/ martes 16 de febrero de 2021

El arte del desacuerdo

La semana pasada un compañero me compartió un escrito de hace ya algunos años, donde se relata cómo a través del tiempo hemos perdido la capacidad de enfrentar los desacuerdos. Sin embargo, el desacuerdo define nuestra individualidad, muestra nuestra libertad más valiosa, la de pensar, aunque sea diferente al pensar de otra persona. También nos sirve para ordenar nuestra tolerancia, agrandar nuestra perspectiva, le da energía a nuestro progreso y sobre todo hacen que las democracias sean reales, dando esperanza y valor a las personas.

Probablemente porque es nuestra época notemos que hoy más que nunca estamos en desacuerdo en temas fundamentales, básicos para una sociedad y esto ha provocado violencia y enfrentamientos poco vistos. Desafortunadamente juzgamos a las personas moralmente dependiendo de sus preferencias políticas.

La polarización ha incitado a definir a la persona con el solo hecho de estar o no de acuerdo con un grupo político, ya ni siquiera con una ideología. En la actualidad la polarización se vive más en las redes digitales y nuestras fuentes de información, tachando a aquellas fuentes que no favorecen al grupo preferido.

Estamos en un proceso de cierre de nuestras mentes, los grandes filósofos dejan de ser alimentadores de nuestras mentes para “pensar”, para reflexionar.

Los ejercicios de escuchar y entender, cuestionar y discrepar, el no aferrarse a una posición y estar dispuesto a entender ideas cultivando el hábito de una mente abierta, son aspectos que, definitivamente, estamos perdiendo.

Entender que los enfrentamientos de ideas nunca son personales. Así, los desacuerdos surgen de unas simples palabras del oponente y no de su entendimiento, de los motivos o de una línea de razonamiento. Una consecuencia de los ambientes políticos que vivimos continuamente es el hecho de que la distancia entre un argumento y causar ofensa, se ha cerrado fuertemente, impidiendo el “aceptar” comentarios y darles el valor por lo menos al mismo nivel de otro comentario.

Cabe mencionar que los requisitos previos a un desacuerdo inteligente como son: callar, escuchar, hacer pausa, reconsiderar y entonces hablar, se han perdido, probablemente porque no hemos aprendido cómo, o no tenemos modelos para discrepar bien y los que tenemos sólo se aplican a áreas como la música u otra de las áreas de las artes.

Desafortunadamente si vemos los debates en los medios o en las redes sociales, los insultos y los resentimientos están sustituyendo a las palabras y los argumentos.

Para poder entender el arte de los desacuerdos hay que saber que todas las grandes ideas son, en gran medida, desacuerdo de otra gran idea. En nuestro entorno, los medios, las universidades y el debate público deberían ser preservados como esferas para el intercambio libre de ideas. Abrirse al desacuerdo implica exponerse a ideas contrarias y contemplar la posibilidad de dejarse convencer. Es menos cómodo que permanecer en las cámaras de eco de nuestros círculos y redes sociales. Pero quizás haya pocas cosas tan necesarias para construir una sociedad en paz, que saber manejar el arte del desacuerdo.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua.

La semana pasada un compañero me compartió un escrito de hace ya algunos años, donde se relata cómo a través del tiempo hemos perdido la capacidad de enfrentar los desacuerdos. Sin embargo, el desacuerdo define nuestra individualidad, muestra nuestra libertad más valiosa, la de pensar, aunque sea diferente al pensar de otra persona. También nos sirve para ordenar nuestra tolerancia, agrandar nuestra perspectiva, le da energía a nuestro progreso y sobre todo hacen que las democracias sean reales, dando esperanza y valor a las personas.

Probablemente porque es nuestra época notemos que hoy más que nunca estamos en desacuerdo en temas fundamentales, básicos para una sociedad y esto ha provocado violencia y enfrentamientos poco vistos. Desafortunadamente juzgamos a las personas moralmente dependiendo de sus preferencias políticas.

La polarización ha incitado a definir a la persona con el solo hecho de estar o no de acuerdo con un grupo político, ya ni siquiera con una ideología. En la actualidad la polarización se vive más en las redes digitales y nuestras fuentes de información, tachando a aquellas fuentes que no favorecen al grupo preferido.

Estamos en un proceso de cierre de nuestras mentes, los grandes filósofos dejan de ser alimentadores de nuestras mentes para “pensar”, para reflexionar.

Los ejercicios de escuchar y entender, cuestionar y discrepar, el no aferrarse a una posición y estar dispuesto a entender ideas cultivando el hábito de una mente abierta, son aspectos que, definitivamente, estamos perdiendo.

Entender que los enfrentamientos de ideas nunca son personales. Así, los desacuerdos surgen de unas simples palabras del oponente y no de su entendimiento, de los motivos o de una línea de razonamiento. Una consecuencia de los ambientes políticos que vivimos continuamente es el hecho de que la distancia entre un argumento y causar ofensa, se ha cerrado fuertemente, impidiendo el “aceptar” comentarios y darles el valor por lo menos al mismo nivel de otro comentario.

Cabe mencionar que los requisitos previos a un desacuerdo inteligente como son: callar, escuchar, hacer pausa, reconsiderar y entonces hablar, se han perdido, probablemente porque no hemos aprendido cómo, o no tenemos modelos para discrepar bien y los que tenemos sólo se aplican a áreas como la música u otra de las áreas de las artes.

Desafortunadamente si vemos los debates en los medios o en las redes sociales, los insultos y los resentimientos están sustituyendo a las palabras y los argumentos.

Para poder entender el arte de los desacuerdos hay que saber que todas las grandes ideas son, en gran medida, desacuerdo de otra gran idea. En nuestro entorno, los medios, las universidades y el debate público deberían ser preservados como esferas para el intercambio libre de ideas. Abrirse al desacuerdo implica exponerse a ideas contrarias y contemplar la posibilidad de dejarse convencer. Es menos cómodo que permanecer en las cámaras de eco de nuestros círculos y redes sociales. Pero quizás haya pocas cosas tan necesarias para construir una sociedad en paz, que saber manejar el arte del desacuerdo.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua.

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