/ viernes 4 de mayo de 2018

"El boxeador de la vida por experiencia propia"

Muy buenos días, mis lectores, que se encuentren gozando de la vida son mis mejores deseos. Les compartía acerca del tiempo y de cómo a veces por alguna tradición se pierde ese algo muy valioso, el tiempo.

Les dije que fui a la universidad para obtener un título y buscarme un buen trabajo y así pensar que estaba solucionada mi estabilidad económica y vocacional, pero no fue así y muy tarde me di cuenta que eso había sido injusto. Claro que debo decir que la educación es muy buena y que deberíamos cursarla, pero no es mandatorio para tener éxito en la vida ya que un día había renunciado a ese buen trabajo.

En el 2001, en el país más poderoso del mundo, y estando trabajando como Lay Out Man First Class (la persona responsable de hacer todos los trazos que especifican los planos) en las plataformas petroleras, tomé una decisión que confirma lo que he tratado de compartir: "Jamás, a partir de hoy, trabajaré para ninguna compañía en cualquier parte del mundo por más bueno que sea el dinero que me ofrezcan". ¿Pueden ustedes imaginarse la cantidad de dólares que estaba ganando por tener ese trabajo de tanta responsabilidad? Sí, era mucho dinero, pero había aprendido que el dinero no era el fin, sino un medio para ser feliz aprovechando al máximo el tiempo que me ha tocado vivir.

Una reina de Inglaterra dijo en su cama en sus momentos postreros, muy enferma: "¡Todas mis riquezas por sólo dos cosas, tiempo y salud!”. ¿Ven, mis queridos lectores?, de qué sirve el dinero y los bienes materiales si se está enfermo y ya, ¡ya no se tiene tiempo aunque se quiera! Entonces es muy importante cuestionarse a sí mismo: ¿Estoy haciendo buen uso de mi tiempo?, y yo les preguntaría: ¿Cómo se puede saber eso?

Bueno, yo les puedo compartir por experiencia propia que por primera vez me sentí verdaderamente libre cuando hice la resolución de ya no trabajar para nadie por ninguna cantidad de dinero, sobre todo, porque le dije a mi Dios en ese momento que yo me iba a dedicar a ayudar y a servir a otros y que él, mi Dios, me iba a proveer de todo lo que yo necesitara a partir de ese momento; ¡yo he cumplido mi promesa y Dios la suya!

Y el tiempo ha seguido su rumbo inexorable, y he ido acumulando años y ciertas arrugas agradables en mi cara de sonrisas que he brindado hacia la gente y mi familia; y mi mano se extiende firme y vigorosa a pesar de ello, del tiempo, porque no lo he perdido al estrechar la diestra de aquellos/todos, los que mi Dios me ha puesto en el camino; y mis labios, aún besan joviales a mi esposa, a mis hijos y a mis nietos, a través del tiempo.

Muy buenos días, mis lectores, que se encuentren gozando de la vida son mis mejores deseos. Les compartía acerca del tiempo y de cómo a veces por alguna tradición se pierde ese algo muy valioso, el tiempo.

Les dije que fui a la universidad para obtener un título y buscarme un buen trabajo y así pensar que estaba solucionada mi estabilidad económica y vocacional, pero no fue así y muy tarde me di cuenta que eso había sido injusto. Claro que debo decir que la educación es muy buena y que deberíamos cursarla, pero no es mandatorio para tener éxito en la vida ya que un día había renunciado a ese buen trabajo.

En el 2001, en el país más poderoso del mundo, y estando trabajando como Lay Out Man First Class (la persona responsable de hacer todos los trazos que especifican los planos) en las plataformas petroleras, tomé una decisión que confirma lo que he tratado de compartir: "Jamás, a partir de hoy, trabajaré para ninguna compañía en cualquier parte del mundo por más bueno que sea el dinero que me ofrezcan". ¿Pueden ustedes imaginarse la cantidad de dólares que estaba ganando por tener ese trabajo de tanta responsabilidad? Sí, era mucho dinero, pero había aprendido que el dinero no era el fin, sino un medio para ser feliz aprovechando al máximo el tiempo que me ha tocado vivir.

Una reina de Inglaterra dijo en su cama en sus momentos postreros, muy enferma: "¡Todas mis riquezas por sólo dos cosas, tiempo y salud!”. ¿Ven, mis queridos lectores?, de qué sirve el dinero y los bienes materiales si se está enfermo y ya, ¡ya no se tiene tiempo aunque se quiera! Entonces es muy importante cuestionarse a sí mismo: ¿Estoy haciendo buen uso de mi tiempo?, y yo les preguntaría: ¿Cómo se puede saber eso?

Bueno, yo les puedo compartir por experiencia propia que por primera vez me sentí verdaderamente libre cuando hice la resolución de ya no trabajar para nadie por ninguna cantidad de dinero, sobre todo, porque le dije a mi Dios en ese momento que yo me iba a dedicar a ayudar y a servir a otros y que él, mi Dios, me iba a proveer de todo lo que yo necesitara a partir de ese momento; ¡yo he cumplido mi promesa y Dios la suya!

Y el tiempo ha seguido su rumbo inexorable, y he ido acumulando años y ciertas arrugas agradables en mi cara de sonrisas que he brindado hacia la gente y mi familia; y mi mano se extiende firme y vigorosa a pesar de ello, del tiempo, porque no lo he perdido al estrechar la diestra de aquellos/todos, los que mi Dios me ha puesto en el camino; y mis labios, aún besan joviales a mi esposa, a mis hijos y a mis nietos, a través del tiempo.