/ sábado 3 de abril de 2021

El abismo de la infancia

Por Dhaniry Venezzia Montoya González


La niñez es de las mejores etapas de la vida y la más importante porque es en ella donde se forman las bases para el desarrollo de personas de bien, es el porvenir de nuestro futuro y de nuestra sociedad. Sin embargo con el paso de los años hasta hoy en día se ha trabajado a nivel internacional para reconocer la importancia que tiene la niñez. Muchos de nosotros nos hemos olvidado de esto y hemos llegado a minimizar a las niñas, niños y adolescentes de todo el mundo.

Esta forma de hacer de menos a la infancia ha tenido lamentablemente diversos efectos tales como la violencia infantil, apoyada con la creencia adulta de “superioridad” formada por las costumbres antepasadas que han dejado en abismo y en penumbras a la niñez, ocultando toda la violencia que sufren los infantes en la mayoría de las veces dentro de la familia, por familiares muy cercanos a ellos, por quien deberían de cuidarlos. Este no es un tema nuevo, pero no podemos dejar de hablarlo porque somos nosotros la voz portadora que podemos contribuir al respeto de los derechos de los que están en esta etapa de crecimiento.

Cerca de 300 millones de niños de 2 a 4 años en todo el mundo (3 de cada 4) son habitualmente víctimas de algún tipo de disciplina violenta por parte de sus cuidadores. Violencia que está justificada por más de 1 de cada 4 adultos que tienen niños a su cuidado y que afirman que el castigo físico es necesario para educarlos adecuadamente. (UNICEF)

Sorprende constatar que 9 de cada 10 adolescentes forzadas a mantener relaciones sexuales conocían a su agresor. Tal vez por ello, tan solo el 1% trató de conseguir ayuda profesional. Quizá también por la vergüenza, el miedo y el desconocimiento originados por nuestra propia ambigüedad a la hora de condenar la violencia que los niños y niñas sufren. Pero los datos son escalofriantes: alrededor de 15 millones de adolescentes en todo el mundo ha sido víctima de relaciones sexuales forzadas. (UNICEF)

Es por los datos anteriores por los cuales estamos en un abismo en el conocimiento de la violencia en contra de la infancia en todos sus sentidos, de tal magnitud que al no considerarla con tal gravedad no podemos comprender el alcance de todo lo que hay que trabajar para erradicar con la violencia. No podemos tener el control de lo que no podemos ver y de lo que no conocemos.

Pienso que una forma sencilla de contribuir al cambio y visibilizar tal problemática es que deberíamos aprender a comunicarnos con las niñas, niños y adolescentes, es decir nosotros adultos hacer un esfuerzo para adaptar nuestras palabras y pensamientos para que quede entendible para el raciocinio del menor y no al contrario, como es común, de hacer que los menores agilicen su desarrollo y comulación a etapas posteriores por las cuales aún les faltaría crecimiento para llegar a estas. Hemos abismado el conocimiento del trato, comunicación y entendimiento del menor que ha generado que los adultos nos creamos superiores a ellos y no lo es así, somos todas personas en distintas etapas de desarrollo.

Pero hoy por hoy hay que hacer notar este grupo tan importante de nuestra sociedad por qué es el corazón palpitante de nuestro mundo y hay que empezar trabajando desde casa, desde nosotros mismos.

Dhaniry Venezzia Montoya Gonzalez

dhaniry96@gmail.com


Por Dhaniry Venezzia Montoya González


La niñez es de las mejores etapas de la vida y la más importante porque es en ella donde se forman las bases para el desarrollo de personas de bien, es el porvenir de nuestro futuro y de nuestra sociedad. Sin embargo con el paso de los años hasta hoy en día se ha trabajado a nivel internacional para reconocer la importancia que tiene la niñez. Muchos de nosotros nos hemos olvidado de esto y hemos llegado a minimizar a las niñas, niños y adolescentes de todo el mundo.

Esta forma de hacer de menos a la infancia ha tenido lamentablemente diversos efectos tales como la violencia infantil, apoyada con la creencia adulta de “superioridad” formada por las costumbres antepasadas que han dejado en abismo y en penumbras a la niñez, ocultando toda la violencia que sufren los infantes en la mayoría de las veces dentro de la familia, por familiares muy cercanos a ellos, por quien deberían de cuidarlos. Este no es un tema nuevo, pero no podemos dejar de hablarlo porque somos nosotros la voz portadora que podemos contribuir al respeto de los derechos de los que están en esta etapa de crecimiento.

Cerca de 300 millones de niños de 2 a 4 años en todo el mundo (3 de cada 4) son habitualmente víctimas de algún tipo de disciplina violenta por parte de sus cuidadores. Violencia que está justificada por más de 1 de cada 4 adultos que tienen niños a su cuidado y que afirman que el castigo físico es necesario para educarlos adecuadamente. (UNICEF)

Sorprende constatar que 9 de cada 10 adolescentes forzadas a mantener relaciones sexuales conocían a su agresor. Tal vez por ello, tan solo el 1% trató de conseguir ayuda profesional. Quizá también por la vergüenza, el miedo y el desconocimiento originados por nuestra propia ambigüedad a la hora de condenar la violencia que los niños y niñas sufren. Pero los datos son escalofriantes: alrededor de 15 millones de adolescentes en todo el mundo ha sido víctima de relaciones sexuales forzadas. (UNICEF)

Es por los datos anteriores por los cuales estamos en un abismo en el conocimiento de la violencia en contra de la infancia en todos sus sentidos, de tal magnitud que al no considerarla con tal gravedad no podemos comprender el alcance de todo lo que hay que trabajar para erradicar con la violencia. No podemos tener el control de lo que no podemos ver y de lo que no conocemos.

Pienso que una forma sencilla de contribuir al cambio y visibilizar tal problemática es que deberíamos aprender a comunicarnos con las niñas, niños y adolescentes, es decir nosotros adultos hacer un esfuerzo para adaptar nuestras palabras y pensamientos para que quede entendible para el raciocinio del menor y no al contrario, como es común, de hacer que los menores agilicen su desarrollo y comulación a etapas posteriores por las cuales aún les faltaría crecimiento para llegar a estas. Hemos abismado el conocimiento del trato, comunicación y entendimiento del menor que ha generado que los adultos nos creamos superiores a ellos y no lo es así, somos todas personas en distintas etapas de desarrollo.

Pero hoy por hoy hay que hacer notar este grupo tan importante de nuestra sociedad por qué es el corazón palpitante de nuestro mundo y hay que empezar trabajando desde casa, desde nosotros mismos.

Dhaniry Venezzia Montoya Gonzalez

dhaniry96@gmail.com