después de una pausa silenciosa me preguntó pícaro y risueño: “And do you think it would work with sex? (¿Y piensas que funcionará también con el sexo?)”, le contesté entre carcajadas: “You can try (Puedes probar)”, en ese momento llegó Queenie, que me miró confusa por encontrarme sorpresivamente en su recámara carcajeándome con su esposo, y de inmediato me preguntó: “Are you sleeping with my husband? (¿Te estás acostando con mi marido?)”, a lo que siguieron más carcajadas, esas que te hacen sentir que eres niño otra vez.

Doug ya se nos adelantó, cuando recibí la noticia de su muerte la tristeza y la alegría se me vinieron amontonadas, lo voy a extrañar pero ya cesó el dolor. Descanse en paz el gringo de Majalca, celebro haberlo conocido.


ROBERTA CORTAZAR B.


Tuve el privilegio de conocer a Douglas, el gringo de MAJALCA,


Los conocí en Majalca en mi adolescencia y desde un inicio ella me cautivó con ese carácter alegre e incluyente, siempre preguntándonos a los jóvenes cómo estábamos, qué nos gustaba, celebrando con nosotros esa etapa de descubrimiento. Él, por otro lado, era callado y evasivo, un gringo que entre dientes decía dos o tres palabras frente a toda esa bola de jóvenes que le parecían muchas veces rebeldes e irrespetuosos. Ella pasaba los veranos con sus hijos en esas montañas maravillosas y él sólo en ocasiones aparecía en escena. Y así con esos recuerdos dejé de verlos por años, para después yo ya casada y con hijos encontrarlos de nuevo en esos escenarios paradisiacos. El reencuentro fue de mucha alegría, compartimos y reímos con lo que recordábamos del pasado y lo que era de nuestras vidas.

De ser padres de amigos de mi edad, pasaron a ser amigos de aventura, travesías en motocicleta inolvidables, días de campo y comidas que se convertían también en cenas, porque había mucho de qué hablar y los paisajes de Majalca nos invitaban a sentirnos familia en esa quietud donde los protocolos sociales se desvanecían para crear una fraternidad llena de descubrimiento y autenticidad, comprobando que la hermandad surge cuando se disfrutan cosas en la sencillez de simplemente ser.

Las últimas veces que vi a Douglas lo vi cansado, con dolores e impedimentos que le hacían añorar su movilidad e independencia.

Hace unos meses llegué a Majalca y como siempre los fui a visitar, les hice roles de canela y llegué a su casa temprano gritando “¡Queenie! ¡Queenie!”. Pero no hubo respuesta, así que abrí la puerta con sigilo y cuando dejaba los roles en la cocina oí un pequeño ruido que venía de la recámara, caminé por el pasillo cautelosa para asomarme y me encontré a Douglas acostado, se alegró al verme, me senté al pie de la cama y después del saludo y empezar la plática me dijo con pesar: “I am ready Berta”, refiriéndose que estaba listo para dejar este mundo. Me dio tristeza y quise animarlo diciéndole que hiciera una visualización mental de cómo era un día para él antes de sus limitaciones, que viajara en su mente e hiciera desde ahí todo lo que amaba, para luego abrir los ojos y sentir cómo ese enfoque mental se entrelaza con la realidad, un ejercicio diario y motivante para levantar el ánimo. Me dijo que era excelente idea, y después de una pausa silenciosa me preguntó pícaro y risueño: “And do you think it would work with sex? (¿Y piensas que funcionará también con el sexo?)”, le contesté entre carcajadas: “You can try (Puedes probar)”, en ese momento llegó Queenie, que me miró confusa por encontrarme sorpresivamente en su recámara carcajeándome con su esposo, y de inmediato me preguntó: “Are you sleeping with my husband? (¿Te estás acostando con mi marido?)”, a lo que siguieron más carcajadas, esas que te hacen sentir que eres niño otra vez.

Doug ya se nos adelantó, cuando recibí la noticia de su muerte la tristeza y la alegría se me vinieron amontonadas, lo voy a extrañar pero ya cesó el dolor. Descanse en paz el gringo de Majalca, celebro haberlo conocido.


ROBERTA CORTAZAR B.


Tuve el privilegio de conocer a Douglas, el gringo de MAJALCA,


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