/ miércoles 10 de febrero de 2021

Economía y política

En pasadas presentaciones he afirmado que la crisis por la que atraviesa México no tiene su origen en la salud o en la economía, sino que es un problema eminentemente político.

Tenemos en el país un sistema de gobierno presidencialista con una concentración exagerada de poderes en una sola persona: el presidente.

También he mencionado repetidamente que en la economía se ha resentido de manera muy importante la incertidumbre, que no es otra cosa que las consecuencias de las decisiones realizadas por el gobierno, que digámoslo tal cual es, por las torpes decisiones de nuestro señor presidente.

México no está en quiebra con crecimientos negativos del PIB, desempleo, una explosión de la población en pobreza, o sobre endeudado, porque el pueblo mexicano sea flojo o indolente o apático. Nuestra situación económica y social se debe a la corrupción de nuestros políticos, su ambición y su desdén por el bien de la república y de su pueblo.

Siento decirlo, pero no existe una solución de política económica que resuelva esto. Semana tras semana me esfuerzo por encontrar respuestas económicas a los problemas que encontramos en nuestro país, sin tomar en cuenta que tales soluciones deberán tomarse por personajes políticos que en su mayoría no se ocupan de éstas, lo de ellos es el beneficio personal y mantenerse a toda costa en el poder.

Veamos dos ejemplos que ilustran el origen de la desconfianza sentida por los inversionistas nacionales y extranjeros: En primer lugar, la forma en que se ha enfrentado el problema de la pandemia del Covid-19, sin estrategias coherentes y sin una estrategia de comunicación confiable y de francas mentiras, para cerrar en las últimas semanas en el caos que se ha presentado con la compra de las vacunas. A estas alturas se desconoce cuántas vacunas se tienen, si son autorizadas, o cuándo se iniciará el programa nacional de vacunación.

Otro ejemplo de causa de desconfianza es la situación sobre la enfermedad del presidente. Se nos dijo que se contagió de Covid-19, aunque de forma leve. Pero lo que siguió a continuación es lo escandaloso, el subsecretario de Salud sale en un video por Twiter explicando la enfermedad con datos diferentes a los dados originalmente. Lo que deberíamos tener son reportes diarios de su médico tratante explicando la situación de la enfermedad del presidente.

Y he aquí lo peligroso del centralismo, ese vacío de información provoca la rumorología que crea escenarios inverosímiles que dañan el funcionamiento del gobierno nacional y la confianza en el mismo.

La realidad es que la enfermedad puede tomar giros distintos a los que hasta ahora nos han dicho las autoridades, y la estabilidad con síntomas leves que mencionan puede empeorar. También puede suceder lo contrario.

Por el estilo de gobernar de López Obrador hace que los funcionarios públicos se muevan con excesiva prudencia política, tanto que parecen invisibles. Y es que para López eso lo interpreta como muestra de lealtad. Nadie puede brillar si él está incapacitado.

Habrá que esperar la parte difícil en la evolución de la enfermedad, cualquier escenario afectará al gobierno y al país. La gobernabilidad depende de la evolución del virus. La viabilidad política futura, también. A eso hemos llegado por tener el sistema de gobierno presidencialista que tenemos y ante el cual no existen políticas económicas para su posible solución.

En pasadas presentaciones he afirmado que la crisis por la que atraviesa México no tiene su origen en la salud o en la economía, sino que es un problema eminentemente político.

Tenemos en el país un sistema de gobierno presidencialista con una concentración exagerada de poderes en una sola persona: el presidente.

También he mencionado repetidamente que en la economía se ha resentido de manera muy importante la incertidumbre, que no es otra cosa que las consecuencias de las decisiones realizadas por el gobierno, que digámoslo tal cual es, por las torpes decisiones de nuestro señor presidente.

México no está en quiebra con crecimientos negativos del PIB, desempleo, una explosión de la población en pobreza, o sobre endeudado, porque el pueblo mexicano sea flojo o indolente o apático. Nuestra situación económica y social se debe a la corrupción de nuestros políticos, su ambición y su desdén por el bien de la república y de su pueblo.

Siento decirlo, pero no existe una solución de política económica que resuelva esto. Semana tras semana me esfuerzo por encontrar respuestas económicas a los problemas que encontramos en nuestro país, sin tomar en cuenta que tales soluciones deberán tomarse por personajes políticos que en su mayoría no se ocupan de éstas, lo de ellos es el beneficio personal y mantenerse a toda costa en el poder.

Veamos dos ejemplos que ilustran el origen de la desconfianza sentida por los inversionistas nacionales y extranjeros: En primer lugar, la forma en que se ha enfrentado el problema de la pandemia del Covid-19, sin estrategias coherentes y sin una estrategia de comunicación confiable y de francas mentiras, para cerrar en las últimas semanas en el caos que se ha presentado con la compra de las vacunas. A estas alturas se desconoce cuántas vacunas se tienen, si son autorizadas, o cuándo se iniciará el programa nacional de vacunación.

Otro ejemplo de causa de desconfianza es la situación sobre la enfermedad del presidente. Se nos dijo que se contagió de Covid-19, aunque de forma leve. Pero lo que siguió a continuación es lo escandaloso, el subsecretario de Salud sale en un video por Twiter explicando la enfermedad con datos diferentes a los dados originalmente. Lo que deberíamos tener son reportes diarios de su médico tratante explicando la situación de la enfermedad del presidente.

Y he aquí lo peligroso del centralismo, ese vacío de información provoca la rumorología que crea escenarios inverosímiles que dañan el funcionamiento del gobierno nacional y la confianza en el mismo.

La realidad es que la enfermedad puede tomar giros distintos a los que hasta ahora nos han dicho las autoridades, y la estabilidad con síntomas leves que mencionan puede empeorar. También puede suceder lo contrario.

Por el estilo de gobernar de López Obrador hace que los funcionarios públicos se muevan con excesiva prudencia política, tanto que parecen invisibles. Y es que para López eso lo interpreta como muestra de lealtad. Nadie puede brillar si él está incapacitado.

Habrá que esperar la parte difícil en la evolución de la enfermedad, cualquier escenario afectará al gobierno y al país. La gobernabilidad depende de la evolución del virus. La viabilidad política futura, también. A eso hemos llegado por tener el sistema de gobierno presidencialista que tenemos y ante el cual no existen políticas económicas para su posible solución.