/ sábado 9 de julio de 2022

El “bombardeo” de nubes con yoduro de plata: ¿Contribuye realmente al incremento de las lluvias?

Por: Óscar Estrada Murrieta

El año pasado se inició en México un programa del gobierno federal de “bombardeo de nubes” con yoduro de plata, mediante el cual se pretende aumentar las lluvias, principalmente en las zonas más afectadas por la sequía en el norte del país.

Esta es una técnica cuyas primeras pruebas se realizaron ya desde la década de los 40 del siglo pasado en Estados Unidos, y que se ha probado desde entonces en varios lugares más, como China, Israel, Australia, Europa, Sudamérica y más recientemente en México.

No existe, sin embargo, evidencia científica sólida que demuestre su eficacia en términos de cantidad adicional de lluvia que se produce, o los efectos realmente cuantificables de lo que sucede en una zona de nubes al aplicar este tratamiento, contra lo habría sucedido en la misma zona, si no se hubiese aplicado.

Algunos estudios señalan que la probabilidad de incremento en las lluvias puede ser de tan sólo entre 10 y 20%. Los estudios más serios y de mayor tiempo sobre este tema se han realizado en Israel, y señalan que se puede lograr un incremento en la cantidad de lluvia de un 15% en áreas puntuales en las que se ha aplicado. Es decir, en una determinada zona, las nubes ya de forma natural van a producir lluvia, y con este tratamiento es posible que se incremente un poco la cantidad de precipitación, pero sólo en estos porcentajes observados hasta ahora.

Otra limitante muy importante de este programa es que no tiene la capacidad de formar nubes, sólo de incrementar un poco la cantidad de lluvia, y por ello, generalmente sólo se puede realizar en un periodo limitado del año, de finales de la primavera hasta la primera parte del verano. Además de la temporalidad limitada, la superficie que se puede cubrir es igualmente reducida, ya que sólo se puede aplicar en nubes que cuenten con ciertas características de formación y tamaño, es decir, durante el trayecto de un vuelo, que a de por sí no cubre una gran superficie porque es sólo una línea de vuelo, sólo se pueden “bombardear” las nubes que en este trayecto se detecte que cumplen con las características deseables.

Esta técnica, no es, por lo tanto, una solución mágica contra la sequía, como a veces se pretende promover; al menos no hay aún evidencia científica de su efecto real. Por lo tanto, se debe ser aun muy cuidadoso de señalarlo como un programa exitoso, y menos aún, que contribuya realmente a la recarga de agua en las presas. En todo caso, quizá se pueda tener algún efecto positivo en zonas muy puntuales, o tal vez para eventos extraordinarios y de emergencia como en el caso de los incendios forestales, que con muy poca cantidad de lluvia se puede auxiliar mucho en su combate.

Para mejorar la disponibilidad de agua en las zonas agrícolas de riego, que es muy importante para la producción de alimentos y para el desarrollo económico, lo que ayudaría en gran medida, es optimizar su uso, mejorar los sistemas o equipos para el riego, administrar correctamente el agua disponible en función de los almacenamientos con que se cuente, y en la medida de lo posible, de los pronósticos de recarga.

De igual forma, en las áreas urbanas promover campañas permanentes para inducir su ahorro, y en el caso del uso del agua para procesos industriales, desarrollar en una correcta planeación, en función de su disponibilidad real en cada región.

oestradam81@hotmail.com

Por: Óscar Estrada Murrieta

El año pasado se inició en México un programa del gobierno federal de “bombardeo de nubes” con yoduro de plata, mediante el cual se pretende aumentar las lluvias, principalmente en las zonas más afectadas por la sequía en el norte del país.

Esta es una técnica cuyas primeras pruebas se realizaron ya desde la década de los 40 del siglo pasado en Estados Unidos, y que se ha probado desde entonces en varios lugares más, como China, Israel, Australia, Europa, Sudamérica y más recientemente en México.

No existe, sin embargo, evidencia científica sólida que demuestre su eficacia en términos de cantidad adicional de lluvia que se produce, o los efectos realmente cuantificables de lo que sucede en una zona de nubes al aplicar este tratamiento, contra lo habría sucedido en la misma zona, si no se hubiese aplicado.

Algunos estudios señalan que la probabilidad de incremento en las lluvias puede ser de tan sólo entre 10 y 20%. Los estudios más serios y de mayor tiempo sobre este tema se han realizado en Israel, y señalan que se puede lograr un incremento en la cantidad de lluvia de un 15% en áreas puntuales en las que se ha aplicado. Es decir, en una determinada zona, las nubes ya de forma natural van a producir lluvia, y con este tratamiento es posible que se incremente un poco la cantidad de precipitación, pero sólo en estos porcentajes observados hasta ahora.

Otra limitante muy importante de este programa es que no tiene la capacidad de formar nubes, sólo de incrementar un poco la cantidad de lluvia, y por ello, generalmente sólo se puede realizar en un periodo limitado del año, de finales de la primavera hasta la primera parte del verano. Además de la temporalidad limitada, la superficie que se puede cubrir es igualmente reducida, ya que sólo se puede aplicar en nubes que cuenten con ciertas características de formación y tamaño, es decir, durante el trayecto de un vuelo, que a de por sí no cubre una gran superficie porque es sólo una línea de vuelo, sólo se pueden “bombardear” las nubes que en este trayecto se detecte que cumplen con las características deseables.

Esta técnica, no es, por lo tanto, una solución mágica contra la sequía, como a veces se pretende promover; al menos no hay aún evidencia científica de su efecto real. Por lo tanto, se debe ser aun muy cuidadoso de señalarlo como un programa exitoso, y menos aún, que contribuya realmente a la recarga de agua en las presas. En todo caso, quizá se pueda tener algún efecto positivo en zonas muy puntuales, o tal vez para eventos extraordinarios y de emergencia como en el caso de los incendios forestales, que con muy poca cantidad de lluvia se puede auxiliar mucho en su combate.

Para mejorar la disponibilidad de agua en las zonas agrícolas de riego, que es muy importante para la producción de alimentos y para el desarrollo económico, lo que ayudaría en gran medida, es optimizar su uso, mejorar los sistemas o equipos para el riego, administrar correctamente el agua disponible en función de los almacenamientos con que se cuente, y en la medida de lo posible, de los pronósticos de recarga.

De igual forma, en las áreas urbanas promover campañas permanentes para inducir su ahorro, y en el caso del uso del agua para procesos industriales, desarrollar en una correcta planeación, en función de su disponibilidad real en cada región.

oestradam81@hotmail.com