/ martes 23 de junio de 2020

Échame a mí la culpa

Tantas cosas que están pasando en mi querido México y yo encerrado en casa, eso sí, con mucha precaución, pues soy de los que dicen que corremos alto riesgo, así que tengo que cuidarme y la verdad no se me ha hecho pesado gracias a mis aficiones, lectura, tocar guitarra, escribir y, la peor de todas, ver las noticias.

Esto último en ocasiones me fastidia, así que la otra vez hice a un lado el noticiero y me encontré con un video del ganador del Grammy Albert Hammond en el que interpreta la canción que da título a esta columna, en el Festival de Viña del Mar en Chile de 2013 y algo que llama la atención es cómo el público corea la melodía, que fue compuesta por el mexicano Miguel Ángel Espinoza “Ferrusquilla”, así que me di a la tarea de buscar las circunstancias que impulsaron al compositor para crear esta canción tan famosa y esto es lo que encontré:

Algunas palabras sobre el autor: Nació en Choix, Sinaloa, luego se trasladó a la Ciudad de México con la intención de estudiar Medicina, pero el espíritu bohemio le ganó y consiguió trabajo en una estación de radio, donde adquirió fama, en ese tiempo aún no llegaba la televisión, así que los locutores eran lo que ahora son los influencers de internet.

En un video que circula en la red se puede observar una entrevista que se le hace a Ferrusquilla unos pocos años antes de su muerte y en éste relata las condiciones que dieron nacimiento a dos de sus canciones: “Échame a mí la culpa” y “Cariño nuevo”.

Sobre la primera de dichas melodías, narra que, cuando vivía en la Ciudad de México y siendo ya famoso, un amigo lo contactó para invitarlo a desayunar un viernes y de ahí pasar a la ceremonia de inauguración de una tintorería, nuestro autor aceptó con la condición de que lo acompañara una amiga, a la que invitó diciéndole que después del compromiso podrían pasar el fin de semana en Cuernavaca, la amiga aceptó gustosa y ese viernes, ya en la tarde se trasladaron a la casa de ella para que hiciera su maleta e irse a la ciudad de la “eterna primavera”, luego de un rato de estarla esperando, ella salió sin maleta y le dijo que mejor no lo acompañaba, pues andaba saliendo con otra persona.

Resulta que esta otra persona era amigo de Ferrus, por lo que la increpó molesto por no haberle advertido antes y, en ese estado de ánimo, se fue solo a su casa que quedaba lejos, por lo que en el camino, el enojo le fue dando las palabras que dieron nacimiento a la canción y en cada semáforo que se detenía escribía una parte de “Échame a mí la culpa”, una vez que llegó a su casa, más tranquilo, tomó la guitarra y le puso música a esos versos y le gustó tanto el resultado, que temprano el día siguiente fue a casa de su amigo Juan Mendoza “el Tariácuri” y le tocó la canción.

“El Tariácuri” luego de escuchar la melodía, le habló a su hermana, de nombre Amalia y de apodo, ya se imaginó el lector: “la Tariácuri”, quien, luego de escuchar la canción, les pidió que fueran a su casa, en el camino, “el Tariácuri” le comentó a “Ferrusquilla” que había cometido un error al haberle dicho a su hermana.

Una vez en casa de Amalia, de nueva cuenta, interpretaron la canción y ella, ni tarda ni perezosa, tomó el teléfono, se comunicó con su productor, y le dijo: -Ya tengo una nueva canción-.

Así, relata Ferrusquilla, fue como la primera en dar fama a la canción, fue Amalia Mendoza “la Tariácuri”, quien, por cierto, cuando la oyó por primera vez, de la emoción, dejó caer un frasco con aceite y al recogerlo se cortó la mano.

Así surgió la melodía de que he venido hablando y, volviendo al tema del principio, sobre lo mal que está mi México, ni a quién echarle la culpa o a quién decirle “sabes mejor que nadie que me fallaste”.


Tantas cosas que están pasando en mi querido México y yo encerrado en casa, eso sí, con mucha precaución, pues soy de los que dicen que corremos alto riesgo, así que tengo que cuidarme y la verdad no se me ha hecho pesado gracias a mis aficiones, lectura, tocar guitarra, escribir y, la peor de todas, ver las noticias.

Esto último en ocasiones me fastidia, así que la otra vez hice a un lado el noticiero y me encontré con un video del ganador del Grammy Albert Hammond en el que interpreta la canción que da título a esta columna, en el Festival de Viña del Mar en Chile de 2013 y algo que llama la atención es cómo el público corea la melodía, que fue compuesta por el mexicano Miguel Ángel Espinoza “Ferrusquilla”, así que me di a la tarea de buscar las circunstancias que impulsaron al compositor para crear esta canción tan famosa y esto es lo que encontré:

Algunas palabras sobre el autor: Nació en Choix, Sinaloa, luego se trasladó a la Ciudad de México con la intención de estudiar Medicina, pero el espíritu bohemio le ganó y consiguió trabajo en una estación de radio, donde adquirió fama, en ese tiempo aún no llegaba la televisión, así que los locutores eran lo que ahora son los influencers de internet.

En un video que circula en la red se puede observar una entrevista que se le hace a Ferrusquilla unos pocos años antes de su muerte y en éste relata las condiciones que dieron nacimiento a dos de sus canciones: “Échame a mí la culpa” y “Cariño nuevo”.

Sobre la primera de dichas melodías, narra que, cuando vivía en la Ciudad de México y siendo ya famoso, un amigo lo contactó para invitarlo a desayunar un viernes y de ahí pasar a la ceremonia de inauguración de una tintorería, nuestro autor aceptó con la condición de que lo acompañara una amiga, a la que invitó diciéndole que después del compromiso podrían pasar el fin de semana en Cuernavaca, la amiga aceptó gustosa y ese viernes, ya en la tarde se trasladaron a la casa de ella para que hiciera su maleta e irse a la ciudad de la “eterna primavera”, luego de un rato de estarla esperando, ella salió sin maleta y le dijo que mejor no lo acompañaba, pues andaba saliendo con otra persona.

Resulta que esta otra persona era amigo de Ferrus, por lo que la increpó molesto por no haberle advertido antes y, en ese estado de ánimo, se fue solo a su casa que quedaba lejos, por lo que en el camino, el enojo le fue dando las palabras que dieron nacimiento a la canción y en cada semáforo que se detenía escribía una parte de “Échame a mí la culpa”, una vez que llegó a su casa, más tranquilo, tomó la guitarra y le puso música a esos versos y le gustó tanto el resultado, que temprano el día siguiente fue a casa de su amigo Juan Mendoza “el Tariácuri” y le tocó la canción.

“El Tariácuri” luego de escuchar la melodía, le habló a su hermana, de nombre Amalia y de apodo, ya se imaginó el lector: “la Tariácuri”, quien, luego de escuchar la canción, les pidió que fueran a su casa, en el camino, “el Tariácuri” le comentó a “Ferrusquilla” que había cometido un error al haberle dicho a su hermana.

Una vez en casa de Amalia, de nueva cuenta, interpretaron la canción y ella, ni tarda ni perezosa, tomó el teléfono, se comunicó con su productor, y le dijo: -Ya tengo una nueva canción-.

Así, relata Ferrusquilla, fue como la primera en dar fama a la canción, fue Amalia Mendoza “la Tariácuri”, quien, por cierto, cuando la oyó por primera vez, de la emoción, dejó caer un frasco con aceite y al recogerlo se cortó la mano.

Así surgió la melodía de que he venido hablando y, volviendo al tema del principio, sobre lo mal que está mi México, ni a quién echarle la culpa o a quién decirle “sabes mejor que nadie que me fallaste”.


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