/ domingo 21 de febrero de 2021

El apagón y control de la industria eléctrica  

Imprevisión en los almacenamientos

Se pararon los motores de la producción

Texas cerró la llave


El apagón tendrá grandes implicaciones económicas y sociales en México. Ante ello, el gobierno culpa del problema al disparo en los precios internacionales del gas y a la intensa nevada en los Estados Unidos, pero no a la imprevisión en los almacenamientos de combustible.

La imprevisión significa, de acuerdo al Diccionario de la Lengua Española: falta de previsión, inadvertencia, irreflexión, descuido, negligencia, imprudencia o ligereza.

En esta grave situación, se aprovechó para promover una iniciativa de ley sobre la industria eléctrica, que ya envió el Ejecutivo federal al Congreso de la Unión, cuyo fin es recuperar la llamada “rectoría del Estado”. Es decir, más poder.

Pero también es preocupante que ante dicha problemática, “la oposición” no levanta la voz, más bien sus líderes están ocupados en la repartición de candidaturas (el hueso) y alianzas ajenas a sus principios ideológicos, mejor conocida como la “mezcolanza de partidos”.

Además, la población se encuentra ocupada en sobrevivir ante la creciente amenaza de la pandemia, pues no hay suficientes vacunas, y por conservar empleos ante la fragilidad de la economía mexicana. Un verdadero caos.

Con la nueva “Ley de la Industria Eléctrica” se pretende presentar a la población un proyecto “con fuertes cimientos jurídicos y alta competitividad internacional”, pero no con fines” estatistas”.

Vale la pena recordar que el populista José López Portillo aprovechó la debacle económica en 1982 para estatizar la banca. Entre lágrimas, culpó de la crisis a la iniciativa privada.

Durante los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, hubo claros intentos de cambiar la Constitución para la entrada de capital privado al sector eléctrico, pero no se pudo.

Y no fue hasta la reforma de Enrique Peña Nieto que se logró modificar la carta magna. Con la inversión privada y una regulación asimétrica, se limitó el poder de la CFE como empresa totalitaria.

El poder “energético” quedó repartido entre la Secretaría de Energía, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) y los empresarios que venden sus servicios. Hoy se busca regresar al pasado.


Se pararon los motores de la producción

El apagón afectó a 29 estados de la república, pero los más perjudicados fueron: Chihuahua, Coahuila, Durango, Nuevo León, Tamaulipas y Zacatecas.

El primer trimestre de este año “pinta” para tener un crecimiento del PIB cercano a 0 por ciento, o negativo, por el Covid-19, pero tiende a ser peor ahora con el apagón.

El gobierno mexicano anunció que el corte de suministro de gas se debió a las intensas nevadas que tienen “paralizado” el territorio texano, cuyas autoridades norteamericanas declararon que hasta que logren recuperarse de los daños habrá gas para México.

Expertos de energía han señalado que el congelamiento en los ductos no provoca el corte de suministro, sino que el intenso frío causó que los precios se elevaran y la CFE se negó a realizar la compra. Una clara muestra de la dependencia en materia de energía.

El gobierno sabe del deterioro de la infraestructura y la falta de almacenamiento para el gas y las gasolinas. No priorizaron los presupuestos para reparar o modernizar el sistema de generación, almacenamiento y conducción de combustibles.

Se tiene capacidad para almacenar el equivalente a un día de consumo de gas y cuatro días de gasolina. Es todo.

Se calcula que el 60% del total de gas natural que nuestro país compra es de Estados Unidos y tiene un costo anual superior a los mil millones de pesos.

El Cenace dio a conocer que los apagones seguirán hasta restablecer el servicio. Les llamó "cortes rotativos". Ojalá no sea la constante.


Nos pueden seguir: palabrapropia@hotmail.com twitter@palabrapropia

Antena Radio 102.5 FM, de lunes a viernes de cinco a seis de la tarde


Imprevisión en los almacenamientos

Se pararon los motores de la producción

Texas cerró la llave


El apagón tendrá grandes implicaciones económicas y sociales en México. Ante ello, el gobierno culpa del problema al disparo en los precios internacionales del gas y a la intensa nevada en los Estados Unidos, pero no a la imprevisión en los almacenamientos de combustible.

La imprevisión significa, de acuerdo al Diccionario de la Lengua Española: falta de previsión, inadvertencia, irreflexión, descuido, negligencia, imprudencia o ligereza.

En esta grave situación, se aprovechó para promover una iniciativa de ley sobre la industria eléctrica, que ya envió el Ejecutivo federal al Congreso de la Unión, cuyo fin es recuperar la llamada “rectoría del Estado”. Es decir, más poder.

Pero también es preocupante que ante dicha problemática, “la oposición” no levanta la voz, más bien sus líderes están ocupados en la repartición de candidaturas (el hueso) y alianzas ajenas a sus principios ideológicos, mejor conocida como la “mezcolanza de partidos”.

Además, la población se encuentra ocupada en sobrevivir ante la creciente amenaza de la pandemia, pues no hay suficientes vacunas, y por conservar empleos ante la fragilidad de la economía mexicana. Un verdadero caos.

Con la nueva “Ley de la Industria Eléctrica” se pretende presentar a la población un proyecto “con fuertes cimientos jurídicos y alta competitividad internacional”, pero no con fines” estatistas”.

Vale la pena recordar que el populista José López Portillo aprovechó la debacle económica en 1982 para estatizar la banca. Entre lágrimas, culpó de la crisis a la iniciativa privada.

Durante los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, hubo claros intentos de cambiar la Constitución para la entrada de capital privado al sector eléctrico, pero no se pudo.

Y no fue hasta la reforma de Enrique Peña Nieto que se logró modificar la carta magna. Con la inversión privada y una regulación asimétrica, se limitó el poder de la CFE como empresa totalitaria.

El poder “energético” quedó repartido entre la Secretaría de Energía, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) y los empresarios que venden sus servicios. Hoy se busca regresar al pasado.


Se pararon los motores de la producción

El apagón afectó a 29 estados de la república, pero los más perjudicados fueron: Chihuahua, Coahuila, Durango, Nuevo León, Tamaulipas y Zacatecas.

El primer trimestre de este año “pinta” para tener un crecimiento del PIB cercano a 0 por ciento, o negativo, por el Covid-19, pero tiende a ser peor ahora con el apagón.

El gobierno mexicano anunció que el corte de suministro de gas se debió a las intensas nevadas que tienen “paralizado” el territorio texano, cuyas autoridades norteamericanas declararon que hasta que logren recuperarse de los daños habrá gas para México.

Expertos de energía han señalado que el congelamiento en los ductos no provoca el corte de suministro, sino que el intenso frío causó que los precios se elevaran y la CFE se negó a realizar la compra. Una clara muestra de la dependencia en materia de energía.

El gobierno sabe del deterioro de la infraestructura y la falta de almacenamiento para el gas y las gasolinas. No priorizaron los presupuestos para reparar o modernizar el sistema de generación, almacenamiento y conducción de combustibles.

Se tiene capacidad para almacenar el equivalente a un día de consumo de gas y cuatro días de gasolina. Es todo.

Se calcula que el 60% del total de gas natural que nuestro país compra es de Estados Unidos y tiene un costo anual superior a los mil millones de pesos.

El Cenace dio a conocer que los apagones seguirán hasta restablecer el servicio. Les llamó "cortes rotativos". Ojalá no sea la constante.


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